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Restaurante La Gloria Quito - Ecuador
Lifestyle

El lugar donde los amantes del vino pueden rozar La Gloria

Esteban Vivar

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Las 1.300 etiquetas que esperan a los clientes en el restaurante y Casa de Vinos, ubicados en Quito, son una invitación a tratarse como rey. El negocio proyecta cerrar este año con un 50 % más de ganancias respecto a 2019, o sea, alrededor de US$ 2 millones. Y se alista a expandir su negocio con una inversión estimada de entre US$ 500.000 y 600.000 para un nuevo local en los valles.

1 Octubre de 2022 20.42

Santiago Vintimilla es el director Ejecutivo de La Gloria Casa de Vinos, pero cuando era niño su sueño era distinto. Cosas de la vida, quería ser futbolista, pero decidió estudiar diseño gráfico publicitario porque era el título más rápido que podía obtener. Eran dos años de estudio y con título bajo el brazo nadie le podía decir nada. “Obviamente mis papás me dijeron 'el fútbol se acaba, tienes que estudiar y tener un título' y sí, tenían muchísima razón, porque al año y medio de mi carrera universitaria me rompí el tobillo y se acabó mi sueño futbolero”. 

Esto pasó en 1998, hacía sus primeros trabajos de freelance y, cuando luego se desató la crisis financiera y se adoptó la dolarización, quebró, se quedó en cero. “Tenía dos computadoras y mi carrito. La verdad, tuve que vender todo para pagar las deudas. A las empresas donde hacia freelance les pedía trabajo”. La exportadora de comida y bebidas, Dibeal, le dio acogida y ahí fue donde recibió la unción de los dioses del vino. “Entré a su área de marketing y me di cuenta que los vendedores de esa época tenían un portafolio chévere de vinos y no le paraban bola. Y ahí fue cuando les dije 'quiero salir de marketing y pasarme al departamento comercial', porque confiaba en que podía vender vinos”. 

Con una nueva visión en mente, empezó a generar una relación directa con los restaurantes. “Me dieron la oportunidad, pero obviamente me dijeron 'si no cumples el presupuesto en tres meses, te corto la cabeza', el departamento comercial es otra cosa”. Empezó a educarse más en el tema, investigando en internet y leyendo libros de vinos. “Gracias a Dios me fue bien y, cuando me faltaba para cubrir la cuota, les decía a mis amigos ¡Cómprame, ayúdame! (risas)”.

Como estrategia, probaba el stock que tenía para entender de qué se trataban los vinos y para competir con las marcas grandes que ya estaban posicionadas en el mercado ecuatoriano. Y de la mano de su amigo, Santiago Jarrín, uno de los fundadores del restaurante La Gloria en Ecuador, amplió sus conocimientos de sommelier. “Era uno de mis clientes e hicimos una lindísima amistad. En la época en que yo empezaba en el mundo del vino, no tenía dónde capacitarme. Entonces, compraba una botella de vino en la oficina, le llevaba y le decía 'tocayo, dame de comer, te voy a dar de beber, pero explícame'. Hasta que llegó un punto en el que me dije que quería dedicarme más al consumidor final, ya que eso me gustaba más, antes que conversar con los chefs, con los gerentes de bebidas y alimentos de los restaurantes, hoteles y todo ese mundo tan corporativo. Ya me cansé, me saturé”.

Restaurante La Gloria Quito - Ecuador
Fotos: Pavel Calahorrano

Luego de 16 años en el mercado de la importación de vinos, su sueño de armar algo propio se hizo realidad. “Tocayo, sabes que salgo de esta vaina y me voy a poner una distribución de vinos, conozco a todos los importadores, somos amigos, me pueden dar buenas condiciones. Y ahí me dice 'te propongo algo'. Y le digo 'contigo lo que quieras, pero para ti nada, porque ya estoy en la edad de empezar algo mío". 

Y es así que hace cuatro años se pusieron de acuerdo. Patricio Zaldumbide (financiero y otro de los socios fundadores del restaurante La Gloria) y los dos Santiago sacaron adelante la idea y convirtieron dos negocios en uno: El restaurante La Gloria y La Gloria Casa de Vinos, siendo Vintimilla la cabeza del segundo proyecto. Y aunque el restaurante ya contaba con una cava, en los últimos años pasaron de 20 a 56 importadores y aumentaron de 300 etiquetas a más de 1.300 variedades. Al momento, su botella más cara en stock cuesta US$ 2.700, llamada Teso La Monja, que viene de plantas de más de 250 años y que cuenta con la denominación de origen Toro en España.

Cuando llegó la pandemia tuvieron que cerrar el restaurante; la tienda no se detuvo. La gente tomó mucho vino en pandemia, los importadores hicieron muchas catas por zoom, así que su segundo modelo de negocio les permitió tener liquidez durante los días más fuertes del encierro. “La tienda se movió muy bien, tanto así que cuando reabrimos el restaurante, en julio, vine unos días antes para sentarme con todos mis proveedores y reabastecer los productos”. Este año esperan superar en 50 % la facturación que tuvieron en 2019, año pre pandemia, lo que significan unos US$ 2 millones. Esto los ha llevado a considerar una ampliación, con un segundo restaurante en los valles, lo que significaría una inversión estimada de entre US$ 500.000 a US$ 600.000 para un local de 80 puestos. 

Restaurante La Gloria Quito - Ecuador
Fotos: Pavel Calahorrano.

Ahora Vintimilla, quizás no cumple el mismo anhelo de su infancia, pero la actividad en la que puso todo su empeño la realiza con la misma pasión. Durante su jornada diaria se dedica a asesorar a sus comensales y a democratizar el conocimiento de este mundo gastronómico. “Un buen vino no depende del precio ni de su origen, para mí depende de la conversación, de la situación y de si vamos a comer o no. El mejor vino no necesariamente va a ser el más caro, para eso hay gustos”. Lo que sí sabe con certeza es que quiere ver el día en que se venda más vino español que chileno, argentino o todos juntos en Ecuador. “El vino español es el que más se apega a la gastronomía ecuatoriana. El tempranillo es una uva versátil que sirve para combinar desde nuestros ceviches o una tonga manabita hasta un seco de chivo o un hornado”. (I)

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