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Guillermo Roseney Guayaquil Ecuador
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Metódico, perseverante y apasionado, Guillermo Roseney lidera uno de los megaproyectos urbanísticos más ambiciosos de Ecuador. Inspirado por una promesa personal y su visión de calidad de vida, impulsa Santiago del Nuevo Samborondón, una ciudad diseñada en 150 hectáreas. Calcula que en 20 años la inversión superará los US$ 1.000 millones.

22 Agosto de 2025 09.01

Guillermo Roseney es metódico: se levanta a las 05:30, medita media hora, lee durante 45 minutos, se entrena religiosamente en el gimnasio, comparte con su familia, y llega a su oficina a las 10:00. Es sistemático, contesta todos los correos electrónicos todos los días, limpia la bandeja de entrada, no deja nada pendiente y se acuesta temprano. Gusta del arte. Dice que es fanático del vino, sobre todo del de California; su colección pasa de las 300 botellas, clasificadas por país, y le apasiona investigar cada marca que sale al mercado. "Aunque el vino mejora con la guarda, soy de los que creen en 'no dejes para mañana lo que puedes beber hoy'". 

Es apasionado por el arte, eso se observa apenas se ingresa a su domicilio, una mansión en una de las zonas más exclusivas de Samborondón. Esculturas y cuadros de gran tamaño, como un Tábara, se destacan en el pasillo que conecta el lobby con el comedor. Colecciona pinturas y obras de artistas ecuatorianos y latinoamericanos. 

Es disciplinado. Ha corrido tres maratones completas y 20 medias maratones. Le gusta el ejercicio, es parte de su rutina y equilibrio. "Entre el vino y la comida, si no me cuidara engordo, el ejercicio me relaja, sudo lo negativo", dice entre risas. Nunca se permite el aburrimiento, siente que le faltan horas al día porque también es esposo y padre de Santiago, Sebastián y Alejandro, a quienes lleva a sus partidos de fútbol los fines de semana. 

Es perseverante. Con 49 años es presidente de RSA Grupo, una empresa que desarrolla negocios de bienes raíces, seguros y salud y bienestar, y lidera la construcción de una obra monumental: el proyecto más ambicioso de los últimos tiempos que se levanta en el Nuevo Samborondón, el polo de expansión del vecino cantón de Guayaquil. Y no oculta su entusiasmo y la convicción de que está construyendo el presente que cambiará la vida de millones de ecuatorianos. Se llama Santiago del Nuevo Samborondón, una ciudad de 150 hectáreas diseñada bajo el modelo de "ciudad de 15 minutos", donde los residentes pueden realizar el 80 % de sus actividades sin necesidad de desplazarse. Tendrá hospital, torres de consultorios y oficinas, viviendas, departamentos, centros comerciales, centros geriátricos, entretenimiento y zona de malecón. Es un proyecto que materializa una promesa personal de hace 15 años, que surgió en el momento más vulnerable de su vida: salvar a su hijo. 

Es una historia que ha repetido tantas veces que la cuenta rápido, pero hace una pausa para contarle a Forbes Ecuador su mayor dolor. El día del nacimiento de sus mellizos, Santiago y Sebastián, la vida de Roseney dio un giro radical. Una bacteria contaminó a su esposa Alejandra García, en Estados Unidos, afectó la placenta de Santiago, lo que provocó complicaciones respiratorias severas. "Al nacer, lo declararon muerto dos veces. Lo bauticé en ese momento". Contra todo pronóstico, "milagrosamente", el equipo de médicos y enfermeras del South Miami Hospital logró estabilizar al neonato. En el ínterin, su padre "había prometido a Dios que si lo salvaba, le construiría un hospital". Ahora, su hijo es un adolescente completamente sano, juega fútbol, y está tomando forma Hospital Santiago, un centro de medicina de tercer nivel con estándares internacionales, que se diseñó en alianza con Baptist Health International, el mayor grupo hospitalario de Florida, Estados Unidos. 

