Forbes Ecuador
Familia Murray marcas y etiquetas Quito - Ecuador
Negocios
Share

En un mercado donde las etiquetas y empaques pueden definir una marca, una empresa ecuatoriana convirtió estos insumos en su especialidad. Marcas Etiquetas, una empresa familiar con sede en Quito, elaboró más de 42,7 millones de etiquetas el año pasado y 3,4 millones de fundas, cajas y adhesivos de cartón. Detrás de estos números hay una historia de perseverancia, visión y traspaso generacional.

27 Mayo de 2025 02.00

Las etiquetas y los empaques pueden definir una marca. Eso lo sabe bien Marcas Etiquetas, un emprendimiento familiar, con sede en Quito.

Esta historia tiene sus orígenes en los años 90, cuando María del Carmen Álvarez y Andy Murray empezaron el negocio en un garaje en la Avenida América y La Gasca, en el norte de Quito. Ella trabajaba en su natal Cuenca en una comercializadora colombianas de etiquetas.  Al mudarse a Quito, tras su matrimonio, identificó que existía un nicho poco explorado en el país. Con un préstamo de US$ 10.000 la pareja compró su primera máquina de impresión.  "Entramos sabiendo cero del negocio. Al principio nos apoyamos en imprentas informales, pero eran muy incumplidos.  En 1997 entregamos unas 3.000 etiquetas y vendimos US$ 30.000".

Con 15 clientes y cinco empleados esta pareja emprendedora hizo una nueva apuesta e invirtió $ 70.000 en maquinaria de segunda mano; también alquiló una casa más grande en el sector del antiguo aeropuerto. Era 1999.

Recomendado:  Convierten chatarra en piezas capaces de soportar el peso de un avión

Estos emprendedores decidieron seguir su instinto, continuar adelante y transformar su negocio. Al poco tiempo incursionaron en la elaboración de fundas y cajas de empaque. Su creación, aunque pueda parecer sencilla, implica un meticuloso trabajo que va desde la concepción del diseño hasta el acabado final. Se requiere paciencia y habilidad para alinear los detalles. Una vez terminadas se apilan cuidadosamente para evitar deformaciones y daños. "El armado de las cajas es manual, desde la pegada de los bordes hasta la puesta de los cordones o lazos. La familia de nuestros colaboradores participa en el proceso. La habilidad, la atención al detalle y la precisión para solucionar imprevistos en el camino convierten a cada pieza en un objeto único, personalizado y hecho con dedicación". 

En 2003, con una nueva inversión de US$ 100.000, Álvarez y Murray construyeron su primera planta en el sector de El Inca. "Mi esposa es capaz de vender hielo a los esquimales y arena a los árabes, pero en lo técnico y números es cero. Logramos complementarnos, porque no es fácil separar los negocios de la familia. Llevamos más de 30 años felizmente casados", dice el patriarca de la familia mientras caminamos entre imprentas, prensas y troqueladoras. 

Para que una empresa familiar se mantenga en el tiempo hay que buscar sistemas de administración adecuadas. Andy Murray compartió a Forbes la receta aplicada para el traspaso a la segunda generación. "Un amigo, experto en empresas familiares nos aconsejó que por lo menos trabajemos 10 años juntos y ya vamos ocho.  A la primera que jubilaron mis hijos fue a la mamá, creo que a mí me van aguantar unos cinco años más porque todavía no me veo como 'spiderman' trepándome las paredes de la casa", dice mientras comparte un gesto de cariño con sus dos hijos:  José y Gabriela. Ellos nunca estuvieron lejos del negocio de sus padres.  Desde que tenían unos 12 años eran parte del equipo recortando etiquetas y pegando bordes durante los meses de vacaciones. Se ganaban unos US$ 200 y se sentían millonarios.

Familia Murray marcas y etiquetas Quito - Ecuador
José Murray es el gerente de la empresa. Foto: Armando Prado 

José se incorporó en 2016 como vendedor, luego pasó por todas las áreas aprendiendo cada proceso de la empresa. Tenía la mejor de las maestras, pero también la más estricta. "Todos los días me tomaba la lección. Me dejaba equivocarme, pero atrás estaba siempre para dirigirme.  Una vez cerré un negocio grande, pero cuando entró el pedido, no caí en cuenta que había una falta de ortografía y borra y va de nuevo.  Ahí entendí que es una obligación revisar minuciosamente antes de empezar el proceso".

Te puede interesar:   Cuando la familia jubila al jefe

José, a sus 32 años, es la cabeza del grupo.  Graduado de administración y gestión de empresas en la Universidad de las Américas (UDLA) con una maestría en Dirección de marketing y gestión comercial en EAE Business School en Barcelona, España, asumió la gerencia general, luego de que su mamá decidiera dar un paso al costado.

La pandemia, lejos de ser un obstáculo, fue un trampolín. "Las ventas de mascarillas y el boom de los deliverys fueron la salvación. Los pedidos de cajas y fundas se duplicaron, pese a que bajamos en ventas un 35%, cerramos el año con una facturación de US$ 1,8 millones".

Los desafíos continuaron y ellos estaban dispuestos a enfrentarlos con resiliencia y adaptabilidad. En 2023 dieron otro salto con la construcción de una nueva planta en el sector de Carcelén industrial, en el norte de Quito. "Solo en instalación física tenemos 1.400 metros cuadrados. El valor real es de US$ 1,2 millones, pero como soy ingeniero civil no cobré honorarios por lo que costó la mitad", dice entre risas Murray, mientras recuerda que en un principio compraban 300 pliegos de cartulina y hoy pasan los 10.000. La sostenibilidad es parte fundamental en esta empresa, por eso cada mes se reciclan cerca de dos toneladas, para la elaboración de una variedad de productos.

En este punto de la conversación se integra Gabriela, la menor de la familia con estudios de publicidad y diseño gráfico en la Universidad San Francisco de Quito. Ella es el ojo crítico que cuida que cada detalle se cumpla con rigurosidad. "Muchos clientes se sientan con nosotros para crear su marca desde cero y juntos elaboramos sus fundas o etiquetas. Nuestro trabajo en ese sentido es 100 % personalizado".

José añade que trabajar con su hermana es una experiencia enriquecedora, porque se conocen de memoria y se apoyan mutuamente. Su padre los mira con orgullo porque siente que con su esposa han hecho un buen trabajo.

Hoy Marcas  Etiquetas produce más de 42,7 millones de etiquetas y 3,4 millones entre cajas, fundas y adhesivos de cartón al año; trabaja con ocho proveedores de papel de varios gramajes y calidades. La empresa exporta a Estados Unidos, Colombia, Panamá y, esporádicamente, a Países Bajos y Alemania. En 2024 las ventas fueron por US$ 2.184. 779.  Si los cálculos no fallan este año crecerán un 10%, para llegar a los US$ 2,4 millones netos. 

Con orgullo los voceros de la empresa afirman que el éxito es posible por el compromiso de sus colaboradores. Para este equipo familiar el tiempo es uno de sus activos más valiosos y están dispuestos a caminar a toda velocidad. (I)

10