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Rishi Sunak
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También sabemos que por primera vez en la historia, el primer ministro británico es practicante hindú, lo cual le coloca en una situación especial, pues es quien tendrá el poder ceremonial de nombrar obispos de la iglesia anglicana.

26 Octubre de 2022 21.17

Desde este martes, como todo el mundo sabe, Gran Bretaña tiene el primer ministro más joven de la historia, 42 años, y por primera vez uno de origen indio. Como dicen en inglés, en el cargo está “the first person of color”, cosa que algunos ignorantones medios de prensa de por estos barrios han traducido literal e impunemente, cuando en español latinoamericano decir “persona de color” es políticamente incorrecto, pues suena discriminatorio.

La ascensión de Rishi Sunak, antiguo ministro de Economía, también ha llamado la atención por su fortuna que, según parece, es mayor que la del rey, la que le viene no solo por ser yerno de un multimillonario (el cofundador de Infosys) sino por lo que él y su esposa, Akshata Murty (a la que conoció en la escuela de negocios de Stanford, EE. UU.), construyeron al manejar fondos de inversión. De acuerdo a listas de riqueza británicas, Sunak y su esposa poseen una fortuna de 820 millones de dólares mientras que la pareja real tendría unos 400 millones (tampoco es que sea muy importante, porque el rey maneja las inconmensurables riquezas de la corona). 

También sabemos que por primera vez en la historia, el primer ministro británico es practicante hindú, lo cual le coloca en una situación especial, pues es quien tendrá el poder ceremonial de nombrar obispos de la iglesia anglicana.

Pero lo que a cualquiera que conozca un poco la historia, ni la juventud ni la etnia ni la riqueza ni la religión llaman tanto la atención como el hecho de que una persona de origen indio sea primer ministro de la antigua potencia colonial. Sus abuelos eran personas pobres de una aldea del Punjab, que, tras la independencia de la India, migraron a Kenia y Tanzania para dar educación a sus hijos. Sus padres, a su vez, y cada uno por su lado, migraron a Inglaterra a fines de los 1960, allí estudiaron, él medicina, ella farmacia, se conocieron, se casaron y fue en Southampton donde nació el actual primer ministro en 1980, siendo el mayor de tres hijos.

Solo han pasado 75 años de la independencia. Tras dos siglos de dominio colonial inglés, India la recuperó el 15 de agosto de 1947. No fue fácil: su lucha liberadora comenzó en los años 1920 y tuvo el extraordinario componente de desobediencia civil extendida, predicada por Gandhi desde los años treinta (cuando encabezó la épica Marcha de la Sal) e incrementada en los cuarenta, como parte de la resistencia pacífica. La independencia del subcontinente, con la división en tres países para crear dos estados musulmanes, Bangladesh y Pakistán, al este y al oeste, y, en el medio, la India hindú, fue el hito principal del segundo momento histórico de la descolonización (que incluyó la independencia de decenas de países en Asia y África), mientras el primero fue la independencia latinoamericana en el primer cuarto del siglo XIX. El legado colonial, como siempre, es mixto: violencia, saqueo de la riqueza, pero también el inglés como lengua franca de la clase media y las élites; el sistema judicial, el parlamentario; la aspiración cultural.

Su disciplina y su dedicación al estudio, ha permitido a los migrantes hindúes sobresalir en Europa: en Portugal ya ha habido dos primeros ministros con ascendencia en su antigua colonia de Goa, incluido el actual primer ministro António Costa. E Irlanda ya tuvo entre 2017 y 2020 un primer ministro cuyo padre es de Bombay, Leo Varadkar, que, por cierto, podría recuperar su puesto en diciembre (lo que producirá la aún más asombrosa coincidencia de los dos países vecinos del archipiélago estén gobernados por descendientes indios).

Es verdad que el mundo ha tenido muchos cambios en los 75 años que han transcurrido desde la independencia de la India y es verdad que sus hijos están en posiciones de influencia y autoridad en todo el mundo, pero le hubiéramos creído loco de remate a quien hace diez años hubiera dicho que algún día un político de origen indio iba a estar al frente del gobierno de la antigua potencia colonial.

Como recordó Ishaan Tharoor del Washington Post, una vez Winston Churchill calificó a los indios de "pueblo bestial con una religión bestial". Ahora, alguien de este origen y de la fe hindú asumirá el antiguo puesto de Churchill como primer ministro. India, con toda razón, lo festeja. "El hijo de la India se eleva sobre el imperio", ha puesto como titular un canal indio de noticias en inglés. "La historia cierra el círculo en Gran Bretaña".

Hay que reconocer también, con admiración y alegría, que en Gran Bretaña, la raza, cultura y religión de Sunak no han sido óbice para su meteórica carrera política (tampoco lo fue para Kwasi Kwarteng, el ministro de Finanzas afrodescendiente que tanto hizo por hundir a la libra en el fugaz régimen de Liz Truss, la Breve. Y tampoco para el alcalde de Londres, elegido en dos ocasiones, quien es de origen pakistaní musulmán).

Y la otra gran lección es que el esfuerzo de sus abuelos por educar a sus hijos, y el de estos por educar a Sunak, en escuelas de élite y con una licenciatura en la Universidad de Oxford, como en todo tiempo y lugar, han dado frutos. "Para mi familia, que no tenía nada hace dos generaciones, el camino era la educación", ha dicho el nuevo primer ministro. Es de esperar que ahora pueda con el cargo, en el que tendrá que arreglar el monumental desastre que dejaron Liz Truss y Boris Johnson, y también las presiones políticas y económicas de la coyuntura europea.

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