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Steve Sarowitz
Millonarios

De prometer cambiar el mundo a huir del ojo público: cómo una denuncia judicial arruinó la obra filantrópica de Steve Sarowitz

Monica Hunter-Hart

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La repentina desaparición de su fundación dejó a decenas de organizaciones sin recursos clave. Las amenazas, el litigio con Blake Lively y el miedo a represalias envolvieron la filantropía de Sarowitz en un clima de sospechas, silencio y desconcierto.

4 Julio de 2025 20.00

Todo transcurría con normalidad en la Fundación Wayfarer durante las semanas previas al anuncio sobre su cierre. El equipo buscaba un gestor de subvenciones y becarios para el verano. En abril sumaron un nuevo responsable de crecimiento y cultura. L

os empleados organizaban encuentros con las organizaciones sin fines de lucro que recibían ayuda de Wayfarer. Incluso su multimillonario fundador, Steve Sarowitz, hablaba de un porvenir prometedor en un correo enviado a los beneficiarios el 9 de abril: "Aunque vivimos en una época de profundos cambios, la Fundación mantiene su compromiso con nuestra misión [...]. Nuestro trabajo apenas comienza y tenemos mucho que hacer juntos".

Después, cerca de las 5:30 de la mañana del lunes 28 de abril, Sarowitz se despertó con un fuego que se extinguía en un tacho de basura ubicado en la entrada de su vivienda en un suburbio de Chicago; lo sofocó con dos botellas de agua, según un informe del cuerpo de bomberos. 

Más tarde ese mismo día, su esposa recibió un mensaje de texto de un número desconocido que aseguraba haber participado en el incendio. La persona amenazó con secuestrar a la hija de la pareja, estudiante de último año de la Universidad Northwestern, y escribió que no se graduaría si no pagaban US$80.000, confirmó un vocero de la Fiscalía Estatal del Condado de Lake.

"Si están dispuestos a gastar cien millones para arruinar las vidas de la Sra. [Blake] Lively y su familia, estamos seguros de que pueden reservar algunos para su hija", decía el mensaje, que hacía referencia a un reclamo presentado en la demanda de la actriz Blake Lively contra Sarowitz, su socio Jason Baldoni y el estudio cinematográfico que cofundaron, Wayfarer Studios.

Las amenazas continuaron y se tornaron más violentas, según una acusación formal elevada ante el Tribunal del Circuito Judicial del 19.º de Illinois. Ese mismo viernes, Sarowitz resolvió cerrar su fundación. "Tras la decisión unánime de la junta directiva, hoy comenzaremos el proceso de cierre", escribió en Facebook, Instagram y LinkedIn, horas después de notificar al personal. 

En un correo a los beneficiarios, agregó que la fundación respetaría las subvenciones vigentes, pero no brindó ninguna razón específica del cierre: "Hemos determinado que esta decisión es necesaria para garantizar la sostenibilidad y el impacto a largo plazo de nuestra misión benéfica".

"Me quedé impactado al enterarme de la noticia", afirma Christopher LeMark, fundador y director ejecutivo de Coffee, Hip Hop & Mental Health, una de las organizaciones sin fines de lucro que Wayfarer financiaba. "Es difícil siquiera plasmar en papel todo lo que estaban haciendo por nosotros".

"Decidimos que las donaciones privadas eran la mejor opción", comenta Sarowitz a Forbes, al explicar que empezará a donar a través de un fondo asesorado por donantes. Los DAF representan vehículos filantrópicos que ganan popularidad entre personas con un alto patrimonio, en parte porque no requieren la publicación de informes financieros. Añade: "Las fundaciones pueden ser lentas y burocráticas. Esto nos da mucha más flexibilidad y nos permite donar más dinero con menos recursos". 

Steve Sarowitz, de Paylocity
Steve Sarowitz, de Paylocity

Los DAF también ofrecen a los ultrarricos la posibilidad de donar de manera casi secreta. Existen motivos suficientes para que Sarowitz prefiera mantener privacidad en este momento. En diciembre, Blake Lively presentó una demanda contra él, Baldoni y Wayfarer Studios. Acusó a Baldoni de acosarla sexualmente durante el rodaje de la película It Ends with Us, que él dirigió, coprotagonizaron y produjo el estudio. Sostuvo que Baldoni tomó represalias ilegales mediante una campaña de desprestigio financiada por Sarowitz cuando ella denunció su conducta. Él, Sarowitz y el estudio rechazaron las acusaciones. Contrademandaron a Lively por difamación y extorsión, acusaciones que un juez desestimó el 9 de junio.

