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Mientras el capital de riesgo se retira, los multimillonarios y las dinastías apuestan por el mercado de la longevidad

Sindhya Valloppillil

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Con ciclos de retorno demasiado cortos y resultados débiles, los fondos tradicionales perdieron terreno frente a jugadores con otra lógica. Fondos soberanos, clanes familiares y millonarios con vocación de legado se posicionan en un sector que ya dejó de ser solo biotecnología para convertirse en geopolítica pura.

10 Septiembre de 2025 21.30

La inversión en longevidad no murió: se transformó y entró en una nueva etapa. En mi nota anterior sobre Ezra, Forward, Modern Age y Ever/Body, sostuve que esos fracasos no se explican por falta de interés del público. La economía del bienestar, valuada en US$ 5 billones, confirma que hay demanda. El problema fue otro: el capital. Los modelos financiados con capital de riesgo fallaron por un costo de adquisición de clientes muy alto, baja retención y escasa profundidad clínica.

Esta semana, el Wall Street Journal publicó un artículo que redujo la longevidad a una lista de multimillonarios obsesionados con la inmortalidad. Jeff Bezos, Yuri Milner y Sam Altman aparecían como si fueran donantes de una gala de beneficencia. Pero el texto omitió lo más importante: los fondos soberanos, las oficinas familiares dinásticas y los multimillonarios no están financiando caprichos. Están desplazando al capital de riesgo y convirtiendo la longevidad en una disputa de poder con dimensión geopolítica y dinástica.

Quién financia realmente la longevidad

La caída de Sand Hill Road confirmó lo que muchos expertos venían advirtiendo: el capital de riesgo no está diseñado para financiar la ciencia del envejecimiento, un campo que lleva décadas de desarrollo. Ese hueco lo empezó a ocupar una nueva clase de inversores con más recursos, una mirada a largo plazo y ambiciones mucho más grandes.

Para ellos, la longevidad no es solo un mercado. Es una herramienta de poder, una estrategia de legado dinástico y una de las próximas grandes divisiones del poder global. La discusión ya no pasa por saber si una startup puede vendernos la inmortalidad en una caja. La pregunta es otra: quién controlará la ciencia del envejecimiento y qué países y familias se beneficiarán cuando eso ocurra.

Cuando VC perdió su control

Sand Hill Road no se retiró del todo de la longevidad. General Catalyst, a16z Bio + Health y Khosla todavía participan, pero los avances vienen siendo lentos.

Tony Robbins y Peter Diamandis
Tony Robbins y Peter Diamandis.

 

El capital de riesgo puede empujar ideas en etapas iniciales, pero tropieza en el largo recorrido que implica la biotecnología. Estos fondos están pensados para obtener retornos en un plazo de entre 7 y 10 años, mientras que la ciencia de la longevidad requiere décadas. Ese desajuste dejó un camino lleno de startups paralizadas y capital inmovilizado, lo que forzó a muchos fundadores a salir a buscar inversores capaces de esperar el tiempo que la ciencia necesita.

Por qué el historial de longevidad de los VC es mixto

La longevidad no encaja en el modelo del capital de riesgo.

  • Desfase temporal. La mayoría de los fondos de capital riesgo trabajan con ciclos de entre 7 y 10 años, pero las inversiones en biotecnología de alto impacto —como la reprogramación celular o el diagnóstico por biomarcadores— pueden tardar entre 15 y 20 años en madurar.
  • Errores con los consumidores. Las startups de bienestar liviano financiadas por capital riesgo perdieron clientes y enfrentaron problemas de credibilidad. Los escáneres corporales de Ezra, los spas médicos boutique de Ever/Body y las clínicas futuristas de Forward no lograron retener a sus usuarios el tiempo suficiente como para justificar la inversión.
  • Sequía de salidas. En 2021 se concretaron 104 ofertas públicas iniciales (OPI) de biotecnología. En 2022, apenas llegaron a 24. Para el segundo trimestre de 2025 no se registró ninguna, lo que marcó la peor sequía en 15 años, según BioPharma Dive y William Blair. Con las salidas paralizadas, los inversores de capital riesgo empezaron a dudar.

