Si bien a menudo se espera que los líderes proyecten certeza, este artículo argumenta que la inseguridad moderada es un poderoso activo de liderazgo. Actúa como un regulador de la velocidad cognitiva, animando a los líderes a hacer preguntas, buscar perspectivas diversas y fomentar una mentalidad de crecimiento. Esto evita la arrogancia, mejora la toma de decisiones, genera confianza y mejora la adaptabilidad en situaciones complejas, lo que en última instancia conduce a mejores resultados.
La confianza a menudo se considera el estándar de oro del liderazgo. La gente espera que los líderes proyecten certeza , tomen decisiones rápidas y avancen sin dudarlo. Al menos, ese es el estereotipo. Pero cualquiera que haya liderado en situaciones complicadas y ambiguas sabe lo poco realista que es esa expectativa. Ningún líder tiene una claridad perfecta. Ningún líder acierta en todas las decisiones. Y fingir lo contrario crea más problemas de los que resuelve
Aquí es donde la inseguridad se vuelve útil. No la que te lleva a la inseguridad, sino la que te hace reflexionar antes de asumir que tu visión es completa. Los líderes que albergan un poco de duda tienden a mantenerse alerta. Se preguntan más. Buscan una segunda perspectiva en lugar de confiar únicamente en la suya.
Se puede apreciar la diferencia en cómo estos líderes escuchan . No interrumpen a la gente. No se apresuran a dar la primera respuesta que suene convincente. Mantienen la curiosidad porque saben que la certeza a menudo esconde complejidad. Y cuando prestas atención el tiempo suficiente, empiezas a notar patrones antes, especialmente aquellos que otros pasan por alto.
Una inseguridad moderada, mantenida con confianza, se convierte en una ventaja de liderazgo. Evita caer en la arrogancia y mantiene la toma de decisiones basada en la realidad y no en el ego.
Cómo la duda sobre uno mismo fomenta un mejor juicio
La inseguridad funciona como un regulador cognitivo de velocidad. Te frena lo justo para considerar las alternativas. Los psicólogos suelen referirse a esto en términos de metacognición , la capacidad de reflexionar sobre el propio pensamiento. Los líderes que lo hacen bien no dan por sentado que su primera interpretación es correcta. La ponen a prueba. Experimentan con ella. Se preguntan si la otra persona en la mesa ve algo que ellos no ven.
Esto es especialmente útil cuando el entorno cambia rápidamente. El exceso de confianza lleva a los líderes a aferrarse a la experiencia adquirida. La inseguridad los impulsa a aprender. Les impide caer en lo que los investigadores denominan el "delirio de la competencia", donde los líderes se basan en marcos que funcionaron en su momento pero que ya no sirven.
Los líderes que aceptan un toque de duda tienden a adoptar una mentalidad de crecimiento. Tratan los errores como datos. Experimentan más, no menos, porque no buscan proteger una imagen perfecta. Buscan comprender qué funciona. Esa apertura genera seguridad psicológica para el equipo. Cuando un líder modela la incertidumbre reflexiva, los demás se sienten más cómodos expresando sus opiniones en lugar de ir a lo seguro.
El resultado son mejores decisiones. No necesariamente más rápidas, sino decisiones que resisten el escrutinio porque incluyen más perspectivas y menos puntos ciegos.
El costo de los líderes que se niegan a dudar
El exceso de confianza es agradable en el momento. Ofrece una sensación de control y claridad. Pero limita la percepción. Los líderes que evitan la duda tienden a filtrar la información incómoda. Buscan la validación en lugar de la verdad. Con el tiempo, se rodean de personas que les dicen lo que quieren oír.
El exceso de confianza es agradable en el momento. Ofrece una sensación de control y claridad. Pero limita la percepción. Los líderes que evitan la duda tienden a filtrar la información incómoda. Buscan la validación en lugar de la verdad. Con el tiempo, se rodean de personas que les dicen lo que quieren oír.
Así es como las organizaciones caen en crisis evitables. Cuando los líderes dejan de escuchar, los equipos dejan de advertirles. Cuando los líderes asumen que tienen razón, dejan de verificar. Y cuando los líderes se niegan a cambiar de rumbo, los pequeños problemas se convierten en problemas estructurales.
He visto equipos indecisos ante líderes demasiado confiados. Las personas hablan con cautela. Asumen menos riesgos. Comparten menos ideas. Buscan la aprobación en lugar de la mejora. La innovación desaparece porque todos intentan mantenerse del lado correcto de la seguridad del líder.
La inseguridad perturba esa dinámica. Indica que el líder prioriza la indagación sobre el ego. Un líder que dice: «Quizás me esté perdiendo algo» genera confianza más rápido que uno que insiste en tener razón. El equipo se relaja. La calidad de la conversación mejora. La información difícil se comparte antes.
Esto no es debilidad. Es disciplina. La duda es lo que mantiene a la autoridad honesta.
Convertir la duda en un hábito de liderazgo
La inseguridad solo se vuelve poderosa cuando se usa deliberadamente. Los líderes pueden desarrollar ese hábito con prácticas sencillas.
Empieza por observar los momentos en los que sacas conclusiones precipitadas. En lugar de quedarte estancado en tu punto de vista, hazte una pregunta: "¿Qué más podría ser cierto?". Parece insignificante, pero interrumpe la tendencia del cerebro a aferrarse a lo familiar.
A continuación, invite a otros a participar en su proceso de reflexión. Diga en voz alta: «Esta es mi perspectiva actual, pero quiero que la cuestionen». Cuando los líderes abren esa puerta, los equipos la cruzan. Las personas comienzan a compartir información que de otro modo ocultarían.
También puedes crear rituales personales que mantengan el ego bajo control. Algunos líderes usan diarios de reflexión. Otros le piden a un colega de confianza que les indique los momentos en los que parecen demasiado seguros. Algunos programan breves informes después de tomar decisiones importantes para preguntar qué se les pasó por alto. Estas prácticas son sencillas, pero con el tiempo moldean el juicio.
El objetivo no es dudar. Es tomar conciencia. La conciencia aumenta la adaptabilidad, y la adaptabilidad es la moneda del liderazgo moderno.
Los líderes más fuertes no son quienes eliminan la duda. Son quienes saben cómo usarla. La inseguridad, cuando se maneja con ligereza y consideración, te mantiene abierto, curioso y con los pies en la tierra. Te recuerda que el liderazgo no es una muestra de certeza, sino un compromiso con la verdad. Y la verdad suele revelarse a quien está dispuesto a cuestionarse primero.
Con información de Forbes US.