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María Gabriela Fuentes
Movimiento Inspirador
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María Gabriela Fuertes Jiménez nació en Tulcán hace 34 años. Es abogada de profesión y se mudó a vivir en Suiza desde 2018. Es la presidenta más joven y la primera ecuatoriana que ha dirigido el Teléfono de la Esperanza de Suiza, una ONG que ayuda a migrantes de habla hispana.

24 Abril de 2024 10.20

Contestar el teléfono es una actividad que repetimos varias veces al día. Es tan común que, normalmente, no le prestamos atención. Sin embargo, una llamada puede cambiar nuestras vidas. Desde el siglo XIX, el teléfono se ha convertido en el dispositivo de las buenas y las malas noticias. No solo ha derribado fronteras geográficas, sino que es una herramienta para apoyar a aquellas personas que están lejos de su ciudad natal o de su familia.

En 1971, el español Serafín Madrid repensó el uso de estos dispositivos y creó lo que se conoce hoy como Teléfono de la Esperanza, una ONG compuesta en su totalidad por voluntarios, quienes ofrecen apoyo telefónico gratuito. Comenzó en Sevilla, España, y ahora está presente en nueve países de Europa e Hispanoamérica. Su misión está encaminada en promover la salud emocional de las personas que se encuentran en una situación de crisis.

En Suiza, el teléfono sonó por primera vez en 2005 y la ecuatoriana María Gabriela Fuertes Jiménez es la primera ecuatoriana en ocupar la presidencia. Llegó a este país europeo a finales de 2018 después de conocer “al amor de su vida”. Nació en Tulcán hace 34 años y estudió Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. “Ser abogada te permite tener flexibilidad para involucrarte en las ciencias sociales y los derechos humanos. Además, desde muy pequeña, estuve vinculada en la política de la provincia del Carchi. Esto me emocionaba mucho y creo que ahí nació mi deseo de ayudar a los demás”.

Tiene experiencia en la Cámara de Comercio de Quito, en el Ministerio de Educación y en la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt). Su ímpetu por conocer y comerse el mundo le llevó a Hungría, donde estudió por dos años una maestría en Relaciones Internacionales. En sus planes estaba regresar a Ecuador, pero conoció a quien se convertiría en su esposo y el padre de su primer bebé. 

“Acá es difícil remontar la carrera de Derecho porque necesitas tener una patente. Sin embargo, no quería perder todo lo que había estudiado e ingresé a otra maestría en Derecho Internacional en la Universidad de San Gallen. Con esto hice una pasantía en la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en Ginebra”. Fuertes, en la entrevista, asegura que ser migrante es complicado y mucho más cuando no tienes un ticket de regreso. “Cuando uno emigra es como que llegó tarde. Ya todo está hecho y tienes que aprender el idioma, la cultura, las costumbres y, en mi caso, acostumbrarme a la mirada suiza. Mi mamá me decía que busque algo que me haga sentido porque lo único que hice, las primeras semanas, era esperar a que llegue mi pareja”.

María Gabriela Fuentes
Fotografías: Aline Filliol, Nocturnia

Esta abogada ecuatoriana sabía que su historia se repetía mucho en Suiza. Buscó organizaciones que ayuden a las personas en estos procesos de integración y así llegó a “Entre amigos”, una iniciativa del Teléfono de la Esperanza, que reúne todos los sábados a migrantes de habla hispana. Fuertes enfatiza que fue su salvación y sin dudarlo expresó su deseo de unirse a esta ONG que, en 2023, ayudó a 1.817 expatriados.

Es una de las voluntarias más jóvenes y describe este proyecto como un refugio. “A veces la gente piensa que ayudamos solo a españoles, pero casi toda América Latina habla español. Somos una organización que promueve la salud emocional en un país que tiene una población que sufre de depresión. Aquí puedes ganar mucho dinero, pero estás solo. Además, el 80 % de casos son divorcios. Muchas mujeres se casan con suizos, alemanes o europeos y cuando llegan se encuentran con otra realidad. Algunas veces tienen problemas con las drogas o les exigen que trabajen en la prostitución. No todo lo que brilla es oro”.

El Teléfono de la Esperanza tiene programas de integración, brinda asesoría legal gratuita y asesoría psicológica. Cuenta con 45 voluntarios que se formaron para receptar las llamadas, que son anónimas. Tiene un centro de asesoramiento en Zúrich y cuenta con un presupuesto de 80.000 francos suizos al año (aproximadamente US$ 87.000), que son entregados por el cantón y algunos donantes externos. Con la pandemia realizaron modificaciones y los orientadores tienen conexiones para contestar las llamadas desde sus casas. Actualmente, atienden 1.000 llamadas a la semana y Fuertes, desde 2022, ha brindado 89 asesorías gratuitas, que en su mayoría tratan sobre derecho de familia, derecho migratorio y derecho laboral.

Fuertes no ha logrado convalidar, totalmente, su título de abogada, pero no ha dejado las leyes de lado. Además de su presidencia en el Teléfono de la Esperanza, trabaja como directora de proyectos en un centro de asesoramiento para trabajadoras sexuales, Sexuelle Gesundheit Aargau. “Aquí hay mucha trata de personas y nosotros buscamos que sean libres, que las trabajadoras sexuales estén legalmente, sin ninguna obligación. Todos los cantones están desarrollando este plan piloto y ha funcionado muy bien. También, hago recorridos por bares, clubs y cabarets. Soy la única latina en este trabajo y me siento muy bien, he derivado a muchas mujeres al Teléfono de la Esperanza”.

El día a día de esta tulcaneña transcurre en alemán y se considera como un pulpo, que divide su tiempo entre el cuidado de su bebé, de su familia y de sus dos empleos. “Quiero lograr un balance entre ser mamá y profesional. Espero tener mi propia patente de abogada y ayudar a más mujeres. Al final, todos los trabajos son dignos y nunca voy a abandonar mi carrera. Nunca debes abandonar tus sueños”. (I)

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