Se informó de manera generalizada que la Fundación Wayfarer era la organización de Baldoni cuando se divulgó su cierre. Sin embargo, según Forbes, pertenecía a Sarowitz: él aportó la financiación y Baldoni asesoraba sus actividades como miembro de la junta directiva. Sarowitz entregó cerca de US$160 millones a la fundación, que canalizó casi US$60 millones hacia más de 200 organizaciones sin fines de lucro entre 2021 y 2024. (Aportó otros US$90 millones a una fundación familiar benéfica separada, con una misión propia, dirigida por su esposa).

Inspirado en la fe baháʼí de Sarowitz, el nombre Wayfarer buscaba transmitir la idea de un camino hacia un mundo más unificado. La fundación, que tenía como misión promover la justicia social y fortalecer a las minorías, procuró no quedar vinculada al conflicto legal del estudio, que captó la atención del público como pocos espectáculos de Hollywood en los últimos años. Como ejemplo, entregó a su personal un conjunto de expresiones que ayudaban a diferenciar ambas entidades. Sin embargo, compartir el ahora polémico nombre Wayfarer podría haber precipitado su cierre.

"Para mí, el propósito del dinero es servir a la humanidad. Punto", expresó Sarowitz a Forbes en una entrevista en Highland Park, Illinois, el año pasado, cuando hablaba de sus donaciones, antes de que surgiera la controversia.

El cierre de Wayfarer complica ese propósito y tal vez convirtió a sus más de 150 beneficiarios en las últimas víctimas del circo de las relaciones públicas. Algunos sostienen que sus organizaciones sin fines de lucro enfrentarán grandes dificultades para sostenerse sin el apoyo de Wayfarer. "Algo que las fundaciones privadas pueden ofrecer es estabilidad y un compromiso de financiación a largo plazo", señala Brian Mittendorf, profesor de contabilidad y experto en organizaciones sin fines de lucro de la Universidad Estatal de Ohio. "Cerrar repentinamente de golpe lo socava".

Las fundaciones privadas que cuentan con bases sólidas suelen desaparecer luego de varios años, no en cuestión de semanas.

Diversos medios de comunicación vincularon el cierre de Wayfarer con complicaciones financieras surgidas a partir de la disputa judicial. Resulta improbable que sea esa la causa. Aunque especialistas sostienen que los enormes gastos destinados a abogados, seguridad y relaciones públicas alcanzarían ya los 40 millones de dólares, Sarowitz conserva una fortuna estimada en 2.300 millones de dólares, originada en la creación de la compañía de nóminas Paylocity (capitalización bursátil de 10.200 millones de dólares) hace décadas y su paso como director ejecutivo hasta 2011.

 De esa suma, 1.600 millones de dólares permanecen invertidos en acciones de Paylocity, mientras que Forbes calcula que cuenta con otros 700 millones de dólares en efectivo y otras inversiones, cantidad suficiente para sostener el presupuesto anual de 40 millones de dólares de la fundación durante muchas décadas.

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Consultado sobre las razones del cierre tan veloz o si existieron hechos concretos que impulsaron su decisión, Sarowitz prefirió no hacer comentarios sobre la demanda de Lively o las amenazas personales y señaló que era "un momento tan bueno como cualquier otro".

Al día siguiente del anuncio, la policía detuvo a Eduardo Aragón, de 26 años, sospechoso de incendio intencional y extorsión. Aragón enfrenta 13 cargos por incendio provocado, intimidación y acoso. Illinois prohíbe la libertad bajo fianza, por lo que Aragón debe continuar bajo custodia hasta que finalice el proceso judicial, según resolvió un juez. La próxima audiencia se fijó para el 8 de julio.

No obstante, Sarowitz mantiene máxima vigilancia. Ha ubicado custodios de seguridad todo el día y todos los días en sus viviendas y en la sede de Wayfarer, según indicó una fuente al tanto del operativo.

