Forbes Ecuador
economia
Columnistas
Share

No existe ninguna seguridad de estar frente a un proceso de recuperación sostenida de la economía, a un efecto rebote de año pasado o a una suerte de combinación de ambos factores. Mucho dependerá de las siguientes decisiones de gobierno y del ambiente político del país.

8 Agosto de 2025 15.05

Hace pocos días se conoció el crecimiento de la economía en el primer trimestre del 2025 frente al mismo periodo del año anterior y respecto al trimestre inmediatamente previo, es decir, al cuarto del año 2024. En el primer caso el crecimiento fue de 3.5% y en el segundo el aumento fue del 3.4%. Como resultado de este aumento de la actividad económica se han esgrimido una cantidad de comentarios, desde aquellos que le otorgan más credibilidad al anuncio del BCE en el sentido que la economía crecería este año al 2.8% hasta presunciones que apuntaban a una tasa cercana al 4%.

Las otras fuentes de información como el Banco Mundial, el BID, la Cepal y algunas instituciones privadas son más cautas y comentan para este año un crecimiento entre el 1.5% y el 2%. El propio FMI en su reciente informe donde expresan su complacencia del cumplimiento del país en las metas de diciembre 2024 y abril 2025 predice que la economía crecería el año en curso en el 1.7% y en el 2.1% para el 2026.

Por estas cifras se podría anotar que efectivamente un crecimiento sobre el 3% frente a la contracción del año anterior es una buena señal aunque de ninguna manera puede significar un ritmo necesariamente sostenido y estable. Entre las razones que se pueden citar para tratar de explicar este crecimiento está el aporte de las remesas el año anterior en cerca de los USD 6.500 millones, monto que muestra un récord histórico por este concepto. Esta cifra es cercana al 10% del total de depósitos bancarios, por lo que sin duda representa un valor significativo, pues además está entre los rubros de mayor ingreso de dólares en términos de las exportaciones. Por otra parte, el año pasado se registró el financiamiento externo derivado del acuerdo con el FMI y el resto de multilaterales y el pago de atrasos que también aumentan la liquidez y permite incremento de ventas y de actividad económica. Para el primer trimestre del 2025, a diferencia del 2024, las importaciones empiezan a subir mientras el 2024 éstas se redujeron en todos los conceptos, esto es, materias primas, bienes de capital, bienes de consumo, principalmente. Por estas razones, la inyección de liquidez por distintos conceptos es lo que podría explicar este aumento de la actividad económica.

Existe así mismo el factor de haber registrado el 2024 un año de recesión, pues la economía cayó en el 2%, situación que para la producción del año 2025 implica un salto de una cifra negativa a una positiva, lo que también denota un efecto rebote y ayuda a que la cifra muestre un ritmo significativo. Cuando el punto de partida es bajo, las posibilidades de registrar tasas positivas y altas es mayor, basta recordar la caída del 9% en el 2020 por la crisis del Covid y el rebote del 9% el 2021 cuando la situación empezó a normalizarse. No son fenómenos cercanos en sus causas, las magnitudes son obviamente distintas, pero estadísticamente ilustran lo comentado. 

Con estos razonamientos es, por lo tanto, necesario analizar si este ritmo se podrá mantener o simplemente tenderá a crecimientos anteriores de casi estancamiento. ¿Será este aumento del PIB un comportamiento que pueda calzar como un evento solo de rebote o es definitivamente el inicio de la recuperación económica?

 El gobierno mantiene vigente el acuerdo con el FMI y necesita, sin lugar a dudas, del financiamiento externo para atender las necesidades presupuestarias y poder cumplir las nuevas metas con el FMI. Según anuncios del gobierno, la meta del déficit fiscal para el año 2025 es de aproximadamente USD 3.500 millones, sin embargo, según estimaciones del Observatorio de la Política Fiscal, el desequilibrio hasta esta fecha apunta más bien a un déficit cercano a los USD 5.000 millones. Esto conllevaría a la necesidad de mantener la austeridad y seguir ajustando el gasto público y buscar mayores ingresos presupuestarios. Esto significa que el mantenimiento del programa puede no ser tan cercano a la recuperación económica, en cuyo caso el ritmo de crecimiento del primer trimestre aparecería más como un factor rebote del año pasado que de un proceso de recuperación sostenido.

Si los siguientes trimestres de este año empiezan a registrar tasas de crecimiento similares, si las inversiones anunciadas empiezan a concretarse, si hay espacio de pago de atrasos fiscales, si las remesas siguen su tendencia alcista y tanto las exportaciones como importaciones aumentan a buena velocidad, sí se podría estar iniciando un proceso de recuperación en el crecimiento del PIB y hasta podría calzar en el concepto de sostenibilidad. No obstante, esto no quiere decir que las tasas sean muy por encima del 2% anual en el presente año.

La posibilidad del aporte que pueda brindar el fisco para esa reanimación económica dependerá si el gobierno va a estar dispuesto a adoptar ciertas iniciativas de reformas como la laboral, la de seguridad social, la de los subsidios a los derivados de petróleo o la de instituciones del estado, sin las cuales el presupuesto del estado no podrá asignar más recursos a la inversión pública. Debe anotarse, sin embargo, que de cualquier manera el espacio que se abra en el presupuesto fiscal para inversiones será, de producirse, un tema gradual. Las decisiones de reducir el gasto público, en general, van muy cercanas al costo político de las mismas y por eso dependerá de la decisión del presidente en estas materias.

La recuperación de la producción petrolera, por ejemplo, podría apoyar un proceso de recuperación económica pero ese tema debe pasar por una reforma a Petroecuador en la forma y en el fondo, así como volver a consultar al país sobre la paralización de la producción de crudo en las zonas protegidas, tema también espinoso en lo político.

Por las razones expuestas, no existe ninguna seguridad de estar frente a un proceso de recuperación sostenida de la economía, a un efecto rebote de año pasado o a una suerte de combinación de ambos factores. Mucho dependerá de las siguientes decisiones de gobierno y del ambiente político del país. (O)

10