Pablo Egas se dedica a la comercialización de flores desde hace 25 años. Se autocalifica como un emprendedor empedernido. Sus dos empresas, Inbloom y Del Alma, llegan a facturar anualmente US$ 14 millones y realizan 160.000 entregas puerta a puerta de flor ecuatoriana y colombiana a EE.UU. 

En construcción está Plodis, un proyecto comercial y logístico en Salcedo, Cotopaxi, que para él es prioridad ahora. La inversión inicial fue de US$ 16 millones, que se usaron para la instalación de tecnología de punta, control ambiental y energía fotovoltaica. La obra lleva un 40 % de avance. A principios de 2023 se invertirán otros US$ 16 millones para ponerla a funcionar en agosto. 

Todo esto se ha dado tras la pandemia, que afectó mucho su negocio y que, incluso casi lo lleva a cerrar las fincas de flores. Pero un pedido que llegó en abril de 2020 les salvó. Y aunque todavía no alcanza los niveles de ventas que tenía en 2019, está muy optimista porque en octubre facturó US$ 1,3 millones. No tiene un horario de trabajo fijo, pero cuando llega a casa le esperan su esposa, sus tres hijos y tres perros. 

“En mi casa siempre nos ha acompañado una mascota. El primer perro fue un pastor inglés que le regalé a mi esposa cuando éramos novios, se llamaba Suker, de esto son más de 30 años. Recuerdo que luego tuvimos un labrador negro, también le pusimos de nombre Suker, como el futbolista, porque somos hinchas del Real Madrid. 

“Hace seis años un amigo nos regaló a Luca, un braco mezclado con pointer, cuatro años después llegó Blitz, un pastor belga, y hace cuatro meses Koda, otro pastor belga. Luca es un amor, su nombre es de un jugador del Madrid, es un perro maravilloso, tierno y dulce, es la compañía de todos, a veces se pone cargoso, porque siempre quiere que le estemos acariciando.

“Blitz es todo lo contario, el nombre le puso mi suegro, le regalamos porque le encantaban los pastores belgas, él estaba delicado de salud. Hace dos años falleció y Blitz se unió a mi familia. A Koda lo traje escondido de mi esposa porque no quería más perros en casa, pero ahora ella lo adora, mis hijos le pusieron el nombre. No me gusta, pero no me dejaron ni opinar.

Fotografiarles juntos fue una verdadera odisea, Luca muy tranquilo, posaba para la foto, mientras que Blitz corría por todo el jardín, no se quedaba quieto, siempre atento a los movimientos de su dueño. Koda estaba en la guarderia porque todavía es muy travieso y está en proceso de educarse.

“Me hacen horrores. Como soy ciclista, me rompen los zapatos, los carros están rayados por todo lado, sus travesuras son parte de nuestra vida. Todos somos responsables de cuidarles, darles de comer, pero, a mí, me toca limpiar sus necesidades.

“La ventaja de una mascota es que no le juzga a uno, es un alma pura que siempre está ahí, en lluvia, frío o calor. Siempre son los primeros que salen a recibirme. Nosotros somos súper perrunos, pero no los humanizamos, no son nuestros hijos. Les adoramos, les mimamos, entran a la casa, se acuestan en las camas y sillones. Son mis compañeros. Su cariño, lealtad y protección no tienen precio. Cuando llueve todos duermen dentro de casa, normalmente a las 20:00 están los hijos y los perros acostados en los sofás o en nuestra cama, es un momento único. 

Egas tiene tres hijos, Agustín el mayor es autista, tiene 22 años y una conexión muy especial con ellos; Isabel, de 20, es la más cariñosa; y, Gabriel, de 18 años, está encantado con el cachorro.

“Cada uno tiene su función. El pastor belga es capaz de matar por uno y muere por uno. Ahora que mi esposa y yo estuvimos de viaje, los dos lloraban todas las noches en la puerta de nuestro cuarto. Una vez a la semana tenemos fisioterapia y Blitz se acuesta a mi lado e incluso le da la mano a mi mujer mientras le revisan, es súper protector”. (I)