Después de un largo período de separación, nuestra familia de cinco, finalmente se reunió para las fiestas. Si bien fue una ocasión alegre para todos nosotros, también sacó a la luz algunas de las diferencias que habían surgido entre nosotros durante nuestro tiempo separados. Nuestro hijo, Gabriel, ha vivido en España durante algunos años, y sus experiencias y perspectivas se vieron influenciadas por esto. De manera similar, sus hermanas, Daniela e Isa, han establecido sus propias vidas independientes en Brooklyn, dando forma a sus propias perspectivas y experiencias. Por otro lado, Nesrin y yo vivimos en Washington D.C., donde nuestro entorno ha moldeado también nuestras particularidades.
Si bien todos nos queremos profundamente, es natural el que hayamos formado modos de pensar y perspectivas únicas durante nuestro tiempo separados. Esto ocasiona malentendidos y conflictos, ya que muchas veces no vemos las cosas de la misma manera.
Para abordar esta fricción, decidimos tomar el control de la situación y emprender un viaje por carretera juntos. Durante cinco días, estuvimos todos compartiendo la ruta en un automóvil, solo la familia, sin señal telefónica, nuestras propias listas de reproducción y muchas conversaciones. Durante este viaje, imaginé a nuestra familia como si fuésemos cinco grandes rocas, cada una distinta y única, con sus esquinas angulares, arrojadas a una mezcladora de concreto. Al principio, nuestras diferencias y perspectivas parecían chocar y chocar entre sí, como los bordes ásperos de las rocas. Pero cuando nos colocaron a todos juntos en un tambor giratorio, esas esquinas angulares comenzaron a suavizarse, a pulirse. Nuestras diferencias no desaparecieron por completo, pero se hicieron menos notorias a medida que volvíamos a aprender, a comprender y a apreciar las perspectivas de los demás. Como resultado, pudimos volver a compartir nuestro espacio de manera más fluida, ¡como cuando el cemento, la grava y el agua se mezclan de manera homogénea para crear concreto! Al igual que la fricción que ocurre dentro de la batidora, nuestro tiempo juntos ayudó a suavizar nuestras diferencias y a unirnos más, ¡como un todo!
Mientras pasábamos tiempo juntos y trabajamos en nuestras relaciones, pudimos superar la fricción y fortalecer el vínculo entre nosotros como familia.
Después de estos valiosos días juntos, pudimos reconciliar algunas de estas diferencias y volver a sentirnos como una familia sólida. Como dijo Daniela: "necesitábamos una limpieza".
Fue un recordatorio de la importancia de la paciencia, la comprensión y una mente abierta en las relaciones y de cómo incluso las pequeñas diferencias se pueden superar con tiempo y esfuerzo. En general, la reunión fue una experiencia conmovedora y significativa para todos nosotros, y una que atesoraremos durante años. Estos momentos tienen el poder de acercar a las familias y fortalecer el vínculo entre ellas. Como padres, es comprensible que reunirse con su familia después de un año y medio de separación sea una experiencia especial y significativa. También es común que surjan diferencias durante este proceso, ya que cada miembro de la familia ha tenido sus propias y únicas experiencias y perspectivas durante la separación. La clave es ser pacientes entre sí, tener la mente abierta y comprensiva y trabajar para encontrar puntos en común y fortalecer el vínculo que siempre existió. (O)