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menos matrimonios, mas divorcios
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Según el INEC -para comparar años más recientes- en 2022 hubo 55.345 matrimonios; en 2024 la cifra bajó a 53.813, un decrecimiento aunque no grave, si preocupante. Mientras tanto, los divorcios pasaron de 24.595 a 25.555, un aumento de más del 4%. Es decir, cada vez hay menos matrimonios y más separaciones.

8 Octubre de 2025 17.03

La familia en Ecuador atraviesa una transformación profunda en lo social. Lo que antes parecía un esquema sencillo —padre, madre e hijos bajo un mismo techo— hoy se diversifica en múltiples modelos, que no significa que uno u otro son los idoneos. Está como conocemos tradicionalmente la familia nuclear, ahora la monoparental (padre o madre al cuidado de su o sus hijo(s), la extensa, la reconstruida, la pareja sin hijos, entre algunas otras, que bajo una concepción moderna pueden o no funcionar para cada situación. 

En el Ecuador existen uniones civiles, religiosas y de hecho, todas se presumen monogámicas desde una perspectiva legal y religiosa. El esquema patriarcal clásico, en el que la voz del padre era indiscutible -el conocido "aquí se hace lo que yo digo"- se ha ido debilitando afortunadamente, para dar paso a una autoridad compartida y a valores de mayor igualdad. Esa transición, que podría ser vista como un avance, también genera tensiones y cuestionamientos sobre el rumbo de la institución familiar que no siempre es facil de manejarla.

Las cifras no mienten. Según el INEC -para comparar años más recientes- en 2022 hubo 55.345 matrimonios; en 2024 la cifra bajó a 53.813, un decrecimiento aunque no grave, si preocupante. Mientras tanto, los divorcios pasaron de 24.595 a 25.555, un aumento de más del 4%. Es decir, cada vez hay menos matrimonios y más separaciones. Las familias numerosas se reducen y los hogares se hacen más pequeños, veamos en nuestro entorno y veremos que las cifras se ajustan a la realidad.  La tasa de fecundidad bajó de 6,8 hijos en 1950 aa 1,79 en 2024 ¡Estando por debajo de la de fecunida de recambio generacional!

El fenómeno no responde únicamente a lo económico. Es, sobre todo, un cambio cultural. La individualidad, la tecnología, la búsqueda de desarrollo personal, las redes sociales -con su insesante búsqueda de likes y de complacencia inmediata-; el dinero, el famoso "self-care" y, cómo no, los cada vez más presentes "perrhijos" -una de las industrias más crecientes en el mundo es la de las mascotas, ¡sí!, aunque usted no lo crea. Estas dinámicas, que no pueden ser juzgadas por nadie han modificado las prioridades. El resultado es que formar familia se posterga, se limita o, directamente, se descarta.

La paradoja hoy es evidente. Seguimos proclamando esa muletilla que "la familia es la base de la sociedad", mientras los datos muestran un deterioro de esa base en nuestro país, y, creo que en el mundo. El discurso no coincide con la práctica. Y en medio de esa contradicción, la pregunta incómoda es: ¿qué pasará con nuestra estructura social si la familia tradicional se vuelve irrelevante o insostenible?

No se trata de juzgar ni de dictar recetas, yo definitivamente no las tengo. Tal vez estemos viviendo una evolución natural. Pero sí deberíamos reconocer que, sin familias —en cualquiera de sus formas, pero funcionales pese a que esto puede ser crítica de muchos— la sociedad corre el riesgo de quedarse sin su tejido más elemental. Y, siendo prácticos, sin una base sólida de hogares, hasta el IESS podría quedarse sin quien lo sostenga, para preguntarnos ¿Quién sostendra a nuestros adultos mayores, peor aun, cuando nos toque a nosotros?

Este artículo no busca dar soluciones. Pretende ser una reflexión, nacida de conversaciones genuinas con personas divorciadas, casadas, solteros, con o sin hijos y hasta con quienes valoran más a sus mascotas que a su entorno humano cercano. Una invitación a mirar de frente la realidad: la familia, con todos sus cambios, sigue siendo el eje de la sociedad. La pregunta es si vamos a dejar que ese eje se fracture hasta desaparecer, o, si vamos a reinventarlo para que, al menos, siga cumpliendo su función primigenia. (O)

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