El deporte enseña
Los niños y niñas deben saber que, con esfuerzo se puede mejorar, la constancia en los entrenamientos, la disciplina son el camino para perfeccionar y llegar a la meta. No siempre una derrota es el final de algo, sino el inicio de un nuevo ciclo.

La participación de nuestra selección de fútbol en el mundial de Catar fue sin duda una oportunidad importante para que todos los ecuatorianos tengamos una pausa y podamos ilusionarnos y disfrutar de la presentación del equipo ecuatoriano que mucha alegría nos brindó en los primeros partidos. En medio de tantas noticias negativas, hechos de violencia y crisis sociales constantes, una vez más el deporte es lo que nos reaviva el espíritu, nos motiva y de alguna manera nos devuelve la confianza y la unidad.

El fútbol genera emociones intensas de alegría, tristeza y también frustración, promueve la unión familiar y un entusiasmo que nos hace sentir más ecuatorianos que nunca, con un mayor sentido de pertenencia. Seguro ya habrá un espacio para que, quienes son expertos o dirigen el fútbol ecuatoriano analicen lo que puede mejorar el equipo y hacer los ajustes respectivos y necesarios para seguir creciendo. La finalidad de esta columna no pretende generar un análisis deportivo y técnico de este deporte, jamás me atrevería, confundiría términos y terminaría exaltando la importancia de la educación en el mundo. Por ello, lo único que pretendo es destacar lo que un trabajo en equipo y la pasión del fútbol genera a nivel de emociones y cómo los padres y maestros podemos tomar ventaja de contextos como estos para hablarlo con nuestros hijos.

Los más pequeños no están aislados a lo que sucede en el entorno, desde que nacen, los bebés son capaces de percibir a través de un input visual y auditivo todo lo que sucede a su alrededor, esta información que reciben les permite comunicarse e interactuar socialmente.  Cuando van creciendo esto se hace más importante y el entorno cultural les permite adquirir creencias e incluso estereotipos que los acompañará en todo su desarrollo hasta la etapa adulta. 

 Si hablamos de emociones, los niños y niñas perciben los acontecimientos negativos que suceden y aunque muchos no lo expresen con palabras claras o frases extensas, se pueden ver afectados por la violencia e inseguridad y sentir miedo y ansiedad. Por ello es importante aprovechar coyunturas como las que acabamos de vivir para reconocer emociones y validarlas. 

En estos días fue común mirar que muchos intercambiaban cromos del álbum del mundial, lucían la camiseta de la selección y se emocionaban viendo jugar a su equipo, lo alentaban y celebraban sus goles. Incluso hubo un comunicado del MINEDUC en el que se indicaba que había la posibilidad de mirar el partido en medio de las horas de clase. En otras instituciones de educación superior tampoco fue la excepción, se organizaron momentos y espacios para que quien desee pueda mirar los partidos de la selección. 

 Aquí predominaba la alegría, el entusiasmo y el optimismo. Cantaban el himno con la mano en el corazón y siendo los patriotas que todo docente quiere ver luego de una clase teórica de Cívica ¿Qué más podemos pedir? Los adultos hemos reforzado esa conducta y es positivo hacerlo.

Ahora luego de la derrota algunos dirán que no hay nada que destacar, que hemos sido eliminados, porque el equipo no alcanzó a llegar a la meta de clasificar por lo menos a octavos de final y el mal sabor de boca que nos dejó la derrota nos devuelve a la realidad, frente a esto ¿qué podemos ensañar a los niños? 

Primero, que estar triste está bien luego de una derrota, que llorar no está mal, que los hombres también lloran, que el trabajo en equipo es importante, que un verdadero compañero y amigo es quien te acompaña y te levanta del piso donde te sientes hundido. 

Los niños y niñas deben saber que, con esfuerzo se puede mejorar, la constancia en los entrenamientos, la disciplina son el camino para perfeccionar y llegar a la meta. No siempre una derrota es el final de algo, sino el inicio de un nuevo ciclo.  

Los seres humanos aprendemos imitando y observando, seamos  entonces adultos ejemplares que muestran gratitud por el esfuerzo y trabajo realizado por los deportistas y además, validemos las emociones, expliquemos lo que sucede y avancemos. (O)