El 5 de junio de 1973 fue la primera vez en la que la humanidad celebró el Día del Ambiente, una conmemoración que fue creada con la intención de hacer conciencia sobre el cuidado de los recursos de nuestro planeta para esa y las futuras generaciones. Cincuenta años después, vale la pena preguntarnos si ¿nos hemos comprometido lo suficiente para cuidar el ambiente? o ¿esa es una fecha en la que no debemos celebrar absolutamente nada?
Si nos ponemos a analizar los cambios que ha sufrido el ambiente durante estas cinco décadas, vemos que las cifras actuales son verdaderamente alarmantes. Por ejemplo, las emisiones de CO2 en la atmosfera casi se han triplicado y la temperatura global ha aumentado más de 1°C en ese mismo periodo. Dicho en otras palabras, no hay mucho que celebrar.
¿Cómo llegamos a esto?
Cuando vemos la problemática, es posible que solo estemos mirando la punta del iceberg. Que solo veamos un par de amenazas y que, con toda seguridad, serán aquellas que han sido más mediatizadas como el cambio climático. Por ello es importante extender el telescopio para descubrir que hay tantas acciones o impactos negativos interrelacionados entre sí que contribuyen a la afectación del ambiente de las que poco hemos oído hablar o que simplemente nos hacemos de la vista gorda. Algunas de ellas son: la generación de emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero, la contaminación de suelo a través de la generación de residuos producto de una explotación salvaje de los recursos naturales cada vez más escasos o de difícil y costosa extracción, la contaminación del agua debido al mal uso de ese recurso y a la contaminación industrial, química y resultante de los residuos -principalmente- plásticos, que dan paso a problemas ambientales y de salud publica como es la identificación de micro plásticos que estamos consumiendo sin saberlo en el agua y en productos marinos. O, la tala indiscriminada de árboles, como sucede actualmente en el Amazonas, la acidificación de los océanos, producto de mayores concentraciones de CO2 en la atmosfera, la pérdida de la biodiversidad a escala global, que, según el índice Planeta Vivo (IPV), las poblaciones de especies se han visto afectadas de manera negativa en un 60%, desde 1970.
Bajo este contexto no debemos perder de vista aquello que se ha denominado la triple crisis: la contaminación, el cambio climático y la perdida de la biodiversidad sobre lo cual hay que tomar acción y prevención. Cada acción cuenta y cada iniciativa que implementemos a favor del ambiente impacta positivamente en el país, la región, el continente y el mundo. De ahí que debemos estar llamados a liderar los procesos de cambio hacia ambiente más sostenible.
¿Qué podemos hacer?
Cuidar el ambiente está en manos de todos. Las personas y las familias podemos aportar con pequeñas cosas como usar adecuadamente los productos que compramos, lo que consumimos y lo que generamos como desechos; no desperdiciar el agua, disminuir el consumo de energía. Por su parte las empresas deben tener un plan, una estrategia a corto plazo que les permita moverse al uso de energías renovables, rediseñar sus productos para evitar la contaminación y la desmedida extracción de recursos, participar en sistemas de reciclaje, de economía circular y de responsabilidad extendida del productor. Finalmente, los gobiernos deben garantizar el cuidado de las áreas protegidas, ampliar esas áreas, controlar actividades ilegales de minería, de tala de árboles, expedir políticas ambientales que promuevan negocios sostenibles, generar incentivos a buenas prácticas ambientales, entre otras.
Han pasado 50 años en los que, si bien hemos ocasionado daños irreversibles en el ambiente, también hemos tomado acciones e implementado iniciativas que cuidan el ambiente. El ser humano unido es muy capaz de lograr cosas extraordinarias por lo que aún estamos a tiempo de tomar acción. Estamos despertando de una larga resaca de abusos y pronto será el tiempo de la armonía, el tiempo de reconectarnos con el ambiente. Estamos a tiempo de celebrar el Día del Ambiente como realmente se lo merece. Esperemos que se haga realidad. (O)