“Desde el Balcón de Carondelet ...”
El camino entonces sería, utilizar inteligentemente las herramientas democráticas a mano, una suerte de legítima defensa presidencial, cobijada por el riego del mal menor. La respuesta estaría, en el segundo inciso del Art. 104 de la Constitución: “La Presidenta o Presidente de la República dispondrá al Consejo Nacional Electoral que convoque a consulta popular sobre los asuntos que estime convenientes”. 

Caminó por los pasillos del Palacio, era temprano aún, sintió la necesidad de tomar aire fresco para aclarar sus ideas, resolviendo salir al balcón. Desde ahí, la Plaza de la Independencia se apreciaba magistralmente silenciosa, sin gente, con aquella belleza propia y ambiente puro que se devela en las primeras horas de la mañana, la cual normalmente llena el espíritu, si uno se para a contemplarla… El Presidente, en la profundidad y complejidad de sus pensamientos y reflexiones, en el lugar quizás más importante y poderoso del país, se sentía contradictoriamente solo, vulnerable, encarcelado por las circunstancias… Trataba de encontrar una respuesta, una salida, frente al constante bloqueo y ataque de la Asamblea y de determinados políticos, que estaban dispuestos a todo, esto es a seguir afectando severamente a la democracia, con tal de obtener sus “prebendas” de distinta naturaleza. 

Una poderosa frase, rondaba en su mente, expuesta pocos meses antes con claridad y acierto en su discurso de posesión, la misma que era una brújula importante, un faro de luz, dentro de ese océano tormentoso de intereses y rivalidades políticas: “Tener la claridad suficiente, para decidir por lo correcto, en vez de lo conveniente.”  No puedo por mantenerme, pactar y ensuciar mi alma, sentenció…

Observando la estatua de la Independencia, ubicada en el centro de la Plaza Grande, rodeada de las más importantes estamentos de poder -Palacio Arzobispal, Catedral, Municipio y, Palacio de Gobierno- se preguntó: ¿qué fue lo que impulsó, las mentes y corazones de aquellos héroes? Probablemente fue su valentía, la entrega, el honor de exponer incluso sus vidas, por una causa... ¿cuál fue ésta?, la Independencia…! Regresando sus pensamientos a la situación actual, reflexionó, que la Independencia al momento significaba, sin claudicar moral ni democráticamente, independizarse del yugo de esta Asamblea, cuyos miembros mayoritariamente, tendrían claramente objetivos ajenos a los intereses del país y a los sensatos cumplimientos democráticos.

II

La luz…

Estando claro que no es la salida la aplicación del art. 148 de la Constitución, conocida como “muerte cruzada”, ya que como su expresión lo indica, implicaría que se vayan todos; el fallecimiento de muchos actores y objetivos, así como el entierro de los esfuerzos generados y las esperanzas por un país mejor. Pero, ¿por qué deberían irse todos, si desde la Presidencia, sí se habrían dado pasos ciertos en favor del país, reflexionó? Sin perjuicio, de entender con claridad, que dicha “salida”, que mas bien sería la entrada a un túnel incierto, constituiría una astuta provocación del expresidente radicado en el exterior, a quien sí le convendría dicha opción dentro de sus cálculos políticos, ya que alentaría y adelantaría la posibilidad, cierta o no, de retomar el poder su partido, con todas las connotaciones favorables para él y los suyos, que eso implicaría. 

Entonces se preguntó, ¿quién es el elemento más importante en una democracia? Pues sin duda, el soberano, esto es el pueblo, quien en libertad expresa su sentir materializado en el voto, para aquellas sensibles y muy importantes situaciones en las que las autoridades, no pueden o no deben decidir por todos. Siendo así, qué puedo hacer? El camino entonces sería, utilizar inteligentemente las herramientas democráticas a mano, una suerte de legítima defensa presidencial, cobijada por el riego del mal menor. La respuesta estaría, en el segundo inciso del Art. 104 de la Constitución: “La Presidenta o Presidente de la República dispondrá al Consejo Nacional Electoral que convoque a consulta popular sobre los asuntos que estime convenientes”. Nunca es tarde, para hacer lo correcto, independientemente de los coyunturales niveles de popularidad, ya que para los estadistas los verdaderos aplausos se ganan en los pasillos de la historia, cuando se obra con honor, reflexionó. Recordando, cuando a finales del siglo pasado, el expresidente Mahuad, en el peor momento de aprobación, tomó la valiente decisión, que ahora el país agradece, la dolarización. 

III

¿Cuáles pudieran ser las preguntas…?

Pensó, mientras miraba la Plaza Mayor, que las preguntas del Plebiscito, sujetas al dictamen previo de constitucionalidad por parte de la Corte Constitucional, pudieran ser, entre otras, las siguientes:  1. ¿Está usted de acuerdo que entre en vigencia la Constitución de 1998? 2. ¿Está usted de acuerdo que los asambleístas sean elegidos en segunda vuelta, y por ende se proceda con la reforma constitucional, de ser el caso? 3. ¿Está usted de acuerdo que, por esta ocasión, se den nuevas elecciones de asambleístas, a fin de generar gobernabilidad y estabilidad en el país?

Reflexionando en el sentido de que: (i) La Corte Constitucional, con la incorporación de sus nuevos miembros, tendría la enorme responsabilidad histórica y patriótica, de dar paso a la consulta, de tal suerte que se permita democráticamente, dar una salida no dramática, y que sea la mayoría quien decida democráticamente. (ii) El Ejecutivo, la decisión de tomar eficiente acción, con la gran oportunidad de generar desde el Poder, una inteligente y profunda campaña informativa y de comunicación, que permita entender a la población el por qué y bondades de la consulta. Todo esto, dentro del marco de resistencia de la potencial envestida de la asamblea y de determinados políticos, de bloquear esta iniciativa, al sentirse expuestos.  Y sin perjuicio de, concomitantemente apelando a la razón, liderar e incorporar serios apoyos políticos y de la sociedad, a efectos de atender los temas importantes y urgentes que demanda el país.  (iii) Y, la población, con la oportunidad cierta también, de decidir por tomar un camino, que permita al Ecuador avanzar sin desgastes y en Libertad, en beneficio de sus respectivas familias.

Como Presidente, tengo una gran responsabilidad, así como la conciencia en paz y tranquila, de luchar limpia y democráticamente, por un país que amo profundamente reflexionó; aliviado y a paso firme entró, dirigiéndose a su despacho… (O)