El auge del capital de largo horizonte

Donde el capital de riesgo fracasó, otros actores tomaron el control. Multimillonarios, dinastías, fondos soberanos y fundaciones híbridas están redefiniendo la longevidad como algo mucho más profundo que una clase de activo financiero. La ven como legado, como una cuestión de seguridad nacional y como una herramienta para asegurar la continuidad intergeneracional.

Abbas Hashmi dando un discurso inaugural en la Conferencia 24Fintech en Riad
Abbas Hashmi dando un discurso inaugural en la Conferencia 24Fintech en Riad.

 

"Las family offices ya no son un activo secundario, sino que se encuentran en el centro de la historia del capital de longevidad", afirmó Abbas Hashmi, director de Saudi Family Holdings. "UBS descubrió que ahora asigna el 44 % de sus carteras a alternativas a nivel global, y el 54 % en EE.UU. Dentro de estas asignaciones, la salud y las ciencias de la vida se sitúan constantemente entre los principales objetivos del capital privado, lo que demuestra un compromiso real a largo plazo con el bienestar humano", precisó.

Los nuevos constructores de la longevidad

Multimillonarios: mucho más que proyectos personales

Según el Wall Street Journal, los ultrarricos invirtieron más de US$ 5.000 millones en los últimos 25 años en proyectos vinculados a la longevidad. Jeff Bezos y Yuri Milner canalizaron más de US$ 3.000 millones a Altos Labs; Sam Altman prometió US$ 1.000 millones para Retro Biosciences; Peter Diamandis y Tony Robbins recaudaron US$ 18 millones para Fountain Life; y Dave Asprey respalda de forma privada a Upgrade Labs.

Pero estas no son apuestas pensadas para obtener rentabilidad en el próximo trimestre. Son proyectos con una mirada histórica, que abrieron la puerta a dinastías y fondos soberanos con ambiciones todavía más grandes.

Oficinas familiares: las dinastías toman protagonismo

Las family offices se transformaron, casi en silencio, en el grupo más influyente de inversores en longevidad. Administran cerca de US$ 10 billones en activos globales y destinan una parte significativa de sus carteras a salud y ciencias de la vida: un promedio del 34 %, según Goldman Sachs. UBS detalla que las family offices de EE.UU. invierten el 54 % de sus carteras en activos alternativos, con la salud entre los principales destinos.

Desde los herederos de Adidas, que invierten en Riad a través de leAD Sports & Health Tech Partners, hasta Claypond Capital —el family office de Ranjan Pai en India— que destinó US$ 3 millones a Biopeak, las familias dinásticas no ven la longevidad como una tasa interna de retorno, sino como una forma de asegurar el legado. Como resume Abbas Hashmi, de Saudi Family Holdings: "Para las dinastías familiares, invertir en longevidad no se trata de la TIR. Se trata de asegurar que sus nietos hereden tanto riqueza como salud".

Fondos soberanos: la longevidad como estrategia de Estado

Los fondos soberanos de inversión cuentan con recursos todavía más grandes. En total, gestionan US$ 11,2 billones a nivel global, según la IFSWF. Solo la Autoridad de Inversiones de Abu Dabi administra cerca de US$ 1,06 billones, mientras que la Autoridad de Inversiones de Qatar controla US$ 557.000 millones. Aunque no todo ese capital está dirigido a la longevidad, la atención médica y la biotecnología ya figuran entre las prioridades, y los especialistas anticipan la creación de fondos específicos centrados en este sector.

"Los fondos soberanos de Oriente Medio y Asia ven la longevidad como una estrategia de diversificación, que amplía las carteras nacionales más allá de los hidrocarburos y la infraestructura", explicó Abbas Hashmi. "Una ciudadanía más sana implica menores costos sanitarios, mayor productividad y dividendos demográficos más sólidos", profundizó.

En este escenario, la longevidad no es solo una asignación de capital: es una herramienta de poder, vinculada a la cultura, la demografía y la proyección global de cada país. El fondo público de inversión (PIF) de Arabia Saudita, Mubadala de Abu Dabi, QIA de Qatar, Khazanah de Malasia y Temasek de Singapur ya son actores visibles en el sector de la salud. Aunque el PIF todavía no lanzó un fondo exclusivo para longevidad, los especialistas creen que es solo cuestión de tiempo.

