En lugar de convertirse en el motor sostenido del desarrollo nacional, la industria petrolera ecuatoriana ha sido sistemáticamente desmantelada por una serie de errores estructurales y decisiones políticas desconectadas de la realidad global. Este proceso no ha sido espontaneo ni inevitable: ha sido producto de la inacción, del cortoplacismo y de una gestión pública incapaz de priorizar el interés nacional.
En este análisis, identificamos los cuatro pecados capitales que, en la última década, han golpeado con más fuerza la columna vertebral de la economía ecuatoriana.
1. La decadencia institucional: cuando la producción se derrumba, la causa no es el azar
En 2014, Ecuador producía 533.000 barriles diarios. Hoy, en marzo de 2025, apenas alcanza los 445.000. Esta caída del 17% equivalente a 88.000 barriles por día refleja una profunda crisis de institucionalidad. Petroecuador, empresa estatal que sostiene el 80% de la producción nacional, ha sido capturada por intereses políticos, manejada sin gerentes técnicos estables ni directorios independientes, y sin estados financieros auditados desde 2021.
La inversión se ha reducido, la planificación ha sido reemplazada por improvisación electoral, y los campos envejecidos no cuentan con reposición de reservas. El resultado: una caída sostenida de la producción, acompañada por el deterioro de los ingresos fiscales y la pérdida de competitividad energética.
2. Contratos que expulsan capital y frenan la exploración
En 2010, el Ecuador elimino los contratos de participación donde el Estado y la empresa comparten riesgos y beneficios y los reemplazo por contratos de servicios con tarifa fija. Esta reforma desincentivo por completo la inversión privada y paralizo la exploración.
Los pecados que sacrificaron la industria nacional del petróleo
La producción privada cayó al 20%, el peso operativo recayó totalmente sobre Petroecuador, y las reservas probadas se estancaron. Hoy el país tiene petróleo apenas para 12 años más. Mientras tanto, planes ambiciosos como los 700.000 barriles diarios prometidos en 2022 nunca se concretaron por falta de condiciones operativas y visión técnica.
El camino es claro: volver al modelo de participación con reglas modernas y transparentes, que garanticen entre 70% y 80% de renta para el país, pero con riesgo y capital compartido.
3. Diplomacia energética fallida: de las preventas a China al escándalo de Sacha
La política petrolera exterior también ha sido un desastre. Entre 2009 y 2016, Ecuador comprometió 1.300 millones de barriles en preventas a China, recibiendo USD 18.000 millones en créditos opacos. Se estima que el país perdió más de USD 4.700 millones por vender crudo por debajo del precio de mercado.
En 2025, el intento de delegar el campo Sacha a un consorcio chino-canadiense-estadounidense que incluía un anticipo de USD 1.500 millones y hasta el 82% de participación colapso por falta de seguridad jurídica, debilidad institucional y ausencia de liderazgo técnico y diplomático.
Mientras otros países abren sus sectores a capital estratégico con reglas claras, Ecuador sigue espantando inversiones por decisiones erráticas, improvisación política y falta de visión geoeconómica.
4. Estancados en el siglo pasado: Ecuador no se adaptó al nuevo orden petrolero
La cuarta falla ha sido no adaptarse a la nueva lógica global de producción. Mientras EE.UU., Brasil y Guyana aumentaron su producción mediante tecnología, digitalización y contratos flexibles, Ecuador retrocedió.
Entre 2014 y 2023, EE.UU. incremento su producción en 48%, Guyana paso de cero a 700.000 barriles diarios, y Ecuador perdió 100.000. No se lanzaron rondas exploratorias en una década, no se avanzó en transición energética ni en el aprovechamiento del gas natural. Al contrario, se importan derivados en cantidades récord, encareciendo el consumo interno.
Los pecados que sacrificaron la industria nacional del petróleo
Mientras el mundo produce más, mas rápido y con marcos transparentes, Ecuador permanece anclado en debates ideológicos de otra época. Este rezago ya tiene consecuencias fiscales y sociales devastadoras.
Conclusión: aún hay tiempo, pero no margen para seguir fallando
La industria petrolera nacional aún puede ser rescatada, pero el tiempo se agota. Se requiere una reestructuración profunda: retorno al modelo de participación, profesionalización de Petroecuador, reactivación de la exploración, y una diplomacia energética moderna con socios estratégicos.
No se trata solo de producir más petróleo, sino de hacerlo bien, con visión de país y alineados al mundo. Ecuador no puede darse el lujo de seguir sacrificando su industria más estratégica por errores repetidos. El costo ya lo paga toda la población. (O)