En Chicago, el verano no pide permiso. Cuando el viento frío, que le da el nombre a esta ciudad, se retira, las calles despiertan con una energía que parece latir en cada esquina. Los parques reverdecen, los muelles se llenan de barcos y los fines de semana se convierten en una sucesión de festivales callejeros, música en vivo y aromas tentadores de food trucks que invitan a quedarse hasta que cae el sol.
Es una estación en la que los días se estiran y la vida se vive a un ritmo vibrante que sus habitantes no solo aceptan, sino que celebran. Es una ciudad que recibe a turistas con los brazos abiertos. En cada calle se escuchan un sinnúmero de dialectos, donde el español no se queda atrás. Sus rascacielos, sus grandes avenidas, sus tiendas de lujo y sus atractivos, pensados para todas las edades, convierten a esta metrópoli en un destino ideal para quienes buscan vacacionar en otro lugar que no sea Orlando.
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Cada vez, desde Ecuador, existen más conexiones aéreas y, por ejemplo, United Airlines, ofrece vuelos con pequeñas escalas en ciudades como Houston o Washington, para llegar a este destino. Es decir, no hay una excusa para que no esté en la lista de viajes soñados. Ofrece una combinación irresistible de cultura, naturaleza, arquitectura y vida urbana difícil de igualar. ¿Lo más sorprendente? Es "amigable" para viajar con niños de varias edades, las carriolas se encuentran en cada esquina.
Forbes Ecuador visitó por cinco días este destino que tiene un vínculo humano que lo hace especial. Chicago es hogar de casi 820.000 latinos, el segundo grupo étnico más numeroso después de la población blanca, según el United States Census Bureau y WBEZ Chicago. Dentro de esa comunidad, cerca de 21.000 personas son ecuatorianas, de acuerdo con ZipAtlas. Llegar acá, para muchos, es sentir que se pisa un lugar nuevo, pero con aromas familiares.
A nivel cultural, es un imán para quienes buscan experiencias únicas. La ciudad cuenta con algunos de los museos más importantes del mundo, como: el Art Institute of Chicago, el Field Museum y el Museum of Science and Industry. Es cuna de la arquitectura moderna, con obras maestras de Frank Lloyd Wright y rascacielos que marcaron la historia urbana de Estados Unidos. Además, su agenda de eventos en verano es extensa: desde el Taste of Chicago —el festival gastronómico al aire libre más grande del mundo— hasta el Chicago Blues Festival, el Lollapalooza o las regatas en el lago Míchigan.
Y si hay algo que define al verano en Chicago es la bicicleta. Aquí pedalear no es solo un medio de transporte: es una forma de vida. Los ciclistas pueden disfrutar de una infraestructura que incluye senderos junto al agua, rutas elevadas sobre antiguas vías de tren, parques interconectados y caminos que se adentran en reservas naturales. El Lakefront Trail es el más icónico, con 28 kilómetros de asfalto suave, que recorren la orilla del lago Míchigan, conectando playas, barrios y monumentos.

Moverse en bicicleta por Chicago es sencillo y accesible. El sistema de bicicletas compartidas Divvy tiene estaciones distribuidas por toda la ciudad y permite viajes cortos por apenas un dólar o pases diarios por US$ 18. Muchos hoteles ofrecen alquiler y empresas como Bobby's Bike Hike organizan recorridos temáticos que combinan pedaleo y gastronomía.
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Además, planificar estas vacaciones no tienen por qué ser inalcanzable. Según el portal especializado Budget Your Trip, un viajero con bajo presupuesto gasta alrededor de US$ 122 diarios, mientras que uno de clase media invierte unos US$ 323. El rango promedio razonable para disfrutar de la ciudad, sin excesos está entre US$ 200 y US$ 300 por día, incluyendo hospedaje, comida y actividades, de acuerdo con Travel Lemming.
Es importante destacar que Chicago es una puerta de entrada a un "Estados Unidos distinto". Aquí no solo hay parques temáticos u outlets; hay barrios que cuentan historias, festivales que celebran la diversidad cultural, restaurantes que mezclan ingredientes con sabores latinos y un calendario de actividades donde siempre hay algo por descubrir. ¿La recompensa? Una perspectiva distinta, con el viento del lago Míchigan, empujando hacia la próxima parada. (I)