El presidente reelecto de Ecuador, Daniel Noboa, enfrenta múltiples desafíos al iniciar su mandato completo este 24 de mayo. A pesar de haber obtenido un sólido respaldo electoral con el 56% de los votos, y de arrancar con un escenario positivo en términos de gobernabilidad, deberá abordar y generar resultados tangibles en materia de seguridad, economía, gobernabilidad y desarrollo social.
La violencia vinculada al narcotráfico y al crimen organizado transnacional ha convertido a algunas regiones del país en zonas de muy alto riesgo de acuerdo a estándares internacionales. Aunque en su período interino de año y medio el Presidente Noboa implementó importantes políticas que incluyeron la militarización y reformas legales, los resultados todavía son insuficientes y la percepción de inseguridad persiste.
La firma del acuerdo de cooperación militar con EE.UU. y la búsqueda de otros aliados internacionales para combatir esta crisis son un buen inicio. Es fundamental el intercambio de inteligencia, apoyo logístico y el entrenamiento conjunto para eliminar a las mafias que nos han sometido los últimos años. Al mismo tiempo, el nuevo gobierno deberá concretar la asistencia internacional, técnica y financiera, para reforzar el sistema penitenciario y el control de puertos y fronteras.
En materia económica (que también tiene relación con la seguridad), la economía ecuatoriana se contrajo en el 2024, y la pobreza hoy en día afecta al 31,9% de los ecuatorianos. Paralelamente, el empleo informal alcanza el 58% de la población. Existen sectores vulnerables que realmente necesitan mas apoyo para poder insertarse efectivamente a la estructura productiva, y para esto se debe generar más inversión en los sectores en los que somos competitivos y que tienen un alto potencial como los son la agricultura, la minería formal, las energías renovables y el turismo. Al mismo tiempo, el modernizar el marco laboral y fomentar la productividad empresarial son fundamentales para generar empleos estables. Finalmente se deben continuar implementado iniciativas de canje de deuda por conservación, acciones que no solo alivian la carga fiscal, sino que también promueven la sostenibilidad ambiental.
Comercialmente, Ecuador debe afianzar su presencia en los mercados donde su oferta exportable está bien posicionada y abrir nuevos mercados donde la demanden. De manera especial el país tiene una oportunidad histórica y un alto potencial para fortalecer su relación con Estados Unidos, país con el que el Presidente Noboa ha dado señales claras para profundizar esta alianza estratégica. Al ser nuestro principal socio comercial, con más del 25% del total de nuestras exportaciones, se debe ampliar el acceso preferencial de productos ecuatorianos a ese mercado, mediante un un acuerdo comercial más estable y profundo.
En materia social, el Presidente deberá abordar reformas estructurales con modelos innovadores en los sectores de educación y salud. En ambos sectores la premisa no debe ser solo tener presupuestos, sino una buena capacidad de gestión y ejecución. Tiene por delante el gran reto de resolver y dar sostenibilidad al sistema de pensiones, bajar los indices de desnutrición crónica infantil, y de garantizar el abastecimiento transparente de medicinas de calidad, desmantelando las mafias enquistadas por décadas en su manejo.
Se ha generado una gran expectativa ante este nuevo período gubernamental. Los ecuatorianos esperamos desde hace rato ver a un verdadero estadista en el poder. Para eso es fundamental el que exista una visión estratégica, sin improvisaciones y con un plan claro, coherente y a largo plazo. Alguien que realmente actúe con ética e integridad con medidas y señales claras que combatan la corrupción y la impunidad, hoy por hoy tan estrechamente relacionadas con la inseguridad.
Esperamos un liderazgo transformador que a más de respetar la democracia y el estado de derecho, sepa escuchar y que tenga capacidad de diálogo para alcanzar consensos que incluyan a todos, salvo a quienes están al margen de la ley. Todos queremos un líder que genere confianza y que conecte con la gente, que se gane ese respaldo incluso para afrontar temas impopulares si son necesarios para el bienestar nacional.
Se terminó el desgastante período electoral. Como en todo inicio, estamos vigilantes, pero también con esperanza y ansias por prender motores, maximizar el potencial del Ecuador y juntos proyectarle hacia un futuro prospero, solidario y de paz. (O)