En la ciudad Al-Ándalus de Córdoba, el 14 del Nisán de 1135, nace Moshé ben Maimón, conocido en Occidente como Maimónides. Es también nombrado Rambam, acrónimo en hebreo de su nombre precedido de "rabí". Su nacimiento coincide con la Pesaj, pascua judía que celebra la liberación de la esclavitud de su pueblo en Egipto, narrada en el Éxodo. Hagamos un paréntesis. A principios del siglo XII, Córdoba era ya una ciudad magnífica con más de un millón de habitantes. Un artículo publicado por The Lookstein Center (Bar-Ilan University) refiere que para esa época contaba con sesenta mil edificios, ochenta colegios, tres universidades y una biblioteca con setecientos mil títulos manuscritos. No es extraño, pues, el auge intelectual de Córdoba, que la convirtió, según la misma fuente, en la ciudad más civilizada de Europa.
Con ocasión de la conquista de su ciudad natal por los Almohades (1145-1148), fanáticos musulmanes, su familia abandona Córdoba y emprende en prolongado periplo. Tras morar en Almería, Maimónides y los suyos en 1160 llegan a Fez, Marruecos. Los conquistadores habían impuesto al Corán como fuente de derecho en la península. En consecuencia, rechazaron toda manifestación que contradiga al Libro sagrado. Estos fundamentalistas pretendieron la conversión tanto de judíos como de cristianos so pena de expulsión de sus tierras, e impusieron el bereber septentrional como idioma obligatorio. En el plano religioso, su intolerancia fue absoluta bajo el principio de una sola fe... aquella en Alá. En la coerción y apremio concomitantes, los imanes y los soldados cumplieron un importante rol.
En Marruecos los judíos tampoco eran bien vistos por la población mahometana. Seguramente en secuela a ello, en el curso de sus años en Fez, Maimónides escribe una misiva a los judíos. En la misma los conmina -si ello era necesario para sortear la muerte a manos de los musulmanes- a fingir el apostatar y practicar la fe judía en secreto. Siglos después, en particular en la península ibérica durante la Inquisición, la población judía haría uso de esta "enseñanza" para evitar la condena del Santo Oficio. En todo caso, la apostasía era igual manipulada a conveniencia. Buen ejemplo es Tomás de Torquemada (1420-1498), dominico inquisidor general de los reinos de Castilla y de Aragón, y confesor de la corte de Isabel la Católica. La conversión de este judío al catolicismo generó una ingente fortuna para sí y su familia. Tengamos presente que para los católicos la fortuna no es mala cuando es propia... al margen de que de los pobres será el reino de los cielos.
La estirpe de Maimónides, presidida por su padre, el juez Rabí Maimón, inicia un nuevo peregrinaje que lo llevaría con sus miembros -navegando por el Mediterráneo- a Tierra Santa. En 1166, nuestro filósofo y su familia llegan a Egipto. Se radican en Fostat, primera capital egipcia, actual El Cairo, que llegó a su esplendor precisamente en el siglo XII. Maimónides fallece el 20 del Tevet de 1204; es sepultado en Tiberíades, ciudad ubicada a orillas del lago Kinneret, Galilea, la cual años después sería profanada.
Las primeras lecciones en la educación de Rambam estuvieron a cargo de su padre. Hombre erudito, de familia aristocrática, que se dice era descendiente directo del rey David. Si bien Maimónides pasa a la historia como insigne filósofo, fue también un médico ilustre. Fue galeno de la corte de Saladino (1137-1193) y de su hijo, Al-Malik (1170-1225).
Maimónides y sus "lecciones" filosóficas fueron objeto de análisis entre varios sectores pensadores de la Europa de entonces. Y ello, tanto por los propios hebreos... como por estudiosos musulmanes y católicos reactivos a imposiciones fundamentalistas. Unos y otros avizoraron la oportunidad de encontrar en los preceptos rambambinos el necesario equilibrio que escudriña entre la religión y la razón. No perdamos de vista que Jaime de Aragón (1208-1276) promovió durante su reinado el forcejeo entre varios credos, al margen de la promoción que hizo de dos Cruzadas.
Entre los rabinos, las tesis de Rambam también fueron cuestionadas. Lo hicieron en franca oposición al racionalismo de este. El "asunto" llegó a su clímax con la intervención del rabino Salomón de Montpellier, quien acusó de herejía al filósofo ante los dominicos en París. En 1233 las obras de Maimónides fueron quemadas en una hoguera levantada en la Plaza de Montpellier. Esta hipócrita "amistad" entre el rabino y los dominicos duró poco. En 1264, el papa Clemente IV (Guido Foulques, 1202-1268), apodado "Guido el Gordo", confirmó la proscripción del Talmud, y ordenó su quema en todo el mundo cristiano.
El racionalismo de Maimónides, que irritó a judíos y cristianos, está relacionado con sus aserciones en el sentido de que quienes meditan y hablan de Dios -sin poseer la necesaria ciencia y solo vinculándolo a un simple ser de su imaginación, o a una tradición aprendida- no piensan realmente en Dios y no meditan sobre Él. (O)