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¿Por qué nos debe importar un huevo la gramática?

Esteban Ortiz

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A veces, lo más difícil es comunicar a pesar de hablar el mismo idioma. Quizás, y solo quizás, sea el momento de relajarnos un poco, aplicar otras formas, reírnos más y juzgar menos. Total, lo que importa es entendernos.

06 Diciembre de 2023 11.34

La gramática debe adaptarse a nosotros y no nosotros a la gramática. El idioma no lo hace la Real Academia Española. Lo hace quien escribe “online” y no se sonroja por usar esa palabra. Tampoco quien envía un mensaje amoroso en un “chat” o se toma un “selfi” que luego subirá a su “feed”. Actualmente, la forma de comunicarnos ha cambiado abismalmente. El internet, las nuevas comunicaciones y la rapidez con la que transcurre la vida, hace que estemos más informados, que los chats requieran palabras más sencillas o que simplemente otras culturas sean parte de la nuestra, cosa que antes no sucedía con tanta facilidad. La forma de interactuar ha adquirido un protagonismo que antes no tenía.

Volviendo a la forma de redactar, la riqueza está en que usted, amable lector, está entendiendo con claridad lo que estoy escribiendo, aunque lo haga con anglicismos que son aceptados por nosotros (aunque todavía no por la RAE). Es indiscutible que la “red” es, sin discusión, la mayor vía de comunicación de la historia que se expande descontroladamente y sus alcances son infinitos. Por eso, ser un talibán del idioma podría hacerle caer en el ridículo al purista que negaba la palabra internet, que, a su vez, y según el diccionario, es sinónimo de web. Curiosamente, hoy ya no se discute el uso de la palabra. Lo que se discute es el uso del artículo masculino o femenino antes de esta palabra.

Es indiscutible que el castellano dejó de ser una lengua exclusiva de una academia. Ahora, el que tiene conexión o un dispositivo podrá generar e inventarse nuevas palabras y formas de comunicación que tendrán que pasar por el racero de la sociedad para ser aceptada. Los verdaderos problemas del castellano no están en los anglicismos ni en el todes o todxs, que serán modismos que la misma sociedad se encargará de aceptarlos o no. Son otros. La riqueza de nuestro idioma radica justamente en la posibilidad que tiene el castellano para adaptarse, sin juzgar, y lograr entendernos en esta maravillosa sociedad multicolor. Hay que despeinar el idioma, soltarle el pelo y que sea feliz. Escribir no necesariamente tiene que ser un ejercicio pulcro e impecable y usar palabras como guglear, que es más usada que la eñe, deje de ser considerado como una herejía. Lo importante, al fin y al cabo, es que nos entendamos. 

No creo en la anarquía gramatical, es evidente que tiene que haber ciertas reglas, pero estas tienen que redactarlas personas que estén a la altura de las circunstancias y no personas con monóculos. Ser purista podría limitar nuestra forma de interactuar y más ahora que cualquiera puede “tuitear”, ser “influencer”, “tiktoker” o sólo escribir pendejadas al “watsap”. Vean ustedes como estos verbos herejes, en la actualidad no lo son tanto.

Hoy, que esta columna se puede leer en cualquier parte del mundo, lo que importa es el mensaje, que las palabras estén ordenadas y que adquieran sentido en lo simple y lo práctico. Es evidente que hay diversas maneras de comunicarnos y entendernos, por eso, si escribo guagua o achachay o chuchaqui, muy usados en la serranía ecuatoriana, seguramente solo pocos me entenderán. Pero si escribo “guglear”, “play”, “gamer”, “táper” o “lol”, quizás me entiendan más. En todo caso, tanto para el caso de los localismos como el de los anglicismos, la riqueza está en la posibilidad de usarlos. 

El lenguaje y la palabra también son mecanismos de aceptación social. Cuando nuestros hijos nos dicen que les fue “full bien” no pretenden hablar bien. Pretenden ser aceptados y entendidos entre la jerga en la que se mueven. ¡Y está bien! Porque es una forma de socializar. Con el tiempo, si esta forma coloquial trasciende, enriquecerá el lenguaje y luego, todos hablaremos de esa manera. Así, algo que no estaba en la norma adecuada se convertirá con el tiempo y el uso en una palabra aceptada en el diccionario. 

¿Es necesario ser tan riguroso con la gramática? ¿Sirve de algo ser riguroso? A veces, lo único que nos debe importar es que la gramática no nos importe. No estoy en contra de esta, pero sí creo que la flexibilidad y el tecnicismo práctico superan cualquier RAE y a cualquier purista que se ve estancado en el tiempo como si eso fuera una amenaza al tradicional uso de las tildes y las eñes. La riqueza del castellano está en que no deja de crecer.

Por eso, hay que ser menos rigurosos y crear más palabras. A veces, lo más difícil es comunicar a pesar de hablar el mismo idioma. Quizás, y solo quizás, sea el momento de relajarnos un poco, aplicar otras formas, reírnos más y juzgar menos. Total, lo que importa es entendernos. (O)

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