El personal de la Fundación aceptó acuerdos de confidencialidad como parte de los convenios de indemnización, de modo que ninguno dialogó con Forbes de manera oficial. Sin embargo, dos antiguos empleados que solicitaron no revelar su identidad comentaron que en Wayfarer ya se trataban inquietudes sobre la seguridad antes del incendio intencional. Varios de los acusados mencionados en el litigio de Lively manifestaron que recibieron amenazas de muerte durante los últimos meses.

La inquietud por la seguridad dentro de distintas organizaciones sin fines de lucro se intensificó tras la asunción del presidente Trump, indicó Elisha Smith Arrillaga, vicepresidenta de investigación en el Centro para la Filantropía Efectiva. Esto resultó particularmente frecuente si su actividad se vinculaba a un tema polémico: "Cualquier cosa puede convertirse en un pararrayos".

Arowitz, de 59 años, todavía proyecta donar toda su fortuna mucho tiempo antes de morir. Su vínculo con la justicia social nació siendo niño, motivado en parte por el acoso y las golpizas que recibió por ser judío durante su niñez en Homewood, Illinois. En 1997, creó Paylocity, que creció tras presentar uno de los primeros sistemas de nómina en la nube en 2004. Cuando debutó en bolsa en 2014, Sarowitz ya se había apartado de las tareas diarias, aunque siguió como presidente hasta agosto y mantiene un puesto en la junta directiva.

Ese debut bursátil incrementó la riqueza de Sarowitz e impulsó su orientación hacia la filantropía. A la vez, sus conocidos lo criticaban por continuar viajando en clase turista, manejar un Prius y vestirse sin ostentación. "No me interesa el lujo", comentó a Forbes el año pasado.

Por entonces, tras explorar la fe baháʼí unos años por sugerencia de un amigo, Sarowitz relata que vivió una revelación, acompañada de una transformación espiritual de cuatro días en el santuario del profeta Baháʼuʼlláh en Israel. Su esposa lo derivó enseguida a dos psicólogos. Parecía en un estado de euforia constante y dormía poco. En 2015, se hizo baháʼí.

"El baháʼí me resultó lo más lógico. Tengo una mente muy lógica", señaló a Forbes el año pasado. Los baháʼís sostienen que todas las religiones provienen de una única fe esencial, y consideró absurdo creer que los miles de millones que practican el cristianismo, el islam y el judaísmo estén equivocados.

Hacia 2018, Sarowitz conoció a Baldoni, a quien solicitó orientación para un documental que preparaba sobre los orígenes del baháʼí. Baldoni, que también profesa esa fe, ya estaba al frente de una pequeña compañía llamada Wayfarer Entertainment y de una organización sin fines de lucro de nombre The Wayfarer Foundation, que cada año montaba un Carnaval de Amor en Skid Row destinado a personas sin hogar de Los Ángeles. Sarowitz ingresó en la junta directiva de esa fundación y colaboró con Baldoni para reconvertir la empresa audiovisual en una nueva sociedad que financiaría por completo, Wayfarer Studios. A partir de 2020, el estudio participó en la producción de una variedad de películas que, según consideran, transmiten mensajes positivos, como Garfield y Will & Harper. It Ends with Us abordaba la superación del maltrato doméstico.

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Sarowitz también impulsó la creación del Wayfarer Theater, un cine ubicado en las afueras de Chicago que únicamente exhibe películas que, según afirma, "levantan el espíritu". Para él, eso implica excluir escenas de sexo gratuito, violencia, consumo de drogas y contenidos que cosifiquen a las mujeres. Entre los títulos que se proyectan figuran La vida de Chuck, Jurassic World Rebirth y Todo va a ser genial.

En 2021, luego de que Baldoni cambiara el nombre de su fundación a BeLove.org, Sarowitz constituyó su propia Fundación Wayfarer, que financió de manera total con su dinero. Baldoni, quien actuó como "asesor clave" de la organización de Sarowitz, continuará orientándolo en próximas acciones filantrópicas, según relató Sarowitz. La fundación, que planeaba desembolsar casi US$40 millones este año (antes alrededor de US$20 millones), otorgó fondos a organizaciones sin fines de lucro con un propósito espiritual.