Guillermo Roseney Guayaquil Ecuador
Guillermo Roseney, junto a la escultura El Renacido del artista Miguel Ángel Mera. Fotos: Robinson Chiquito

"Fue el momento más duro de mi vida, lo he contado mucho, y lo hago hoy con satisfacción porque ya se logró, se está construyendo, no es una promesa para el futuro, es una realidad". La convicción en todo lo que hace es una característica de este guayaquileño, que teje su vida con pasión por el arte, el vino, los negocios y una visión urbanística que busca ofrecer calidad de vida con un megaproyecto que nació con la idea de un hospital, pero que levantará una nueva ciudad, cuyo desarrollo completo tomará unos 20 años y superará los US$ 1.000 millones de inversión.

La primera fase, proyectada con una inversión de US$ 135 millones, incluye el Hospital Santiago (US$ 84 millones), la torre de consultorios (112 unidades, 180.000 m2), el edificio de oficinas Tempus (17.000 m2 en 11 pisos), y los 160 lotes urbanizados que ya salieron a la venta. Roseney aspira a que los médicos, que ya compraron los consultorios los adquieran para trabajar y vivir cerca.

Las 150 hectáreas están ubicadas en unos terrenos sobre una parte continental del Nuevo Samborondón y dos islas naturales: Creta y Garzas, separadas por estrechos brazos del río Babahoyo. "Estamos a 800 metros del Country Club, y en broma le digo a mis amigos que también hay campo de golf incluido". Los lotes urbanizados estarán en la isla Creta, que tiene 49 hectáreas, "que será la única isla privada del Ecuador". La visión de la nueva ciudad se proyectará con la segunda etapa: un condominio de departamentos en Creta, desde 200 m2, y otros cerca del hospital, un centro geriátrico, y una iglesia que se construirá a través de RSA Fundación. "Es una ciudad en expansión —modulable— según la absorción de mercado y su crecimiento orgánico. Cuando esté todo construido, la inversión será superior a los US$ 1.000 millones". Por ejemplo, la primera etapa de Hospital Santiago contempla los US$ 84 millones de inversión, pero "fácilmente llegará a los US$ 300 millones". La segunda etapa incluye el centro de oncología completo, con radiofarmacia, ciclotón, y toda la infraestructura necesaria para el Gran Guayaquil, y que sirva de alternativa a Solca, "como el primer mundo". 

Un emprendedor

La historia empresarial de Guillermo Roseney no comenzó con los bienes raíces. Cuando regresó de Florida International University, en Estados Unidos, donde estudió un Bachelor of Business Administration-BBA, Finance General; su primer trabajo fue como oficial de crédito corporativo en el Banco del Pacífico. En 2017 empezó el programa OPM (Owners and Presidents Management Program) en Harvard, que completó en 2019.

Durante la dolarización, a inicios de los 2000, decidió emprender. "Tuve varios intentos fallidos hasta que empecé a encontrar mi camino". Incursionó en varios negocios: comercialización de arroz, almuerzos empresariales y otras actividades que no fueron muy rentables. También armó una sociedad con dos amigos y abrió una de las discotecas más famosas de la época, Frodia, en Samborondón, "que fue un éxito rotundo". Antes había cofundado Akai, una cadena de sushi. Luego, con los mismos socios, creó en la playa el bar Boa Lua y la discoteca Nassau. 

En 2001, entró al negocio de los seguros cuando se fundó RSA Seguros. "Mi mamá me jaló al mundo de los seguros.Ella ya tenía un recorrido, había traído la representación de Best Doctors a Ecuador y entré a trabajar. Los primeros tres meses no vendí ni una sola póliza, luego vendí la primera, luego dos, luego diez, 100, 1.000... y hoy RSA Seguros es una empresa consolidada, con más de 25 años. Nos formalizamos". 

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Guillermo Roseney estudió en EE.UU. antes de arrancar en el mundo de los negocios.

Iniciaron en la casa de su madre hasta que la convenció de alquilar una oficina pequeña en el World Trade Center, de 50 metros cuadrados, en el norte de Guayaquil. Posteriormente compraron una de 70. "Cruzamos la calle y compramos otra en el edificio Mafre Atlas, de 140 metros. Después una segunda oficina, una tercera, un piso y otro piso más, y otro piso". ¿Compraron el edificio? "No, estamos construyendo uno", bromea. 

Su padre, por otro lado, era piloto. "Volaba aviones de carga, luego se convirtió en piloto privado y hoy está jubilado". En algún momento consideró seguir sus pasos y le dijo a su padre que comprara un ultralight, "pero mi mamá se opuso, y finalmente le hicimos caso". 

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