"Soy Natalia Marisol Jaramillo Sigcho, machaleña, tengo 27 años, y me considero una joven muy soñadora. Desde siempre me ha apasionado la naturaleza, el medio ambiente y la fotografía, aunque al principio en Ecuador no tenía referentes claros. Mis primeras influencias fueron internacionales, como National Geographic, porque a nivel local es complejo encontrar modelos en fotografía y comunicación ambiental".
Estaba dispuesta a romper el status quo y ante la falta de oportunidades, decidió crearlas. "Poco a poco se fueron abriendo puertas, aunque ha sido un proceso desafiante. En Ecuador, este campo no está muy desarrollado, pero a nivel internacional sí existen espacios, y abrí esas oportunidades".
Así se presentó Natalia, muy segura y sonriente, en la primera entrevista con Forbes Ecuador. Acababa de viajar de Machala a Guayaquil. Tenía pocos días de haber arribado de París, Francia, donde estuvo entre el 30 de junio y el 10 de julio de 2025. Fue seleccionada como la única representante ecuatoriana entre 25 jóvenes profesionales de distintos países para participar en The World Heritage Young Professionals Forum 2025, organizado por la Unesco.
Se destaca como una joven profesional que trabaja con tecnologías digitales e innovación para la conservación. Su trabajo consiste en que la fotografía y el video no se queden solo en los proyectos técnicos ambientales o en lo visualmente atractivo de las redes sociales. "Busco que estos medios se conviertan en verdaderas herramientas de educación ambiental, capaces de generar conexión en las personas con la naturaleza. Mi objetivo es que estas narrativas visuales lleguen a escuelas, comunidades y espacios de aprendizaje, despertando conciencia, empatía y acción en favor del planeta", señala.
El perfil de Natalia fue escogido para asistir al encuentro de la Unesco en un proceso en el que aplicaron inicialmente más de 25.000 personas, 5.000 completaron los formularios, y luego fueron superando etapas de selección hasta quedar en 25 nombres. Finalmente, asistieron 23 jóvenes. De ese grupo, solo tres eran de América Latina: Ecuador, Brasil y Perú.
"Si tuviera que definirme en pocas palabras, diría que soy comunicadora y fotoperiodista ambiental. No me gusta quedarme solo con uno de los dos términos. Soy comunicadora porque mi misión es divulgar, conectar, inspirar. Pero también soy esa persona que ama estar en campo, documentando desde el terreno, fuera de mi zona de confort".
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Hace tres años Natalia se graduó de la carrera de Producción para Medios de Comunicación en la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol). Le encantaba la fotografía, pero siempre tuvo inclinación por el enfoque ambiental. Por eso, dirigió un corto documental sobre la Conservación de Tortugas Marinas en el Parque Nacional Machalilla, en Manabí, en colaboración con el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica. Era su proyecto de tesis de la carrera y fue concebido como una puerta hacia el mundo profesional. El documental fue bien recibido, seleccionado en tres festivales internacionales, incluido uno en colaboración con el Ministerio de Educación de Ucrania, y forma parte de un programa educativo para niños y adolescentes.
"Pese a estos logros, seguí buscando oportunidades con otros proyectos. El año pasado decidí dejar mi trabajo en el departamento de comunicación social de la Junta de Beneficencia de Guayaquil; me encantaba, hacía labores en la parte social, y era súper lindo todo, pero mi sueño siempre ha sido lo ambiental".
Cuando renunció al trabajo fijo, sus padres estaban preocupados. Son personas que trabajaron toda su vida en el mismo lugar y se jubilaron allí. Su mamá fue recepcionista; su papá, técnico en mantenimiento en una planta de puré de banano; su hermano trabaja desde hace diez años en una industria bananera; y el otro hermano es más independiente. "Para ellos, dejar lo seguro era un salto enorme. Aun así, siempre han sido mi pilar. Aunque no comprendan del todo lo que hago, han confiado en mí", dice convencida.
Viajó a las Islas Encantadas y empezó a colaborar en el Parque Nacional Galápagos. Hasta que se abrió una oportunidad y la seleccionaron para participar en la Expedición de Ecosistemas Marinos 2024 organizada por la dirección del Parque. Entre el 30 de septiembre y el 15 de octubre de 2024, se embarcó para acompañar a investigadores y guardaparques en un recorrido por el Archipiélago de Galápagos.
Para Natalia, la expedición fue como vivir un documental de National Geographic: conoció rincones remotos, naturaleza inexplorada, pedazos de un mundo alejado del ruido turístico, documentó la ciencia en acción. Estaba cumpliendo parte de sus sueños, ya que fue seleccionada como la única fotoperiodista en la expedición, encargada de documentar todo el viaje, las evidencias que recogían los investigadores durante el monitoreo de especies de tiburones, tortugas marinas, corales y manglares.