"Si solo aplicamos soluciones materiales, como solemos hacer —vemos a una persona hambrienta y le damos comida; vemos a una persona sin hogar y le damos un hogar—, no hemos resuelto el problema de raíz", sostuvo. "Y, a la larga, se convierte en una solución provisional".

Wayfarer calculó que resultó el primer donante importante para el 15% de quienes recibieron su ayuda. Los presupuestos anuales de estos beneficiarios solían acercarse al millón de dólares y siempre se mantenían por debajo de los 5 millones, de modo que con frecuencia dependían casi por completo de Wayfarer, que otorgaba más premios y de menor valor que lo acostumbrado en una fundación privada de esa magnitud. Sus 152 beneficiarios en 2023 percibieron un promedio de US$127.804.

"Se remonta al espíritu emprendedor de Steve", comentó a Forbes el año pasado la exdirectora ejecutiva de la fundación, Laura Herrick. "Ha visto con frecuencia lo que puede suceder cuando alguien invierte en un proyecto desde el principio y el impacto que puede generar".

La mayoría de los aportes de Wayfarer no presentaba restricciones, algo poco habitual entre fundaciones privadas, que suelen preferir financiar programas concretos y no salarios u otros gastos operativos que resultan clave. Los beneficiarios destacaron ante Forbes el apoyo permanente del personal de la fundación (que les hacía llegar paquetes con asistencia y concurría a sus eventos con frecuencia) y del propio Sarowitz. Valoraron que Wayfarer no solo entregara donaciones, sino también orientación, incluidas capacitaciones en áreas diversas, como comunicación y recaudación de fondos.

Wayfarer cesó sus actividades de forma definitiva el 30 de junio. Para ese momento, de acuerdo con Sarowitz, casi todas las subvenciones pendientes se habían abonado, aunque algunas partidas finales se distribuirán en los días siguientes. Asegura que continuará aportando fondos a muchos de esos beneficiarios a título personal, aunque no está claro cuáles serán ni si el volumen de los futuros aportes equivaldrá al de los anteriores. También sostiene que no recibe nuevas solicitudes de ayuda económica por ahora. "A veces, mi mayor frustración es sentirme como un cajero automático y no como un ser humano", manifestó a Forbes el año pasado.

Muchos de los que recibieron financiación de Wayfarer y no presentaron sus solicitudes de renovación antes de que sonara el timbre están desesperados.

"Acabábamos de empezar a hablar con ellos para que nos financiaran de nuevo", dice Takisha Miller, directora ejecutiva de Chocolate Milk Café, que organiza apoyo a la lactancia para familias de la diáspora africana. Sin embargo, aún no presentó la solicitud. "Así que no nos prometen nada. Por eso es lamentable; es como decir: '¡Uf, un mes más...!'".

Templo Baha-i 2x3 por Monica Hunter Hart

La solicitud de renovación de Syda Segovia Taylor, fundadora de Organic Oneness, fue rechazada. Pero Sarowitz le aseguró que seguirá financiándola de manera privada. Ella recuerda que se enteró del cierre de Wayfarer durante un receso en la reunión anual de su junta directiva. "Pensé: 'Bueno, chicos, nuestra red de apoyo no es tan fuerte ni tan amplia como pensábamos'", dice. Aunque la noticia la sorprendió, como todos los beneficiarios con los que habló Forbes, puso el énfasis en la gratitud por el respaldo de Wayfarer hasta ahora. "Siento que me prepararon para este momento", afirma, y cita la orientación que recibió sobre recaudación de fondos y elaboración de estrategias. "Ahora solo tengo que valerme por mí misma".

Más allá de cómo Sarowitz decida continuar como filántropo, su determinación de retirarse y desaparecer tuvo un impacto profundo. "Los veía como un ejemplo de lo que podría ser una fundación", señala Mary Carl, directora ejecutiva de Miracle Messages, un grupo que ayuda a personas sin hogar. "Que se les quite eso a algunas organizaciones sin fines de lucro muy pequeñas es devastador para su sostenibilidad".

 

Con información de Forbes US.

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