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Juan Jaramillo
Negocios
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Chiki es una bebida hecha a base de plantas aromáticas que se elabora en Ecuador y  se exporta y comercializa en Walmart, CVS, Publix y más. Juan Jaramillo, uno de los cofundadores de la marca, nos cuenta cómo lo logró.

17 Enero de 2024 11.16

Juan Jaramillo es un emprendedor lojano que se define como una persona con muchas ganas de vivir y que con el tiempo ha aprendido a tomar decisiones para crecer. Una de esas decisiones fue asociarse con Andrés Izquieta y crear Vibras Foods LLC, una empresa con sede en Los Ángeles y que tiene una sucursal en Ecuador.

Esta empresa desarrolló Chiki, una bebida hecha a base de plantas aromáticas que se produce en Ecuador y que se exporta a EE.UU. “El 100% de la producción se vende en Estados Unidos y estamos en canales como Walmart, CVS, Publix y más. Estamos en 3.000 puntos de venta en 48 estados”. Vibras Foods LLC y la marca Chiki nacieron hace tres años y  el objetivo, por ahora, es consolidarse en el mercado estadounidense, según explica Jaramillo en una entrevista por Zoom desde Vilcabamba, en Loja, donde se encuentra la finca en la que se siembran y cosechan las plantas y las hierbas aromáticas que dan vida y sabor a Chiki.

Lo logrado en este tiempo, explica Jaramillo, se basa en principios como el respeto, la transparencia y la conciencia con el planeta. Por eso, la finca y el producto tienen la certificación USDA Organic. Los cultivos tienen hierbas como menta, hierba luisa, cedrón, esencia de rosas, entre otras. 

La cosecha pasa a manos de una asociación de 42 mujeres que procesan, desinfectan y deshidratan las hierbas. Ellas reciben un sueldo y una vez que el producto está deshidratado se envía a Guayaquil, donde se elabora y se embotella la bebida en una planta alquilada. Los envíos se hacen por los puertos de Posorja  de Guayaquil, según el destino.

El origen de este producto tiene como escenario la universidad UCLA, en Los Ángeles. Jaramillo estudiaba un máster en negocios y conoció a su socio, un estadounidense de madre ecuatoriana; si bien no eran compañeros de clase ellos se contactaron por amigos en común en 2019 y compartieron varias ideas. “Él había trabajado en la industria textil, fundó su propia empresa. Luego nos juntamos para crear Chiki, con la idea de tener una empresa de alimentos limpios y responsables con el planeta”.

En 2020 Jaramillo e Izquieta viajaron a Ecuador y allí vieron que la horchata era el producto perfecto para arrancar. “Arrancamos haciendo muestras y hoy tenemos un cultivo propio”, cuenta emocionado y añade que en 2022 las ventas cerraron en US$ 380.000, en 2023 superaron los US$ 2 millones -con más de un millón de botellas enviadas- y la meta este año es bordear los US$ 5 millones.

¿Cómo se explica ese crecimiento? Jaramillo dice que es por la expansión que viven en el mercado estadounidense. En febrero de 2021 llegó el primer contenedor, en 2022 se enviaron 12 contenedores y desde allí no paran de crecer los envíos. “Solo en noviembre del año pasado enviamos 12 contenedores, en un mes hicimos lo mismo que en un año. Esto ocurrió porque en febrero de 2023 entramos a Walmart, en marzo llegamos a CVS y luego a Publix”. 

Al contar la breve e intensa historia de Chiki, este lojano se emociona, pero reconoce que existen inquietudes. “Para ser sincero, hoy siento más temores que cuando recién empecé. El flujo de caja es un tema que nos tiene siempre preocupados. Si recibimos un pedido de ocho contenedores hay un costo y a eso se suman las promociones que activan los puntos de venta”. Todo eso impacta en el flujo de caja, explica Jaramillo, y añade que en la industria de alimentos y bebidas existe una serie de particularidades que juegan en el margen y en la recompensa al final de la historia.

Sin embargo reconoce que el crecimiento es importante. “Ha sido un proceso de dos años, con muchos requisitos y detalles. Si una marca sigue en percha en cinco años es porque hizo bien las cosas y si no es porque el flujo de caja la mató. Así es como funciona”, dice el COO de la empresa. “Puede ser algo estresante”.

En este proceso la empresa tiene un equipo de 12 personas divididas entre Ecuador y Estados Unidos. Se terceriza mucho: Las bodegas son alquiladas, los choferes de los camiones que llevan los contenedores son contratados ese momento, lo mismo pasa con los repartidores en línea, etc. “Ya no existe el concepto de la compañía que tiene todo”, explica este empresario de 33 años que siente que ha evolucionado en medio de sufrimiento y preocupaciones, pero que hoy habla con la soltura que da la experiencia. 

¿Cómo se visualizan en 2030? Si las proyecciones se cumplen seremos una  empresa con ingresos superiores a los US$ 60 millones y en la mira de grandes empresas del sector de bebidas. “Pero hay que reconocer que existen riesgos, hay que decirlo. O crecemos o nos quedamos en el intento, esa es la realidad del sector”. (I)

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