Forbes Ecuador
Christian Carrasco músico
Lifestyle
Share

El piano de Christian Ochoa ha sonado en salas de Nueva York, Ciudad de México, Medellín y Quito. A los 15 años compuso su primera obra y a los 28 ya suma más de 200 conciertos. En 2026 aspira conquistar Sudamérica.

31 Octubre de 2025 22.00

Cuando tenía seis años, descubrió que el piano podía cambiar el estado de ánimo de una familia.  Bastaba con que su padre tocara unas notas para que la casa se llenara de alegría. Desde entonces, el sonido de las teclas se convirtió en su refugio y su propósito de vida.

Nació en Cuenca hace 28 años. Estudió en el Colegio Borja, un centro jesuita donde aprendió valores, disciplina y rigor. Era el menor de todos los primos, el payasito de la familia, recuerda. En su infancia también hubo silencios. "Siempre me festejaban todo, pero también hubo momentos en que me sentí aislado. El piano se volvió mi fiel compañero".

 Su padre le enseñó a tocar sus primeras piezas, Los pollitos dicen y Para Elisa, de Beethoven. A los siete años ingresó al Conservatorio de Música de Cuenca. "Lo veía como un lugar mágico, exigente y lleno de energía. Para mí no era una obligación, era mi segunda casa".  De niño practicó tenis de mesa y básquet y ganó algunas medallas, pero pronto la música ocupó todo su tiempo.

"El conservatorio me tomaba toda la tarde, era como asistir a otro colegio. Me volví más introvertido".

En la adolescencia enfrentó el dilema de seguir un camino profesional, poco entendido. "Todavía se menosprecia mucho el arte.  Creen que es fácil, eso viene del desconocimiento. A los 15 años decidí que quería dedicarme a la música el resto de mi vida."

Su admiración por Beethoven definió su rumbo: "Fue el primer artista que trascendió la tragedia.  "Su música es inmortal, me identifico con él porque también he tenido momentos difíciles". Luis Humberto Salgado es su referente en Latinoamérica.

A los 15 años compuso su primera obra, "Efímero", inspirada en la muerte de su primo en un accidente de tránsito. "No quería que fuera una pieza triste, sino una celebración de su vida. Empezó como una balada y terminó en un vals". Concluirla le tomó cinco años y fue la pieza central de su recital de graduación.

Christian se graduó en Ejecución de Música Contemporánea, con especialización en piano, en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).  Su rutina universitaria era la de un deportista de alto rendimiento, practicaba más de tres horas diarias y en temporadas de conciertos llegaba a siete horas. "La música es estudio, investigación, teoría y emoción. No hay atajos".

 En 2019 obtuvo una beca del 60 % en Drake University, Estados Unidos, donde recibió clases con el reconocido pianista Nicholas Roth. Esa experiencia amplió su visión. "La música no tiene fronteras y estoy dispuesto a vivirla con disciplina y pasión".

Para este joven la música es un canal para expresar sentimientos.  "Soy curioso, creativo, sensible.  Siempre quiero estar aprendiendo, para mí no hay barreras que no pueda superar, sé que estudiaré hasta el último día de mi vida".

Su inversión más grande son sus instrumentos. Sus padres le compraron un piano de un cuarto de cola que costó US$ 11.000 y cuando se mudó a Quito adquirió uno vertical a un valor de US$ 3.800.

Noticia relacionada:  Meat Center convirtió una finca abandonada en un negocio de US$ 5 millones

Christian dio su primer concierto profesional a los 20 años en la fundación Zaldumbide Rosales en Quito. Desde entonces ha ofrecido más de 200 presentaciones tanto en Ecuador como en el exterior. Cada una puede generar entre US$ 600 y US$ 1.500 por hora. 

En julio de este año realizó su primera gira internacional por México y Estados Unidos. En 45 días ofreció ocho conciertos y recaudó cerca de US$ 10.000. "Esta experiencia me cambió la perspectiva, fue un punto de quiebre. Sentí que podía conectarme con públicos muy distintos". 

Tocar en un piano de cola de US$ 200.000 en la sala de recitales de Nueva York o en uno de US$ 150.000 en la Casa de la Música en Quito, son momentos indescriptibles para este pianista cuencano.

"La música me enseñó que no existen barreras, mientras pueda seguir aprendiendo y compartiendo, sentiré que estoy por el camino correcto".

En lo personal, asegura ser solitario. Está en clases de salsa e intenta ir al gimnasio por lo menos tres veces a la semana.

Actualmente, combina la interpretación con la enseñanza. Da clases particulares a 12 jóvenes que sueñan ser compositores como él. Su meta para 2026 es abrir su propia academia, mientras se prepara para su próxima gira por Sudamérica. (I)

10