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David Toro Quito - Ecuador
Liderazgo

Persistencia, la clave que usó este ecuatoriano para ser parte de Tesla

Daniela García

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El ambateño David Toro llegó a Estados Unidos en medio de la pandemia para perseguir un sueño. Cuando el mundo estaba de cabeza, decidió tomar un vuelo humanitario para migrar al primer mundo y labrar su camino. Ahora forma parte del equipo de investigación y desarrollo en la gigante de los vehículos eléctricos.

22 Diciembre de 2023 10.03

En 2020, Tesla, el fabricante de vehículos eléctricos fue valorado en casi US $660.000 millones y su capitalización bursátil se multiplicó por cinco a pesar de la crisis causada por la pandemia. En ese mismo año, la empresa vendió alrededor de 550.000 vehículos, la cifra más alta de su producción en esa época. A este monstruo tecnológico llegó a trabajar el ecuatoriano David Toro y es parte de los casi 45.000 colaboradores distribuidos en todo el mundo. 

Desde pequeño tuvo una pasión por el mundo tuerca, las bicicletas, las motos, los autos… Un gusto que había adquirido de la mano de su padre y hermano. Por eso, al momento de decidir cuál era la carrera que quería estudiar en la universidad, escogió Ingeniería automotriz; era lo que más se acercaba a los deportes que practicaba, asegura Toro. 

Al graduarse se abrió campo en algunas marcas de autos establecidas en el país y su último trabajo, en Ecuador, fue como inspector de control de calidad en Maresa. Pero Toro  no estaba conforme con el sistema laboral de su área, buscaba mejores oportunidades para mostrarse como un verdadero ingeniero. “Lo laboral en el sector automotriz es muy limitado. Estás limitado a trabajar en un taller y llegar a ser jefe de taller y nada más. En el país no hay ninguna marca que cree o desarrolle tecnología”, asegura este ecuatoriano de 32 años. 

Por ello, tenía el afán de cambiar su vida profesional y llegar a Estados Unidos, considerado el segundo fabricante de vehículos del mundo. Toro ya había experimentado la vida del sueño americano, cuando era un niño. Vivió en ese país cuatro años y regresó a Quito para estudiar en el colegio, sin sus padres. “Fue duro estar sin ellos, vivía con mis tres hermanos mayores y prácticamente crecí con ellos”. 

Irse del país ya estaba planeado antes de que la pandemia lo sorprendiera. Entre marzo y mayo de 2020, los aeropuertos en Ecuador se mantuvieron cerrados y, en ese periodo, las personas podían entrar y salir en vuelos humanitarios únicamente. Esta fue la opción que tuvo Toro para llegar a Miami, Florida. “Me fui en abril y pagué casi 950 dólares, solamente el vuelo de ida. Viajaron conmigo como 60 personas, en un avión que tenía capacidad de 150”, cuenta este joven ambateño.

“Me fui con visa de turismo a buscar la forma de conseguir un permiso de trabajo y empezar a hacer lo que más me gustaba”, enfatiza este joven ecuatoriano. Como todo migrante, llegar al primer mundo muchas veces significa trabajar sin descanso. Para Toro, no fue la excepción. Estuvo en varios empleos, unos relacionados a la industria automotriz y otros que no. Pasó por un taller de motos en donde se encargaba de la flota y armaba varias de ellas. “Cuando llegas  solo quieres empezar a generar dinero y establecerte de alguna forma, no importa si trabajas 12 horas”, comenta. 

Toro pasó por pequeños talleres mecánicos que le brindaron la experiencia y el conocimiento, algo importantísimo para entender cómo funciona el sector en el país. Sin embargo, aquello no dimensionaba la realidad de una industria gigantesca como la estadounidense. 

“Me rompí una mano”, cuenta David. Este accidente lo alejó de las canchas y dejó de trabajar. “En Estados Unidos estar desempleado dos o tres meses es complicado”. Durante su periodo de recuperación, comenzó otra búsqueda, una búsqueda que compensara todo el dinero invertido en sus estudios.  “¿Para qué estudié?, no había estudiado para mantenerme en trabajos simples. Así que empecé de nuevo”, dice. 

El dicho dice que el que persevera, alcanza. Fue persistente y Toro encontró un trabajo en aviación (Airway Space), un lugar que le brindaría en ocho meses la oportunidad de conseguir su permiso de trabajo y así fue. El primer paso y el más importante para alcanzar lo que estaba en sus planes del futuro. “Fui parte del área de control de calidad. En aviación todo es diferente, todo es muy estricto. Además, en este país aprecian, en todas las áreas laborales, que hayas sido parte de la aviación”, explica.

Sin embargo, para David, definitivamente los autos eran lo suyo. “La aviación es linda, pero se vuelve muy monótona y yo quería muchas cosas más”. Este ecuatoriano aplicó a un programa llamado Start, que ofreció Tesla en convenio con el Miami Dade College. “Estudié por cinco meses sobre la gama de autos de Tesla y mientras lo hacía, me pagaban por estudiar”.

Ingresar no fue fácil. Esperó dos meses para ser contactado, pasó por varios filtros y entrevistas para ser parte de los nueve alumnos de Tesla. Toro era el único latino y ecuatoriano del grupo.

Emocionante, desafiante y retador, es así como describe David su primera experiencia en el gigante de los autos eléctricos. Este ingeniero recibió diez certificaciones en vehículos eléctricos en diferentes áreas. “Hice pasantías en el último mes en los talleres de Tesla y nos dotaban de todas las herramientas y podíamos armar y desarmar autos Tesla. Salí preparado para ser uno de los mejores técnicos en algún centro de servicio”, dice emocionado. 

Seguro y firme de lo que quería para su futuro, David no se conformó con el cargo que obtenía al finalizar este programa.  Siguiendo la orientación de su tutor, decidió aplicar a otra vacante que cumpliera con sus expectativas. La halló al otro extremo del país, en California

Para este puesto laboral, Toro tuvo ocho entrevistas, algunas muy técnicas y otras que duraron hasta tres horas. Tesla quería asegurarse de que este ecuatoriano no quisiera entrar a su empresa sólo por el nombre, sino por aprender e identificarse con ella. 

Este ingeniero recibió US$5.000 para mudarse y viajó por seis días, en auto, hasta la ciudad que lo recibió, San José. Allí empezó una aventura que le ha nutrido de todo tipo de experiencia, sabiduría y le permitió encontrar un mundo al que pocas marcas han llegado. 

David Toro es técnico del departamento de desarrollo e investigación de Tesla. Por sus manos y trabajo pasan los autos de la compañía antes de salir al mercado. Parte de sus funciones es realizar pruebas técnicas, aprobaciones y validaciones para sacar un vehículo al mercado. Para él, trabajar en Tesla es trabajar en el futuro. “A veces no crees que puedes crear tanto o que ciertas cosas existen”. 

Toro asegura que ser parte de es un logro personal. “Nadie me ayudó a estar. Lo hice yo solo y eso me llevo hasta el final”. (I)

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