Forbes Ecuador
Katiuska Kriedt
Movimiento Inspirador
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La doctora Katiuska Púa Zamora, ahora conocida en el Reino Unido como Katiuska Kriedt, dejó su infancia entre casas de caña para convertirse en una referencia de la medicina reproductiva en Europa. Su historia es una mezcla de perseverancia, inequidad, ciencia y amor.

21 Septiembre de 2025 06.00

La primera vez que la doctora Kat (como la dicen de cariño) oyó que no existía un latido fetal sintió que algo se rompía por dentro. "Había días en los que todas las mujeres a las que asistía perdían a sus hijos y eso me afectó anímicamente", confiesa en una entrevista con Forbes Ecuador. Este hecho hizo que su carrera cambiara de rumbo y se decidiera por otra especialidad. No lo hizo por estrategia, tampoco por un tema económico, sino porque entendió que no podía apoyar en la última etapa. Ella se fue al inicio de la vida misma para intentar evitar más pérdidas.

Hoy tiene su propia clínica de fertilidad en Londres, Reino Unido. La dirige desde julio de 2024 y en apenas un año atendió a 218 pacientes, casi todas mujeres migrantes que buscan un trato más humano en el sistema británico. Cobra 170 libras por visita, menos de la mitad de lo habitual en aquel país. No factura ecografías, subsidia consultas, ofrece paquetes de fertilidad que cuestan entre 6.000 y 7.500 libras. Su tasa de natalidad es del 54 % y tiene pacientes de hasta 46 años. Su meta es ayudar y poner en práctica todo el conocimiento que tiene.

Uno de cada seis adultos padece de esterilidad, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este es un trastorno del aparato reproductor, masculino o femenino, que impide lograr un embarazo después de 12 meses o más de tener relaciones sexuales regulares sin protección. El Programa Especial de Investigaciones, Desarrollo y Formación de Investigadores sobre Reproducción Humana analizó esta situación en 17 países, donde encontraron grandes disparidades en cuanto a los costos médicos por tratamientos de reproducción asistida. Estos pueden oscilar entre US$ 2.100 y US$ 18.600. En África y Asia Sudoriental son más elevados que en las Américas o el Mediterráneo Oriental, porque carecen de regulaciones o mecanismos de financiamiento gubernamental. Statista asegura que la cantidad estimada de personas que padecen infertilidad es mayor en la región del Pacífico Occidental (23,2 %), le sigue América con un 20 % y Europa con un 16,5 %. Este es un problema que busca respuestas y oportunidades en profesionales de la salud como Katiuska Kriedt, quien ahora usa su apellido de casada. 

Esta ecuatoriana antes de llegar a este punto, cruzó por varios mundos. El recorrido empezó a los cinco años, cuando vio a su madre vacunando en San Antonio, un recinto rural a dos horas de Guayaquil. "Tenía su toga blanca y su gorra de enfermera. Desde pequeñita ya sabía que ese era el camino". No tenían agua potable ni electricidad. Se bañaban en el río y dormían apretados en una casa de caña. 

Cursó la escuela en Balao Grande y terminó el colegio en Naranjal. Más tarde se mudó a Durán para estudiar Medicina en la Universidad Estatal de Guayaquil. Vivía con su hermano y su cuñada, rodeada de niños, ruido y estrecheces, hasta que consiguió un refugio en un convento de monjas, donde encontró la paz necesaria para estudiar. Se graduó con la idea de volver a su comunidad, pero su novio de la infancia apareció con una noticia que cambió todo. "Me buscó solo para decirme que se iba a casar con otra y me dijo que igual podíamos seguir. Me estaba proponiendo ser la amante", rememora Kriedt, quien empacó sus cosas y voló a las Islas Galápagos, con la consigna de no repetir la historia de su madre. 

En este paraje realizó el año rural como médica del aeropuerto y fue donde conoció a su esposo, un mochilero alemán que empezó a escribirle cartas. Cuando terminó su contrato en las islas, su ex intentó volver con ella. Su brújula ya apuntaba hacia otro destino. ¡Se fue a Chile! Vivió cuatro años en el sur de ese país como médica general de zona. Allá homologó su título, trabajó en comunidades rurales y entendió lo que significa tener un sistema de salud que funcione. En aquellos años, las cartas iban y venían. En una de ellas, "su amor de correspondencia" escribió que quería visitarla. Viajó desde Europa, se reencontraron y se casaron. En 2005, ella se mudó a Londres.

Revalidar su título en Inglaterra fue una odisea y el papel llegó en 2007, cuando tenía seis meses de embarazo de su primera hija. 

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