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Innovacion

Premio Nobel de Física al descubrimiento de efectos macroscópicos en Mecánica Cuántica

Pablo Wahnon Editor de Innovación

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El Premio Nobel de Física 2025 quedó en manos de John Clarke (británico que trabaja en UC Berkeley), Michel H. Devoret (francés de Yale/UC Santa Barbara) y John M. Martinis (estadounidense de UC Santa Barbara) por demostrar, en circuitos superconductores, que los comportamientos más extraños de la mecánica cuántica -como el túnel cuántico y la cuantización de energía- también existen a escala macroscópica. 

7 Octubre de 2025 21.00

No se trata de un reconocimiento que se llevó el Nobel porque sea un tema de moda: reconoce una línea experimental iniciada en los '80 que creó una pregunta central: ¿hasta qué tamaño se puede observar lo cuántico? y estableció los cimientos de lo que sería la computación cuántica, nuevos sensores y comunicaciones más seguras. La Academia Sueca lo resumió de forma concisa en su comunicado oficial: "por el descubrimiento del tunelamiento cuántico macroscópico y la cuantización de la energía en un circuito eléctrico". 

Los tres laureados comparten más que un área: comparten un linaje científico. En la década del '80, Devoret -recién llegado de Francia- y Martinis -entonces doctorando- trabajaron con Clarke en Berkeley. De ese laboratorio salieron los experimentos con uniones Josephson que probaron que fenómenos típicos del "mundo atómico" podían emerger en circuitos reales sobre una mesa.

Años más tarde, en la entrevista posterior al anuncio, Clarke lo dijo sin titubear: "nada de este trabajo habría ocurrido sin los otros dos", celebrando cuatro décadas de discusiones y pruebas que hoy se coronan con el Nobel. Esa genealogía -director, posdoc y estudiante que luego se convierten en colegas- es la anécdota que mejor captura cómo se construye ciencia de frontera durante décadas, con paciencia y equipos. 

La otra arista del día tiene que ver con la traducción de esa física "extraña" a impacto económico. Si los ganadores de 2022 habían puesto el foco en entrelazamiento, este trío llevó la cuántica al banco de pruebas de la ingeniería: materiales superconductores, control de ruido, lectura de estados, estabilidad. 

No es casual que Martinis, ya como referente industrial, terminara liderando el laboratorio de Google que en 2019 firmó el hito de "supremacía cuántica", antes de dejar la compañía en 2020 tras diferencias de management. Ese viaje -del paper al prototipo, y del prototipo a la tensión entre academia e industria- es parte del camino de maduración del sector; los Nobel suelen "sellar" ese paso cuando el campo deja de ser promesa y se vuelve plataforma. 
 

pelota cuantica
Una pelota normal rebota contra la pared, en cambio una cuantica a veces pasa del otro lado. Este es el tipo de fenómenos extraños que estudian los investigadores

Devoret, por su parte, es figura clave del ecosistema de Yale que, junto a Robert Schoelkopf y Steven Girvin, cristalizó la arquitectura de circuit QED, el lenguaje con el que hoy se diseñan y leen qubits superconductores en buena parte de la industria. El comunicado de Yale lo retrata como uno de los arquitectos del enfoque que combinó cavidades de microondas con circuitos Josephson y transformó teoría en hardware. Clarke completa el triángulo como el gran maestro de los SQUIDs -dispositivos de interferencia cuántica superconductora-, con décadas dedicadas a empujar sus límites de sensibilidad y aplicación. 

Más allá de los nombres, el anuncio del Nobel funciona como termómetro de dónde está la frontera tecnológica. Se trata de darle un espaldarazo a la "próxima generación" de tecnologías cuánticas, desde computación hasta sensores y criptografía. Además , las mediciones ultra sensibles ya impactan en instrumentos como el MRI y en la electrónica de consumo. La señal para la región es doble: invertir en ciencia básica paga, pero la captura de valor requiere traducir laboratorio en producto, y eso depende de talento, industria y cadenas de suministro. 

También hay un subtexto sobre tiempos. El Nobel consagra trabajos con décadas de maduración, justo cuando los mercados miran la computación cuántica con un péndulo de euforia y escepticismo. Que hoy se premie la demostración macroscópica del "túnel" y la cuantización en circuitos recuerda que los breakthroughs que de verdad importan suelen comenzar con preguntas aparentemente filosóficas —¿dónde termina lo cuántico?— y terminan, años después, en líneas de producción.

En esa trayectoria, historias personales como la de Martinis —que dejó Google para volver a la academia— o la de Devoret —que cruzó el Atlántico y ayudó a levantar uno de los polos cuánticos más influyentes— explican tanto como los papers qué es construir una industria desde la física. 

ilustracin efecto cuantico
Una ilustración que hace referencia a la aparición del voltaje eléctrico descubierto por los ganadores del Nobel

A simple vista, el premio podría leerse como una distinción "a lo viejo": superconductores, uniones Josephson, cuantización. En realidad, es exactamente lo contrario: es un premio a la ingeniería de lo cuántico, a la capacidad de domesticar fenómenos frágiles en chips que hoy caben en equipos de laboratorio y mañana en racks industriales. Quien mire la lista de ganadores con mentalidad de negocio verá otra cosa: una hoja de ruta. 

Primero se debe entender y demostrar; segundo, estabilizar y medir; tercero, escalar y monetizar. A partir de hoy, Clarke, Devoret y Martinis se convierten en parte de la memoria institucional de ese recorrido. Y el Nobel le recuerda a los decisores que el puente entre física y economía se logra con investigación paciente, equipos que se forman y permanecen durante décadas y una industria capaz de absorber conocimiento sin quemar etapas.

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