El año pasado, Julia Navarro perdió a Adolfo, su perro. "Tuve que tomar una decisión sobre si seguía viviendo o no. Se quedó tetrapléjico, no podía andar, no comía, no bebía. Eso me traumatizó", cuenta a Forbes en Buenos Aires, donde presenta El niño que perdió la guerra, su novela número nueve.
La pérdida la dejó paralizada: "Estaba escribiendo una novela pero de repente no podía hacer nada". La solución fue volver a escribir. "Dije: voy a pasar mi duelo escribiendo". El resultado será Cuando ellos se van, un libro sobre cómo atravesamos la pérdida de los animales, que se publicará en noviembre.
Navarro llegó a la escritura después de cuatro décadas como periodista. Fue cronista parlamentaria, cronista de política, cubrió guerras y conflictos. Hasta que un día tuvo que elegir: el periodismo o la escritura. "En la tercera novela me di cuenta que la salud no me daba para tanto y que tenía que tomar una decisión", explica.
"Como ya tenía una edad y en periodismo lo había hecho prácticamente todo, dije: bueno, empiezo una nueva etapa". La Julia escritora, insiste, no se puede entender sin la Julia periodista. "El periodismo me ha dado las herramientas para poder escribir novelas. Me ha permitido vivir muchas vidas, estar y tocar realidades que de otra manera no habría podido tocar".
La escritora confiesa que su disciplina viene de dos fuentes. Una, el periodismo: "La disciplina de escribir todos los días, en cualquier circunstancia". La otra fuente es el ballet, que practicó hasta los 17 años, y al cual describe como "sacrificio y disciplina. Te enseña a aguantar el dolor. Es una buena escuela de vida".
La escritora sin agente
En una industria donde los autores exitosos suelen tener agentes literarios que negocian contratos, derechos de traducción y acuerdos internacionales, Julia Navarro es una excepción. "No tengo agente. Yo negocio directamente mis contratos", revela. Lleva más de 20 años con la misma editorial, Plaza & Janés (Penguin Random House), y la relación se sostiene en algo simple: confianza y sinceridad. "Hasta ahora no me han dicho que 'no' a ningún libro. El día que me digan que no te lo contaré", dice con ironía.
El modelo funciona. Navarro vendió más de 4 millones de ejemplares en más de 30 idiomas y su novela Dime quién soy fue adaptada en una ambiciosa serie de televisión producida por Movistar+.
Cuando Forbes le pregunta si alguna vez imaginó que vendería millones de ejemplares, la respuesta es contundente: "No. No lo busqué nunca tampoco".
Totalitarismos de ayer y de hoy
El niño que perdió la guerra cuenta la historia de Pablo, un niño de cinco años enviado a Moscú durante la Guerra Civil española para salvarlo del conflicto, y de dos mujeres —Clotilde en España y Anya en Rusia— que se rebelan contra el poder político y conyugal en plenas dictaduras de Franco y Stalin. "No importa que sean de derechas o de izquierdas: las dictaduras siempre persiguen a los pensadores y artistas", explica Navarro.
La novela no habla solo del pasado. "Actualmente, vivimos un momento complicado en el mundo. Vemos cómo muchos países se están deslizando hacia regímenes autocráticos, sistemas en los que existe una apariencia de democracia, pero donde se van recortando las alas a la libertad. Si cogemos un mapa del mundo y vemos cuántas democracias reales hay, son muy pocas", advierte.
Uno de los peligros más actuales que identifica Navarro es la concentración de poder en manos de multimillonarios tecnológicos, dueños de las principales redes sociales. "Es absolutamente peligroso, porque realmente están interviniendo en la opinión pública. Son un peligro para las democracias y para la libertad. Hace 20 años no existía esto. Pero ahora existe. La cuestión es que todos los poderes, todos, deberían de tener controles. Y el de estos millonarios actúan sin ningún control".

