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Columnistas
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En la historia del mundo futbolístico han existido varias injusticias que pudieron haberse prevenido con el VAR (del inglés Video Assistant Referee): 'El gol fantasma'; 'la Mano de Dios'; Chelsea y los penales no cobrados al Barcelona; la eliminación del Málaga de Pellegrini; o el mundial 'de la mano' de Henry. Sin embargo, la introducción de nuevos tipos de tecnología que buscan dar más 'objetividad' al deporte, no están exentos de controversias en su uso y su posible abuso.

05 Diciembre de 2022 18.10

A los 50 minutos y 25 segundos del partido de cuartos de final entre Argentina e Inglaterra en 1986, Diego Maradona marcó un gol “un poco con la cabeza y un poco con la mano de Dios”. Para los comentaristas fue más la intervención divina que la mortal, pero desde la perspectiva subjetiva del árbitro la acción fue legítima. Algunos dicen que este tipo de controversias nunca sucederían hoy en día, debido a que la tecnología ha empoderado a los réferis con el árbitro asistente de video (VAR), una herramienta implementada desde 2018, que muestra 33 diferentes ángulos de cámara dentro del estadio. Esto le habría brindado a Ali Bennaceur una nueva perspectiva para tomar una decisión más 'objetiva' en el encuentro, aunque ya han pasado 36 años y los altercados no acaban. 

Los avances tecnológicos dentro del fútbol aún siguen evolucionando y con ello vienen mis primeras interrogantes. Durante el Mundial Qatar 2022 se estrenó el uso de la inteligencia artificial para determinar cuando un jugador se encuentra o no en offside (fuera de juego). Un sensor en el balón transmite su posición en el campo 500 veces por segundo y 12 cámaras de movimiento utilizan “machine learning” para triangular la posición de los cuerpos de los jugadores, lo que permite crear una animación 3D instantánea de lo que ocurre en el campo. Pero el uso de estas herramientas no escapa de las controversias, como es el caso de las múltiples anulaciones de goles a lo largo del torneo debido al uso del panóptico, a lo Big Brother, de la Fédération Internationale de Football (FIFA).

Está el caso del primer gol de Enner Valencia que fue anulado en el partido inaugural y al que Gustavo Alfaro se refirió, entre risas, a que de ahora en adelante los jugadores deberán cortarse las uñas porque se marca la puntita del pie como adelantado. O el gol anulado de Argentina por tener el hombro en offside, pese a que el reglamento establece que debe ser una parte del cuerpo que le dé ventaja al jugador, ¿una oreja o una nariz podrían ser determinantes para la decisión milimétrica del fuera de juego? Ahora el arbitraje podría verse más justo porque el margen de error se disminuye, pero esto abre un abanico de posibilidades para abusos fundamentados en las diferencias individuales que tienen nuestros cuerpos. 

En el encuentro entre Japón contra España, en fase de grupos, también hubo polémica. Para muchos televidentes la jugada era clara, el balón estaba fuera, pero el árbitro confió en la cámara de línea. Las reglas son claras: 100 % del balón debe cruzar la línea, ¿si la pelota está 99,9 % fuera, pero todavía queda un 0,01 % dentro, entonces, sigue habilitada? ¿O es tiempo de replantearnos el reglamento para adaptarnos a los nuevos métodos de regulación? Lo que queda claro es que debemos encontrar una solución para que los espectadores de carne y hueso no se queden con un mal sabor de boca (pese a que debo admitir que le iba a Japón en ese partido), por lo que es tiempo de delimitar una cifra mínima que sea perceptible para los fans. 

El uso de la tecnología también tiene su lado oscuro. La FIFA es una organización manchada por escándalos de corrupción y falta de regulación de terceros, ¿qué les impide colocar un objeto que emita micro vibraciones dentro del balón para alterar una jugada clave? O en el caso de los equipos, ¿qué les impide utilizar instrumentos carentes de regulación para tecnificar más a sus jugadores? Podrían, por ejemplo, colocar en las camisetas gadgets que le avisen a sus jugadores que se encuentran en una posición de offside para volver a colocarse detrás de la línea antes de que sea demasiado tarde. Creo que, en el espíritu de la deportividad, el uso de estos artefactos no tiene que ser un factor determinante en la superioridad del juego, los equipos más ricos no deberían poder utilizar herramientas a las que los equipos más humildes no tienen acceso.  

En esta batalla entre lo objetivo y lo subjetivo, es necesario llegar a un fútbol libre de interpretación, pero para poder hacerlo no solo es necesario tener los inventos más modernos, sino que es fundamental cultivar y generar confianza en las decisiones tomadas. Si elegimos terminar con la carrera de los árbitros y entregarle la totalidad de las decisiones a un robot, tenemos que estar completamente seguros que dicha elección no podrá ser influenciada por factores externos y que el uso de la data será administrado para dar igualdad de condiciones a los participantes. Esta etapa preliminar nos ha dejado muchas lecciones aprendidas que deberán ser utilizadas en los próximos pasos, durante la implementación de etapas como las faltas, los penales y la emisión de tarjetas amarillas y rojas. Aunque los árbitros humanos continúan teniendo la última palabra en las decisiones del partido, cada vez hay menos cabida para errores humanos y todos los días se abren nuevas puertas para réferis libres de prejuicios, emociones, corrupción y subjetividad. (O)

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