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"Durante miles de años, la humanidad se ha dejado poseer cada vez más por la mente, sin poder reconocer que esa entidad poseedora no es nuestro Ser. Fue a través de la identificación completa con la mente que surgió un falso sentido del ser: el ego". Eckhart Tolle

24 Junio de 2024 09.13

Es posible que te resulte familiar una sensación de superioridad o inferioridad con ciertas personas, la necesidad desenfrenada de ganar una discusión e imponer nuestro criterio, el deseo desmesurado de tener el control de todas las situaciones, la facilidad de sentirte atacado personalmente en muchas ocasiones o el anhelo desesperado de elogios, reconocimientos o de aquello que no tenemos. Pues bien, probablemente significa que estás atrapado en los entresijos del ego. Ese promotor de muchos de los conflictos en tu vida.

En la filosofía del Yoga se describe al ego como una de ¨las aflicciones de la mente¨ o ¨kleshas¨, traducido también como ¨lo que causa pena¨. Este concepto ya estaba claro hace 2.500 años en el compendio más famoso del Yoga llamado los ¨Sutras de Patanjali¨ y ha sido desarrollado de forma profunda posteriormente por filósofos, pensadores y la mayoría de las tradiciones orientales.

El ego, desde este punto de vista, es el resultado de un largo  recorrido de vivencias, miedos y la identificación total con la abrumadora cantidad de pensamientos que recibimos a lo largo de nuestra vida. Esa voz en nuestra cabeza que termina convenciéndonos de que debemos ser un tipo especifico de persona. Esta mente que podríamos llamarla egotista genera nuevas creencias y hace que representemos un papel que termina capitaneando nuestras acciones y como consecuencia viviendo una cascada de reacciones respecto de nosotros y de quienes se cruzan en nuestro camino. Todo esto va sucediendo de manera inconsciente y llevándonos al sufrimiento en lugar de la seguridad que buscamos.

Las palabras o frases repetidas constantemente, como son: ¨mío, a mí, ¿porque a mí?, quiero más o no soy suficiente¨, respecto de nosotros. O sobre los demás: ¨no es suficientemente… inteligente, sano, bonita, productivo, creativo, entre cientos de otros calificativos, son señales de que nuestro ego eventualmente ha tomado el control de nuestro verdadero Ser.

La buena noticia es que existe un antídoto para re-encontrarnos con quienes realmente somos. Y este contraveneno inicia por reconocer al ego por lo que es y su funcionamiento. Mirándonos por un instante. Percatándonos de la regularidad con que aparecen emociones como la ira, la superioridad intelectual, la autocompasión o el resentimiento. Observando que tan común es que nos pongamos etiquetas, clasifiquemos a otros o nos autoflagelemos. Es necesario hacer una pausa y que verifiquemos si estamos en el  sendero que en algún momento con claridad y bondad nos propusimos. Este primer avance suele producirse por un acontecimiento grave en nuestra vida, que pone en una real perspectiva todos nuestros conceptos, o por otro lado, por un acto voluntario de explorar y trabajar en nosotros mismos. 

A esta toma de consciencia se puede llegar  ejerciendo el poder de estar presente. La presencia y el ego no pueden convivir. Como dice el escritor Eckhart Tolle: ¨Solamente la Presencia puede liberarnos del ego y solamente podemos estar presentes ahora, no ayer ni mañana. Solamente la Presencia puede deshacer el pasado que llevamos sobre nuestros hombros y transformar nuestro estado de conciencia. ¨ 

A continuación, empezará a desvanecerse parte de esa neblina que cubre nuestra razón. Y posiblemente aparecerán entre otras preguntas, las siguientes: ¿deseo la paz realmente?, ¿cómo quiero vivir los días o años que tenga por delante? Para una vez respondidas estas inquietudes con honestidad, reconectarnos con nuestro verdadero Yo.

El siguiente paso  sobreviene casi de forma automática y consiste en no reaccionar al ego de los demás. Al menos intentarlo. Cuando entendemos que su actuación no es personal, sino que proviene de su historia, podemos movernos frente a esas relaciones con mayor mesura y encontrar un nuevo estadio de tranquilidad y claridad. 

Este proceso personal podría convertirse en colectivo y por lo tanto romper esa idea de que ¨tenemos la razón y los demás están equivocados¨ que ha llevado a guerras absurdas y odios ancestrales. Pero debemos empezar por cada uno de nosotros, la cual es una tarea seguramente de toda una vida. 

Un desafío definitivamente, que requiere autoconocimiento, valentía y humildad. Pero la recompensa de salir de los laberintos del ego y poder liberarnos de ansiedad constante que nos produce el tratar cada jornada de ser los dueños de la verdad para bien o para mal, es uno de los elementos fundamentales para la paz interior. Y como dijo el Maestro de Yoga Ramiro Calle: ¨No hay otra dicha como la paz interior¨ Quizá valga la pena intentarlo para vivir mejor. (O)

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