El viaje fácilmente se convirtió en un storytelling por las islas Galápagos y toda su pasión por la naturaleza. Se emociona cuando recuerda que esa experiencia reafirmó su compromiso de utilizar la narración a través de la fotografía y video para conectar a las audiencias con la ciencia y la preservación de nuestros ecosistemas marinos.
"Era la primera vez que le dieron espacio a una persona como yo, me veían con confianza, el director me seleccionó, se hicieron fotografías y videos increíbles. Fuimos al sur de Galápagos, visitamos lugares inaccesibles para turistas, lo que hizo la experiencia aún más especial. Gracias a ese trabajo se me permitió presentar mi documentación y colaborar en investigaciones".
Ese mismo año comenzó otro trabajo. Entre diciembre de 2024 y marzo de 2025 realizó la investigación de tráfico de especies en la Amazonía ecuatoriana. Lo logrado le permitió armar su portafolio y postular a la convocatoria de Unesco. "Ecuador cuenta con cinco patrimonios reconocidos, de los cuales Galápagos es el único natural. Apliqué con mis proyectos, incluyendo fotografía, video y storytelling. Este año la temática estaba centrada en tecnologías digitales aplicadas a los patrimonios naturales y culturales a través de personas que trabajan con drones, videos y narrando historias".
La experiencia en París "fue inolvidable". En la sede central de Unesco participó en clases, debates y exposiciones sobre conservación y nuevas tecnologías. Fue la única la única comunicadora del grupo, en el que también había arqueólogos, arquitectos e ingenieros. Además, se eligieron solo 10 personas para presentar sus proyectos, y la seleccionaron.
Presentó su trabajo Expedición de Ecosistemas Marinos 2024 porque quería mostrar más a Ecuador, y pidió autorización para incluir videos y fotografías para que vieran su país. "Fue muy inspirador en ese momento porque muchas personas ni siquiera saben dónde queda Ecuador. Yo quería que lo conocieran completo, no solo Galápagos", comenta.
Para Natalia, la fotografía y el video tienen una importancia enorme en la conservación y en la parte comunicacional. No se trata solo de capturar imágenes bonitas, sino de transmitir el mensaje que está detrás. "Muchas veces la parte comunicacional no recibe la valoración que merece. Creo que las investigaciones científicas sobre conservación se pueden documentar con storytelling y fotografías para que no sean trabajos muy técnicos y presentarlos en los foros internacionales, narrativas accesibles para que se reconozca el esfuerzo en Ecuador".
El trabajo que realizó en Galápagos está alojado en la página web de la Dirección del Parque Nacional, ya que son los propietarios intelectuales. En cuanto a la presentación en Unesco, no está publicada oficialmente, ya que cada participante llevó su propio material previamente aprobado.
Sobre la experiencia en París, rescata dos aspectos: uno positivo que fue el orgullo de representar a Ecuador; otro que la hace reflexionar sobre todas las trabas que existen en el país para impulsar proyectos ambientales, apoyo a comunidades y falta de inversión.
"También me entristece porque me sigue pasando, que pese a que todos mis proyectos han sido realizados en Ecuador, aunque he tenido la opción de irme, me he topado con muchas barreras, pero sigo apostando por hacerlo aquí. Nuestro país es tan diverso, tan rico en biodiversidad".
Después del viaje a París trabaja de manera independiente. Se ha volcado a compartir sus conocimientos a través de la Academia Climática de Unicef, dando charlas en colegios sobre tráfico de especies, biodiversidad y el rol de la fotografía como herramienta de cambio. Utiliza imágenes para enseñar que detrás de cada animal rehabilitado hay una historia de injusticia ambiental. Por ahora es parte de un plan piloto y el proyecto será presentado formalmente a Unicef; "si lo aprueban, podremos continuar con más actividades".
Su próximo objetivo: fundar una organización propia, una plataforma para impulsar nuevos proyectos enfocados en educación ambiental, con lo que observó en Galápagos, que es un modelo de conservación, donde todos se involucran. "Si no hay oportunidades, hay que crearlas", afirma.
"Desde que volví de París siento que tengo más voz, y se han abierto oportunidades para conversar con autoridades sobre proyectos de educación ambiental. Son conversaciones tempranas, pero significativas. Lo que quiero es compartir lo que he aprendido, replicar esta conciencia ambiental y seguir creando proyectos visuales y documentales, siempre que se den las condiciones necesarias".
"Soy una firme creyente de que si no hay oportunidades, hay que crearlas. El camino ha sido difícil, con muchas barreras, pero también sé que hay excelentes profesionales en Ecuador, personas con los mismos sueños que yo. Con el conocimiento que ahora tengo, quiero abrir puertas y generar nuevas posibilidades". (I)