Hace poco, la transmisión de un partido de fútbol nacional, se tornó problema público. Una plataforma que había seducido a miles de aficionados al fútbol con su plan básico, lo suspendió dos días antes del encuentro. Ofreció enseguida su plan superior, con fútbol incluido. La opción para el cliente: perderse el partido o comprar el nuevo plan. Más caro, obviamente.
Las explicaciones fueron inútiles. El daño estaba hecho y la gente entendió. No se trató de un desliz sino de una estrategia diseñada con tiempos perfectos. Un timo fino, aprovechando la afición y la importancia del partido. Nada casual. Miles de perdedores indefensos y un puñado de ganadores risueños. Los calificativos de rabia e impotencia emergieron en las redes sociales: trampa, estafa, chantaje, emboscada.
El asunto no es único ni se trata de la primera experiencia (otros planes televisivos ya lo han ensayado). Tampoco sucede solo en paquetes de TV. Las avivadas traicioneras e intencionales se repiten en muchas esferas. Veamos.
Las falsas rebajas son un mecanismo. Primero suben el precio al producto y luego anuncian porcentajes de descuento. El consumidor cae en la trampa y terminan pagando más. El vendedor gana o se libera de "huesos" acumulados.
El cambio de peso o de diseño. De la noche a la mañana aparece el producto acostumbrado con una nueva imagen y peso y precio. El anzuelo de la mejor calidad funciona. Muchas veces solo ha cambiado la envoltura. El cambio por peso no justifica el incremento de precio.
La obsolescencia de equipos. Es la estrategia más sofisticada, exitosa y generalizada. Se compra un producto -equipo electrónico por ejemplo- y en poco tiempo la empresa inunda el mercado con uno nuevo, de mejor calidad y fachada. Para asegurar las compras, el producto original se queda sin repuestos, sin programas modernos. Negocio redondo.
Las rifas y los premios misteriosos. Promociones para los compradores de determinados productos. Con premios deslumbrantes: aparatos, bonos, viajes, entradas... Al final nadie conoce ni certifica si se realizaron las rifas, si se entregaron los premios. No importa, subieron las ventas.
El ocultamiento de productos. Lo practican a todo nivel; no se excluyen mercados ni tiendas. Con algún pretexto, aunque no haya relación directa con el producto, se esconden por un tiempo las existencias. Sube la presión y con ella la demanda y el precio. Nunca bajará a los niveles iniciales. Bingo.
Los ejemplos abundan. Algunos más: imágenes irreales que idealizan un producto; ofrecimientos que se esfumen con la aplicación de restricciones; anuncios falsos sobre "últimas unidades" cuando hay sobrante; comparación con productos inferiores; promesa de precios bajos que al final aumentan con seguros, envío, impuestos; testimonios pagados; declaración de productos "naturales", "light", " sin químicos" sin fundamento técnico; inclusión de productos "complementarios" que no son imprescindibles.
Lo común de todas estas medidas es que obedecen a estrategias planeadas técnicamente para generar deseo, necesidad y demanda. Todas apuntan a esquilmar al comprador y a elevar las ventas y ganancias. No hay ingenuidad ni error. No hay casualidad ni buena fe. Quedamos a la intemperie millones de consumidores. No hay derechos humanos para este inmenso sector. ¿Legal?, ¿legítimo?, ¿ético?
Teóricamente existen en Ecuador organismos de defensa de consumidores. Como la Defensoría del Pueblo, la Dirección de Defensa del Consumidor y otras menores o de servicios específicos. Se advierten tres limitaciones: representan al poder -no siempre aliado de los consumidores-, la pasividad los adormece y demandan trámites molestos, creados al parecer para desistir de cualquier reclamo.
¡Cómo nos hace falta una organización de consumidores! Cercana a los ciudadanos, con eficiencia, trámites simples, estudios de respaldo, refuerzo profesional, comunicación diáfana, desligada de grupos de interés. Hace años funcionó una entidad en esta línea, pero no logró despegar. Extrañamos una entidad con este perfil. Más aún en este mundo en que nadie regala nada.
Apreciamos con envidia organizaciones fuertes de consumidores en otros países. Con prestigio y poder de convocatoria, con posicionamiento y sostenibilidad, con voz frente a los poderes, con sustentos y propuestas. Algunas han creado estrategias poderosas. Una de ellas ha sido el boicot. Y se han tumbado con ella productos y servicios y han hecho temblar empresas o estrategias sucias. Imagínense lo que habría sido que a esta firma de televisión de la que hablamos, le retiraran la membresía miles de usuarios descontentos con la sapada. Imagínense. Pero bueno, soñar no cuesta nada. (O)