¿Están los docentes realmente preparados y respaldados para enseñar de manera eficaz?
Los líderes educativos son quienes generan confianza, cohesión y compromiso. Es necesario formarlos y apoyarlos también. Algunas conclusiones resuenan, y ojalá se conviertan en acciones y cambios concretos.

El informe TALIS 2024, la encuesta internacional más grande sobre docentes y directores promovida por la OCDE recoge la voz de más de 280 000 educadores de 50 sistemas escolares, entre ellos España, Brasil, Chile, Colombia y Costa Rica. Su propósito es comprender qué condiciones y apoyos permiten a los docentes enseñar mejor y mantenerse motivados en la profesión.

El estudio confirma que la calidad de la enseñanza sigue siendo el factor más determinante del aprendizaje. Innovar, señala la OCDE, no se trata solo de sumar tecnología, sino de perfeccionar las prácticas docentes: diseñar actividades desafiantes y metacognitivas, enseñar con rigor y sentido crítico, incorporar la educación emocional como parte del currículo, generar espacios de diálogo entre pares y ofrecer retroalimentación oportuna que fomente la autorregulación del aprendizaje.

El informe, publicado el pasado mes de octubre, define lo siguiente:

Tendencias globales
• Alta vocación, baja valoración: ocho de cada diez docentes enseñan por compromiso con sus estudiantes, pero solo uno de cada tres se siente reconocido socialmente.
• Sobrecarga y bienestar: más del 60 % reporta estrés por exceso de tareas administrativas y escaso tiempo para planificar o colaborar.
• Transformación digital e IA: menos del 40 % recibió formación formal sobre el uso pedagógico de la inteligencia artificial, pese a reconocer su potencial para personalizar la enseñanza.
• Formación continua: nueve de cada diez participaron en desarrollo profesional, con mayor demanda en inclusión, gestión emocional y metodologías activas.
• Liderazgo pedagógico: las escuelas con directores que promueven cooperación y mejora docente muestran equipos más comprometidos y cohesionados.

Algunos resultados en América Latina:
• Alta dedicación, menor bienestar: los docentes de la región trabajan más horas semanales que el promedio OCDE, con menos tiempo destinado a la planificación pedagógica.
• Brechas en formación inclusiva y emocional: menos de la mitad ha sido capacitada en atención a la diversidad o en educación socioemocional.
• Innovación sin coherencia: el uso de tecnología avanza, pero sin una estrategia formativa sostenida ni acompañamiento institucional.

Conectar la evidencia con la realidad del aula para transformar los resultados de aprendizaje, también destaca el informe.

La mejora educativa no depende solo del esfuerzo individual, sino del ecosistema institucional (OCDE, 2025). Esto resuena, porque entonces son varios los factores que debemos considerar para garantizar un óptimo rendimiento y bienestar docente. La formación que reciben, la carga laboral que tengan, el espacio para planificar con el que cuenten, el reconocimiento que obtengan y quienes los lideran marcan la diferencia e impactan en cómo ejercen la docencia y, a su vez, en cómo aprenden los estudiantes.

No sorprende, entonces, que cada vez más docentes pidan espacios de autocuidado y bienestar. Y me sigue resonando el tema de que, es necesario formarlos en habilidades socioemocionales para ser aplicadas en el aula y en su propia vida.

Los hallazgos son clave para la toma de decisiones en cada institución educativa. Si queremos resultados, es mejor no improvisar: este tipo de informes son una guía. En todo este proceso, los líderes educativos son quienes generan confianza, cohesión y compromiso. Es necesario formarlos y apoyarlos también. Algunas conclusiones resuenan, y ojalá se conviertan en acciones y cambios concretos. (O)