The Walt Disney Company es uno de los principales proveedores globales de entretenimiento y experiencias familiares, y atraviesa un momento de expansión estratégica que confirma la magnitud de un imperio construido, en gran parte, sobre una visión personal.
En su más reciente reporte fiscal del cuarto trimestre de 2025, el CEO Bob Iger y el CFO Hugh Johnston destacaron que los parques Walt Disney World y Disneyland continúan siendo los dos parques temáticos más visitados del mundo. La división de Experiences entregó ingresos operativos récord tanto para el trimestre como para el año fiscal completo.
En el ejercicio fiscal 2025, Disney reportó US$ 94.400 millones en ingresos, un crecimiento del 3% interanual. El negocio generó US$ 12.000 millones en ingresos antes de impuestos, un salto del 59%, mientras que el beneficio por acción subió a US$ 6,85. La empresa también produjo US$ 18.100 millones en flujo de efectivo operativo y US$ 10.080 millones en flujo de caja libre, lo que habilita un programa de US$ 7.000 millones en recompra de acciones, US$ 9.000 millones en inversiones de capital y un dividendo de US$ 1,50 por acción.

La escala de su negocio de experiencias es difícil de igualar: 12 parques temáticos en Estados Unidos, Europa y Asia; 57 hoteles y propiedades de clubes de vacaciones; seis cruceros —con más en desarrollo y nuevos puertos base en Asia—; más de 185.000 empleados solo en Disney Experiences; 100+ categorías de productos que van de juguetes a tecnología; 9 franquicias de videojuegos que superaron los US$ 1.000 millones en ventas; y 16 títulos verticales que alcanzaron la lista de best sellers del New York Times en 2024.
La expansión no desacelera. La compañía proyecta US$ 60.000 millones de inversión en la próxima década. En cine, Lilo & Stitch se convirtió en la película de Hollywood más taquillera de 2025, mientras que las ventas minoristas asociadas al personaje Stitch superaron los US$ 4.000 millones. En streaming, el negocio de Entertainment volvió a crecer: Disney+ y Hulu alcanzaron los 196 millones de suscriptores, revirtiendo un déficit de US$ 4.000 millones que la división Direct-to-Consumer registraba hace apenas tres años. En paralelo, Parques y Experiencias elevaron su ingreso operativo anual a US$ 9.990 millones, un 8% más que el año anterior.
Detrás de este ecosistema global —diversificado, rentable y apoyado en ciclos de inversión a largo plazo— permanece la figura de su fundador, Walt Disney. Y su historia permite entender por qué muchas de sus decisiones siguen siendo citadas como lecciones de liderazgo un siglo después.

Disney nació el 5 de diciembre de 1901 y llegó a California en 1923 con apenas US$ 40, un puñado de dibujos y un cortometraje experimental, Alice's Wonderland. Con su hermano Roy fundó el Disney Brothers Cartoon Studio, que poco después adoptaría su nombre definitivo. Su primer gran avance llegó en 1928 con la creación de Mickey Mouse, que debutó en Steamboat Willie, el primer dibujo animado con sonido totalmente sincronizado del mundo. Walt aportó la voz del personaje y su espíritu, un rol creativo que definió la cultura temprana del estudio.
Su obsesión por perfeccionar el arte lo llevó a innovar una y otra vez. Introdujo el Technicolor con las Silly Symphonies —Flowers and Trees ganó el primer Oscar para Disney en 1932— y desarrolló la cámara multiplano con The Old Mill en 1937. Pero fue en largometrajes donde asumió su mayor apuesta: Snow White and the Seven Dwarfs, estrenada en 1937, costó US$ 1.499.000 en plena Gran Depresión, una cifra considerada imprudente incluso por su esposa y su hermano. Hollywood la bautizó como "la Locura de Disney". El riesgo terminó en récord: la película recaudó US$ 8 millones y se convirtió en la más exitosa de 1938.
Ese patrón —arriesgar, innovar, expandir— fue constante. Lanzó su primera película live-action en 1950 (Treasure Island), apostó por la televisión con The Mickey Mouse Club y Wonderful World of Color, y en 1955 inauguró Disneyland, un proyecto que rediseñó la experiencia del ocio familiar al integrar narrativa, tecnología y diseño urbano. Observaba a los visitantes desde un pequeño apartamento dentro del parque: su prioridad era entender, corregir y mejorar cada detalle.

Su visión se amplió aún más en 1965, cuando compró una gran cantidad de de tierras vírgenes en Florida —el doble del tamaño de Manhattan— para construir Disney World y su proyecto más ambicioso: EPCOT, la Experimental Prototype Community of Tomorrow. Su objetivo no era solo crear un destino turístico, sino enfrentar lo que consideraba el mayor desafío del mundo: mejorar la vida urbana a través de la innovación. Murió en 1966, pero sus planes guiaron la apertura de Disney World en 1971 y EPCOT Center en 1982.
Durante su vida, Walt Disney acumuló más de 950 honores, incluyendo 48 premios Oscar, 7 Emmys, la Medalla Presidencial de la Libertad y distinciones de países como Francia, Brasil, México y Tailandia. Más allá de los galardones, consolidó una filosofía que aún impregna a la empresa y que suele resumirse en tres claves de liderazgo:
1. Creer en la visión — incluso cuando nadie más lo hace.
Cada avance fue una apuesta que rompió moldes: desde el sonido sincronizado hasta el primer largometraje animado. Para Disney, la falta de antecedentes no era un obstáculo, sino un incentivo.
2. Ir hacia adelante, siempre.
"No creo en las secuelas. Tengo que pasar a cosas nuevas", decía. Esa mentalidad lo llevó del cine a la animación, de la animación a la live-action, de la live-action a la televisión y, finalmente, al desarrollo urbano y los parques temáticos.
3. Perfeccionar la experiencia y el propósito.
Disney entendía la narración como una forma de restaurar el orden mediante la imaginación e infundir esperanza. Su obsesión por la experiencia del cliente —desde cómo se sentía un visitante en la calle principal de Disneyland hasta cómo sonaba una orquesta en Fantasia— fue un diferencial que transformó industrias completas.
Hoy, cuando The Walt Disney Company mira a futuro con inversiones por US$ 60.000 millones, nuevas fronteras geográficas y un negocio diversificado que combina parques, streaming, productos y cine, su crecimiento aún remite a aquella declaración famosa: "Solo espero que no olvidemos una cosa: que todo comenzó con un ratón".