En El niño que perdió la guerra, dos mujeres protagonizan la resistencia contra los totalitarismos. Clotilde, una caricaturista española, y Anya, una poeta rusa que ama la música en pleno estalinismo. Pero Navarro se apresura a aclarar algo: "A las mujeres no se les ha reconocido nunca a lo largo de la historia, han sido casi una nota a pie de página, salvo excepciones. En el siglo XX, las mujeres empiezan a ensanchar el espacio y a hacerse visibles".
Su tesis es contundente: "La historia la han escrito los hombres, y han escrito una historia en la que solamente estaban ellos, pero es mentira. Nosotras también estábamos ahí. Y formamos parte de todos los acontecimientos históricos que se han sucedido. De manera que ellos han contado la mitad de la historia".
Navarro cuenta un ejemplo que aparece en su ensayo Una historia compartida: "¿Sabes quién descubrió el wifi? Una mujer austriaca, matemática, que cuando fue a Estados Unidos huyendo de su marido maltratador se ganó la vida como actriz porque no se la tomaban en serio como matemática. Las mujeres siempre hemos estado haciendo estas cosas. Lo que pasa es que los que contaban la historia no contaban que éramos nosotras".
La IA y el cambio generacional
A sus 72 años, Julia Navarro es clara sobre su relación con la inteligencia artificial: no la usa ni la usará. "No es que no sepa lo que es. Todos respondemos a un momento. Yo pertenezco a una generación donde la IA no existía y ya soy muy mayor para empezar a utilizar la IA. Mi forma para buscar documentación sigue siendo los libros. Punto. No es ni mejor ni peor, es la mía".
Su postura no es de rechazo sino de respeto generacional. "Yo no les digo a los jóvenes lo que tienen que hacer. Ustedes quieren utilizar la IA, utilícenla. Tenéis el derecho de hacer la sociedad que queréis hacer en estos momentos. Es vuestro momento. El mío ya ha pasado".
Sobre los escritores que temen ser reemplazados por la IA, Julia es directa: "Yo no creo que nunca el ser humano pueda ser reemplazado. En ninguna profesión. Para que funcione la IA tienes que meterle toda la información, pero siempre le faltará la imaginación".
El consejo para escritores
Si bien el mercado editorial está en crisis en muchos países, Navarro tiene una visión optimista: "Lo que yo le digo a todos los jóvenes que me dicen que quieren ser escritores es que lo sean. Si una editorial no les edita, ellos pueden colgarlo en la red y poner a disposición lo que han escrito a disposición de todo el mundo. Y hay muchos escritores que se han dado a conocer a través de la red".
Una de las plataformas de autopublicación más famosas es Wattpad, con más de 90 millones de usuarios. "Hoy en día el que quiere ser escritor es escritor. Hace 30, 40 años sí, o te editaba una editorial o estabas perdido. Ahora no", remata.
Sin embargo, Julia aclara que escribir no es un juego. "Hay mucha gente que cree: yo quiero ser escritor. Bueno, mire, esto no es 'mamá quiero ser artista'. No, este es un trabajo muy serio que exige muchas horas, mucha disciplina". Y otro fenómeno que le molesta: "A mí viene mucha gente que me dice: 'Me gustaría contarle la historia de mi abuelo para que usted la cuente'. La historia de su abuelo será muy interesante para usted. Pero a mí no me la cuente. Si usted cree interesante, cuéntela usted".
Sobre qué significa el éxito, la madrileña es clara: "Como yo vengo del periodismo, he visto a tanta gente estar arriba y al día siguiente abajo, que el éxito es una palabra que no está en mi vocabulario. Hoy puedes tener éxito y mañana no. ¿Y qué pasa cuando no lo tienes? ¿Qué queda de ti si lo has librado todo al éxito?".
Cuando se le pregunta si tuviera que elegir un solo libro de toda su obra para que la recuerden las próximas generaciones, la respuesta es inmediata: "Es como si a una madre le pregunten: elige entre tus hijos. No puedes". Y concluye con una frase que define su relación con la escritura: "Los libros son de los lectores".