Hace un par de meses tuve la oportunidad de visitar China y sin temor a equivocarme, hoy puedo contarles que lo que vi en infraestructura, tecnología y movilidad en gran parte es el futuro del mundo. Todos conocemos que ese país representa la mezcla de una milenaria cultura y una poderosa historia, pero pocos estamos conscientes de lo que significará China para la humanidad en el futuro.
Los grandes cambios económicos que China viene presentando de manera progresiva y constante han facilitado que millones de personas salgan de la pobreza, pero en esa coyuntura debemos hacer un alto y preguntarnos desde una perspectiva global, ¿cómo ha afectado al ambiente todo ese desarrollo de China?
Para responder esta pregunta es importante comparar algunas cifras relacionadas con sus logros y con sus impactos ambientales.
Desde la década de los 80, China ha presentado un crecimiento constante que alcanzaba hasta el 10 % anual. Eso significó la creación de mucha industria, grandes inversiones en carreteras, puentes, hidroeléctricas y, en muchos casos, el desarrollo de enormes ciudades que albergan a un número creciente de mano de obra que sigue migrando del interior del país en busca de mejores oportunidades para ellos y sus familias. China pasó de ser un país principalmente agrícola a uno altamente industrializado. Esto, visto en cifras, da cuenta del éxito económico logrado, ya que en esa misma década China pasó de generar alrededor de USD $300 mil millones de PIB a una cifra astronómica de alrededor de USD $19 billones en 2025, posicionándose, así como la segunda potencia económica del mundo.
Lamentablemente, estas buenas noticias traen consigo impactos no tan positivos en materia ambiental. Es comprensible que, para lograr este crecimiento, se haya sacrificado la estabilidad de los ecosistemas, el aire, el agua y, por qué no decirlo, también la salud de sus ciudadanos. Y es que todo está relacionado.
Si lo vemos en cifras, el crecimiento económico y el desarrollo industrial han provocado que la generación de CO₂ pase de 2 Giga toneladas en la década de los 80 alrededor de 11 Giga toneladas en 2023, según el Center for Research on Energy and Clean Air (CREA). Esto se debe principalmente a la excesiva dependencia (60 %) del uso de fuentes fósiles para generar energía, lo cual también ha provocado una grave contaminación del aire. En ciertas zonas industriales se ha superado los niveles de PM2.5, valores por encima de los recomendados por la OMS, así como una alarmante contaminación de grandes porcentajes de aguas subterráneas y de ríos, como es el caso del río Amarillo.
Todos estos impactos negativos ponen en riesgo la sostenibilidad del país por pérdidas en la capacidad agrícola, incremento de la temperatura y desastres naturales. También afectan seriamente aspectos de salud para esta y futuras generaciones, con los costos que ello generará a futuro.
Todavía hay esperanza.
China ha entendido su rol como un importante actor global y ha decidido actuar rápidamente para contrarrestar de manera agresiva los impactos negativos. Por ello, está comprometida en reducir sus emisiones de CO₂ para 2030 y alcanzar la neutralidad en 2060. Actualmente, se encuentra en un proceso de grandes inversiones para transformar su matriz productiva y establecer el camino hacia una transición de energías renovables, tanto eólica, solar e hidroeléctrica. Con esto, China está dando grandes pasos en la construcción de ciudades sostenibles, sumado al uso de transporte eléctrico y la inclusión de urbanismo verde que genere bienestar a sus ciudadanos.
El camino no es fácil, pero China está demostrando su compromiso global con la protección del ambiente al liderar iniciativas ambientales, como en la COP29. Entiende las repercusiones negativas que su crecimiento descontrolado ha provocado y provoca en la naturaleza, así como el riesgo directo a la sostenibilidad de su modelo económico.
En este contexto como país, tenemos un rol importante y estar atentos a que se cumplan estos compromisos de ese país y alzar nuestra voz si no son reales. La continuidad y supervivencia de las naciones y de los habitantes de todo el mundo dependen de que los grandes jugadores trabajen coordinadamente. (O)