¿Por qué escribir sobre viajes? Esta pregunta vino a la mente de Raúl Guarderas luego de regresar de uno de sus viajes. Buscaba la manera de plasmar esta idea que estaba fresca, para dejarla impregnada en la memoria. Las experiencias en cerca de 95 días y 21.000 kilómetros de camino se lo recopila en su libro “Un viaje de crónica”. Para ello, cuenta que fueron varios años de preparación para cumplir este sueño.

“Más que la palabra preparación yo tomaría la palabra sueño, el sueño de llegar hasta los lugares de la América profunda, a la que llegas por caminos secundarios. Los tres últimos meses previos a la salida fueron intensos, principalmente porque las fronteras estaban cerradas (por la pandemia)”.

Este viaje lo realizó como una celebración de su segunda luna de miel, en el que considera varios aspectos que lo llevaron a su infancia. 

Decidió hacer este viaje en una moto. La probabilidad de hacerlo en un vehículo de cuatro ruedas o viajar en tren o avión es mucho más fácil. Sin embargo, considera que el viajar en moto tiene un imán en particular. 

“La idea de viajar en moto te saca de tu zona de confort, te vincula con el entorno. Este imán permite que, si te detienes en un determinado poblado, la gente se te acerque, se entablan relaciones fácilmente. Fue una experiencia muy linda porque el viaje no tenía una agenda definida, sino que se fue armando con algunas ideas generales y poco a poco se fueron abriendo las fronteras”.

La primera entrada de este libro la escribió cuando sufrió una caída en la moto, al llegar a la Laguna de Llanganuco, en Perú. "Para no hacer el cuento largo, ese día tuvimos lluvia, nos resbalamos y nos caímos. Yo me pregunté a mí mismo por qué sucedió esta caída, me generó una reflexión y a partir de ahí escribí sobre lo que tenía que hacer para no volverme a caer. Ahí empecé a anotar los kilómetros que habíamos recorrido”.

Para Guarderas, este viaje, considerado como “a la antigua”, es una experiencia que volvería a repetir, llevando su cámara fotográfica y mapas. Él cree que un viajero a la antigua tiene sus diferencias con un influencer, ya que este llega muy a la superficie. 

“Me da la sensación de que ellos están inmersos en un lugar donde toman fotografías, hay esta ansiedad de poder enviar rápidamente esta información a las redes y una vez cargado, el tiempo se conjuga en pasado y en futuro. Para mí y mi esposa Paola, que fue parte importante de este viaje, lo lindo fue el presente, el ir respirando, deteniéndonos y generando la posibilidad de tomar decisiones. Eso fue lo que le armó al viaje de una forma muy agradable”. (I) 

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