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Hay miles de iniciativas sociales, empresariales y comunitarias que trabajan para cambiar esta realidad. Organizaciones que desarrollan programas de empleabilidad, inclusión financiera, formación y apoyo psicosocial específicamente pensados para madres monoparentales.

16 Julio de 2025 15.20

Pasado ya el ruido de los mensajes de WhatsApp, las flores, los desayunos con dedicatoria y las promociones de temporada que nos traen las celebraciones del día de la madre, quizás es buen momento para hablar sobre la maternidad con otros matices. Porque, más allá de las fechas del calendario —útiles, pero a menudo comerciales—, hay una conversación más profunda que sigue pendiente: ¿cuánto reconocemos, realmente, el trabajo silencioso y transformador de las mujeres que crían solas?

Hoy quiero hablar de una de ellas. No de una madre idealizada ni de una historia perfecta, sino de una mujer que enfrentó la maternidad desde la vulnerabilidad y la convirtió en fuerza. Me refiero a Joanne Kathleen Rowling, más conocida como J.K. Rowling, la escritora que creó el mundo de Harry Potter, pero cuya vida real parece sacada de una novela de resistencia.

Antes de la fama, Rowling fue una madre monoparental desempleada, viviendo de ayudas estatales, escribiendo en cafeterías con su hija dormida a su lado. Había perdido a su madre, atravesado un divorcio complicado y luchaba contra la depresión. No era una figura pública ni una estrella literaria. Era una mujer, como tantas otras, criando a su hija con lo poco que tenía, pero con un compromiso inmenso.

En su discurso a los graduados de Harvard en 2008, Rowling habló del valor de la imaginación y del aprendizaje que deja el fracaso. Pero fue su propia vida la que ofreció la lección más poderosa: que la maternidad —incluso en condiciones adversas— puede ser un acto de coraje, dignidad y creación.

Su experiencia personal no solo nutrió su obra, sino que la llevó a involucrarse activamente en causas sociales. Durante años presidió la ONG One Parent Families, dedicada a apoyar a familias monoparentales, especialmente a madres solas, y a incidir en políticas públicas para cambiar las estructuras que las excluyen.

Y es que la maternidad en solitario no es un fenómeno aislado ni ajeno. Según datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), en América Latina y el Caribe casi el 18% de los nacimientos corresponden a madres menores de 20 años, y cada año más de un millón y medio de adolescentes se convierten en madres. Muchas de ellas lo hacen solas, sin redes de apoyo, sin acceso digno a salud, trabajo o educación.

Por fortuna, también hay miles de iniciativas sociales, empresariales y comunitarias que trabajan para cambiar esta realidad. Organizaciones que desarrollan programas de empleabilidad, inclusión financiera, formación y apoyo psicosocial específicamente pensados para madres monoparentales. A lo largo de los años he tenido el privilegio de sumar un pequeño aporte en algunos de estos esfuerzos, y sé que cuando se conjugan voluntad política, empatía social y visión a largo plazo, el impacto puede ser inmenso.

Un caso emblemático es el de una cadena colombiana de restaurantes, que ha hecho de la inclusión laboral de mujeres en situación de vulnerabilidad una de sus señas de identidad. No como un gesto asistencial, sino como una estrategia empresarial ética y sostenible.

Aun así, necesitamos mucho más que esfuerzos aislados. Necesitamos cambiar la mirada. Comprender que estas mujeres no solo cuidan, sino que sostienen. No solo educan, sino que transforman. Eligen criar a sus hijos más allá de los límites del abandono y el prejuicio. La maternidad, cuando es asumida en soledad, se convierte en un acto heroico que debería movilizarnos como sociedad.

Por eso, con esta y otras celebraciones llevadas a lo comercial, propongo algo simple pero urgente: que el reconocimiento no se agote en una fecha. Que nos tomemos el tiempo de mirar y actuar. Que pasemos del homenaje simbólico al compromiso real. Que entendamos que, como Rowling, hay millones de mujeres que no serán portada de libros ni darán discursos en Harvard, pero que hacen magia cada día en el poco entendido mundo de las familias monoparentales. (O)

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