El coraje de ser malinterpretado
Jeanne M. Stafford Colaboradora
Jeanne M. Stafford Colaboradora
El coraje de ser incomprendido se ha convertido en una de las capacidades de liderazgo más esenciales de nuestro tiempo. En un mundo donde el ritmo del cambio se ha acelerado más allá de los precedentes históricos, el riesgo de ser incomprendido ya no es un obstáculo; es una condición inevitable de un liderazgo audaz
Irónicamente, cuanto más rápido se mueve el mundo, más seguro resulta tomar una postura. La mayoría de los desacuerdos se disuelven rápidamente en el torrente de información.
Lo que perdura es la claridad y la convicción que un líder aporta al trabajo.
Los líderes actuales se enfrentan a una turbulencia que los obliga a reinventar su forma de pensar, decidir y comunicarse. Según un análisis de McKinsey , el cambio tecnológico se produce ahora a un ritmo "diez veces más rápido y a una escala 300 veces superior" a la de la Revolución Industrial.
Con esta velocidad, la claridad se convierte en una ventaja competitiva y la valentía en un requisito
En este entorno, el malentendido no es un fracaso; a menudo es la primera señal de que un líder está dando un paso hacia el futuro antes de que la multitud esté preparada.
La valentía suele considerarse un rasgo de personalidad, pero en la práctica se acerca más a una disciplina, basada en la autoconciencia, la convicción y el propósito. Cuando los líderes comprenden lo que representan, la comunicación se vuelve más eficaz.
No buscan un acuerdo universal; buscan la alineación con su misión
San Agustín escribió: «La verdad es como un león. No tienes que defenderla. Déjala suelta. Se defenderá sola». El liderazgo actual exige una postura similar. Cuando los principios son claros, los líderes desperdician menos energía gestionando percepciones y más energía impulsando el progreso.
Abraham Lincoln captó bien la tensión: "A menudo se requiere más coraje para atreverse a hacer el bien que para temer hacer el mal".
Los líderes que hacen contribuciones significativas a la ciencia, el progreso social, el servicio público y los negocios rara vez parten del consenso. Parten de la claridad.
Aun así, los malentendidos tienen su peso. Gloria Steinem señaló en una conversación en la Conferencia de Creadores de 2014: «Ser incomprendido por personas cuyas opiniones valoras es, sin duda, lo más doloroso».
La historia está llena de ejemplos, especialmente entre mujeres, de ideas pioneras que inicialmente fueron descartadas, minimizadas o criticadas. Sin embargo, estas mismas personas transformaron industrias, narrativas y políticas precisamente porque persistieron.
El senador Daniel Patrick Moynihan, quien sirvió a cuatro presidentes de Estados Unidos y trabajó regularmente con otros partidos, ofreció un contrapunto en una entrevista con el New York Times en 1994 cuando le preguntaron sobre la incomprensión: "En serio... ¿Por qué seguir hablando de la incomprensión? Sigo aquí".
Su respuesta subrayó una verdad: la perseverancia importa. Los malentendidos son dolorosos, pero pasajeros.
El progreso es lo que perdura.
La investigación de Recompensas Totales de Alto Impacto de Deloitte descubrió que las organizaciones con una fuerte cultura de reconocimiento reportan resultados comerciales y de talento significativamente más sólidos.
Al mismo tiempo, impulsar el rendimiento humano implica fomentar la formación de conexiones positivas y fructíferas entre los trabajadores. Los equipos deben estar diseñados para apoyarse mutuamente, en lugar de asumir que un solo empleado fuerte puede impulsar al grupo.
Establecer normas claras puede facilitar relaciones laborales fluidas. Las culturas de equipo deben fomentar la toma de riesgos y el posible fracaso, junto con la práctica de proporcionar retroalimentación en tiempo real tanto sobre los puntos de mejora como sobre los éxitos.
Muy pocos palos. Eso incluye el desacuerdo.
Esta realidad permite a los líderes asumir riesgos. Si se descarta una idea nueva, la mayoría la abandona rápidamente. Lo que permanece es el ritmo de aprendizaje que alcanzó quien la introdujo.
