Forbes Ecuador
Andrés Alarcón
Negocios

“Los negocios no viven de likes”; la filosofía del ecuatoriano que potencia a profesionales de Colombia, España, EE.UU. y México

Daniela Segovia Velasteguí

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Andy Alarcón es un quiteño que apuesta por el high ticket, una estrategia de negocio que impulsa el valor del trabajo de profesionales a escala mundial. Se especializa en ventas y marketing digital de servicios. Su empresa está constituida en EE.UU y este año apunta a ventas por US$ 600.000.

25 Marzo de 2024 09.22

“Yo no soy buena para eso”. “Nadie va a pagarme tanto por mis servicios”. “Nunca podré llegar tan lejos”. A simple vista parecen frases inofensivas, pero si las alimentamos todos los días nos pueden paralizar. 

Las “creencias limitantes” ganan terreno en las nuevas generaciones y nos impiden -en muchos casos- tomar riesgos o decisiones, indispensables si queremos involucrarnos en el mundo del emprendimiento. Andy David Alarcón Herrera entendió que estas creencias están solo en su cabeza y hoy lidera un equipo especializado en high ticket, una estrategia de negocio que gana popularidad.

Alarcón ha recorrido un camino de prueba y error porque en el marketing nada está escrito en piedra. Su sueño de pequeño era ser periodista deportivo, era el narrador oficial de sus partidos en PlayStation. Su primer trabajo fue sacando copias en una notaría. Se tomó un tiempo antes de ingresar a la universidad y al final estudió Marketing en la UTE. Nunca dejó de trabajar y se convirtió en un “experto” en temas legales. A pesar de tener su título en 2018, no pudo dejar su puesto en la notaría porque no encontraba nada relacionado con su carrera.

Un tiempo después se cambió a una empresa que hacía campañas de fidelización. Lideraba el equipo de entrega de premios. Sin embargo, el manejo de la misma no llenaba las expectativas de Alarcón. Salió de esa empresa en 2019 e ingresó a estudiar una maestría en marketing digital en la UNIR. Con una deuda en sus hombros, firmó un contrato con Banco Pichincha como Especialista de Productos. Poco a poco se involucraba en su rama de especialización, pero llegó la pandemia de Covid-19. Quedó, nuevamente, en el desempleo y decidió crear un blog con todo lo que había aprendido. La estrategia, en un inicio, era tener tráfico y cobrar a las marcas por anunciarse en este espacio. ¡No funcionó!

A la par abrió una cuenta en Instagram y publicaba sus blogs para enviar tráfico a la página web, creada por él mismo. Arrancó su proyecto con la desesperación de tener menos de US$ 100 en su cuenta y con el anhelo de poner en práctica todas las horas destinadas al estudio. Su cuenta comenzó a crecer orgánicamente, cuando llegó a los 1.000 seguidores y no había recibido ni un dólar en seis meses, se dio cuenta de que debía continuar con la creación de contenido. Buscaba inspiración en cuentas extranjeras y llegó a sus primeros 20.000 seguidores. Su contenido se viralizaba con facilidad y comenzó a cobrar US$ 30 por asesorías de una hora. Llegó a los 100.000 seguidores y ganaba US$ 800 al mes. Incorporó las mentorías a sus servicios, pero seguía ganando poco. Conversando con un compañero se dio cuenta de que estas métricas son de vanidad. Él, con 7.000 seguidores, facturaba 50 veces más de lo que hacía Alarcón. Su lección: más seguidores no es sinónimo de más ventas.

“Los negocios no viven de likes”. Fue un punto de quiebre para este quiteño, de 30 años. Pidió prestado US$ 2.000 para pagar por su primera mentoría, donde aprendió a vender high ticket. “Ahí me dijeron que suba el precio a US$ 1.000. Yo solo pensaba en: 'cómo alguien me va a pagar eso, si apenas cobraba US$ 30'. Me dejé guiar. En el primer lanzamiento que hice en septiembre de 2022 generé US$ 5.000 con cinco clientes. Me sentí como si viviera en Dubái”, dice entre risas.

Su empresa, Andy Alarcón, está constituida en Estados Unidos para facilitar los pagos, ya que sus clientes se encuentran principalmente en Colombia, México, Estados Unidos y España. Es 100 % online y desde 2022 ha ayudado a más de 500 emprendedores. Su programa dura tres meses y desde este año cuesta US$ 3.000. Existen clases pregrabadas, sesiones en vivo y tareas. El seguimiento se realiza semana tras semana. El soporte y acompañamiento están asegurados. Cuenta con una plataforma, que es como una comunidad, en la que están activas, al momento, 70 personas. Todo está automatizado y cuando se culmina el curso se puede acceder a una suscripción de acompañamiento por US$ 500.

Al momento su equipo está conformado por cuatro personas y Alarcón se encarga únicamente de entregar el servicio. De acuerdo con este emprendedor, los resultados se pueden ver desde el segundo mes, después de encontrar la oferta irresistible. En general, el programa está destinado a vender en cualquier red social a través de sistemas de marketing y ventas. En otras palabras, ayuda a que más profesionales valoren su trabajo y puedan diferenciarse del mercado.

En 2023 superó los US$ 100.000 en facturación y este año espera llegar a US$ 600.000. “Los negocios digitales no tienen un techo y se pueden hacer grandes cosas. Lo único que necesito es mi teléfono, mi computadora y una conexión a internet”. (I)

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