Más allá del dinero, la longevidad empieza a integrarse como parte de una visión cultural. Flow, el proyecto de Adam Neumann, está desarrollando comunidades residenciales centradas en el bienestar en Riad. Como explica Hashmi: "Para los inversores soberanos, la longevidad no es solo una asignación de capital, sino una declaración de liderazgo que posiciona a sus países a la vanguardia de la ciencia, la diplomacia y el legado generacional".

Por qué este capital de la "longevidad" es diferente

Estos inversores no miden el éxito con una TIR trimestral, sino con décadas de legado, poder e impacto demográfico. Como resume Abbas Hashmi: "Los inversores soberanos de Oriente Medio y Asia ven lo que Silicon Valley pasó por alto. La longevidad no es una carrera de riesgo, sino un maratón generacional." Esta filosofía no solo define quién financia la longevidad, sino también dónde y con qué propósito.

Un nuevo mapa global de la longevidad

  • Silicon Valley. Altos y Retro lideran con proyectos biotecnológicos de alto riesgo y gran escala.
  • Europa. Clinique La Prairie combina clínicas de lujo con fondos enfocados en ciencia cercana al mercado.
  • India. Biopeak opera con una mezcla de capital híbrido y family office.
  • Oriente Medio. Ecosistemas de bienestar respaldados por fondos soberanos, desde clínicas hasta desarrollos inmobiliarios.
  • Asia. Temasek (Singapur) y Khazanah (Malasia) encabezan las asignaciones en salud. China comprometió más de US$ 9.000 millones a su Programa Nacional de Células Madre, convirtiendo la medicina regenerativa en una prioridad estatal. El plan japonés "Sociedad 5.0" integró la biotecnología de la longevidad como respuesta al envejecimiento poblacional. En Corea del Sur, Samsung Biologics y Cha Biomedical impulsan la exportación de productos antienvejecimiento.

Pero esto no es solo una cuestión de geografía. También es ideológica. En California, la longevidad es una apuesta tecnológica. En Riad o Zúrich, es parte de la marca-país y el legado dinástico. En Singapur, Pekín o Tokio, es una estrategia de diversificación económica y de supervivencia nacional.

La demografía como destino

La longevidad no es solo ciencia: es matemática pura. Los países enfrentan desafíos demográficos que convierten la inversión en longevidad en una necesidad política, económica y social.

  • Japón. Edad media: 49 años. Se proyecta que el gasto en salud llegará al 12 % del PBI en 2040.
  • Europa. Uno de cada cuatro ciudadanos tendrá más de 65 años en 2050, según Eurostat.
  • China. La población en edad laboral cae desde 2012. El gasto en salud podría duplicarse para 2035.
  • Arabia Saudita. Edad media: 29 años. Aun así, invierte en longevidad para diversificar su economía más allá del petróleo.
  • Estados Unidos. En 2034, por primera vez habrá más adultos mayores que niños, según la Oficina del Censo.

Los costos del envejecimiento en Japón, la ola plateada en Europa, la caída de la fuerza laboral en China, el giro etario en EE.UU. y el impulso de la juventud en Arabia Saudita explican por qué la longevidad dejó de ser un experimento científico para transformarse en una estrategia de Estado.

Implicancias para el mercado del bienestar de US$ 5 billones

La economía del bienestar superó los US$ 5 billones, pero la forma de medir el éxito está cambiando. La nueva generación de empresas de longevidad no girará en torno a suscripciones de suplementos ni a clínicas privadas de escaneo. Aparecerán plataformas que combinen décadas de investigación y desarrollo con adopción orientada al consumidor, respaldadas por capital paciente, dispuesto a esperar.

La longevidad no es un capricho de multimillonarios, aunque el Wall Street Journal la haya presentado así. Es la transformación profunda de una industria que se aleja del capital de riesgo de ciclos cortos y apuesta por estrategias a largo plazo, marcadas por el legado y la política.

Este giro no solo define quién podrá vivir más, sino también qué países mantendrán estabilidad política, qué familias sostendrán su poder económico y qué regiones controlarán la ciencia del envejecimiento. La longevidad ya no es solo un mercado: es una nueva dimensión del poder global.

 

*Con información de Forbes US.

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