Los líderes que actúan antes de sentirse completamente preparados y antes de que los demás los comprendan plenamente desarrollan velocidad estratégica. Se vuelven más adaptables, más resilientes y más capaces de comprender entornos complejos.
Charlie Munger, un estudioso incansable del comportamiento humano, famoso por su creencia de que nunca lo sabía todo y su constante deseo de aprender lo que desconocía, describió por qué a muchos líderes les cuesta destacar entre la multitud. En una charla para el Almanaque del Pobre Charlie, publicada recientemente en el blog de FS , escribe sobre la Tendencia a la Prueba Social:
"La evolución del hombre le dejó una tendencia a la prueba social, una tendencia automática a pensar y actuar como ve que otros a su alrededor piensan y actúan".
Los psicólogos lo demuestran con frecuencia: si se coloca a diez personas en un ascensor mirando en la dirección equivocada, un desconocido a menudo se girará para mirar en la misma dirección. El deseo de conformarse, incluso cuando el grupo está desorientado, sigue siendo poderoso.
Sin embargo, en tiempos de cambio rápido, la conformidad se vuelve arriesgada. Los líderes deben ver lo que otros aún no ven. Deben hablar antes de que la sala esté de acuerdo. Deben alejarse de la prueba social para generar pruebas reales, resultados.
El ritmo del cambio ha superado la evolución de nuestros hábitos conversacionales. Con alertas constantes, discursos polarizados e intercambios digitales superficiales, muchas conversaciones actuales carecen de profundidad y curiosidad. Sin embargo, la conversación significativa es una de las herramientas más eficaces que tienen los líderes para crear alineamiento, descubrir perspectivas y encontrar puntos en común.
No necesitamos entendernos a la perfección. Necesitamos comprender los objetivos que compartimos y perseguirlos juntos.
Esto requiere que los líderes sean intencionales con las aportaciones. Eres lo que consumes, y también lo son tus conversaciones. El coraje crece cuando un líder se rodea de personas e ideas que amplían su pensamiento, en lugar de aplanarlo.
1. Protege los primeros 90 minutos de tu día.
La neurociencia demuestra que la mayor capacidad cognitiva del cerebro se manifiesta temprano en el día. Aprovecha este tiempo para reflexionar, planificar, orar, meditar o leer cualquier cosa que fortalezca tu equilibrio interno antes de que comience el ruido externo.
2. Actúa antes de que llegue la certeza.
En un mundo volátil, la vacilación es más costosa que la imperfección. Recuerda: no saber qué nos depara el mañana es precisamente la razón por la que debes actuar hoy. La mayoría de los avances comienzan con una claridad parcial.
3. Cura tus entradas.
Revisa tu dieta social, profesional e intelectual. Sigue a pensadores que te desafíen. Lee más allá de tu campo. Busca voces con matices en lugar de volumen. El coraje crece cuando tus influencias elevan en lugar de distraer.
4. Escuche con los ojos y los oídos antes de hablar.
Escuchar con atención revela oportunidades, disipa suposiciones y fortalece la calidad de la comprensión. Haz preguntas que exploren el entusiasmo, no solo las tareas. La curiosidad es un puente, incluso en el desacuerdo.
5. Encuentra el punto de acuerdo con las personas con las que no estás de acuerdo.
La mayoría de los desacuerdos contienen un núcleo de interés compartido. Cuando los líderes lo identifican, abren caminos hacia la colaboración y la innovación.
Los puntos en común rara vez son neutrales. Son un activo estratégico.
El coraje de ser incomprendido no se trata de provocación. Se trata de propósito. Se trata de alinear la acción con la convicción, incluso cuando la claridad no es universal. Se trata de generar impulso en entornos donde la vacilación se ha vuelto habitual.
Y, en última instancia, se trata de un liderazgo que permita lograr cosas significativas, con menos miedo, más concentración y una comprensión más profunda de lo que realmente importa.
En un mundo que avanza tan rápido, el coraje ya no es opcional.
Es la fuerza silenciosa que permite a los líderes dar forma a lo que viene después.
Con información de Forbes US.