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“Te escucho mejor cuando no te estoy mirando, el contacto visual es incómodo. La gente nunca entenderá la batalla a la que me enfrento para poder hacer esto” (Wendy Lawson, escritora y oradora autista, 1998)

08 Abril de 2022 14.51

El pasado 2 de abril se conmemoró el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, una oportunidad para sensibilizar y fomentar la concienciación sobre la existencia del autismo, una afectación neurológica que inicia en la primera infancia y se manifiesta en una discapacidad del desarrollo que puede provocar problemas sociales, comunicacionales y conductuales importantes. El autismo puede ocurrir en todos los grupos raciales, étnicos y socioeconómicos, y es 4.5 veces más frecuente en niños que en niñas (CDC, Centros para el Control y Prevención de Enfermedades).

Las personas con trastorno del espectro autista (TEA) posiblemente se comunican, interactúan y se comportan de manera distinta a la de otras personas. Los seres humanos nacemos para comunicarnos e interactuar socialmente, se conoce que, un niño en los primeros días de nacido ya se “encanta” con el rostro humano, a los pocos meses señala objetos para demostrar su interés y en los 18 meses desarrolla un juego simbólico o de simulación (por ejemplo, darle de comer a un muñeco, soplar velas dibujadas, beber de un vaso vacío y más), el niño realiza acciones “como si” donde emplea mecanismos cognitivos para llamar la atención del adulto por tanto, el niño pide al adulto que atienda no a un objeto o acontecimiento externo, sino a lo que piensa, a una experiencia mental (Aguado, 2013). Alrededor de los 4 o 5 años se desarrolla la teoría de la mente, habilidad de explicar y predecir estados mentales propios y de los demás. Estos y otros aspectos son signos ausentes en niños o adultos con TEA.

Pero ¿Cuáles son las causas de los TEA? No se conocen todas las causas, pero se sabe que puede haber muchos factores diferentes que hagan que un niño tenga más probabilidades de tener TEA, incluyendo factores ambientales, biológicos y genéticos.

Para llegar a un diagnóstico se debe considerar que no existen pruebas médicas, como un análisis de sangre, sino que, se debe observar el comportamiento y el desarrollo del niño. A veces podría detectarse a los 18 meses de edad o antes, a los 2 años el diagnóstico puede ser muy confiable, pero lamentablemente muchos niños no reciben un diagnóstico final hasta que son mucho más grandes. Esto es preocupante puesto que muchos de los niños no podrían recibir una intervención temprana que les ayude (CDC).

Actualmente, no existe una cura para los TEA, pero el diagnóstico precoz y la intervención temprana permiten intervenir en las dificultades en la comunicación y las habilidades sociales, contribuyendo así, a la mejora de la calidad de vida de las personas con TEA.

Es importante la intervención si se observa la ausencia de gestos comunicativos, lenguaje y juego simbólico. La creencia que insinúa que con el tiempo “ya pasará” podría acarrear consecuencias que retrasen un tratamiento oportuno que como se ha señalado antes, impida la mejora en la calidad de vida. Recuerde que, las preocupaciones de los padres siempre son válidas y deben ser tomadas en cuenta. 

Considere también que el tratamiento de síntomas más específicos, como la terapia del habla para el inicio tardío del lenguaje, no necesitan que espere hasta recibir un diagnóstico formal de TEA.

 Los especialistas que pueden hacer una evaluación en mayor profundidad y llegar a un diagnóstico son los siguientes:

  • Pediatras del desarrollo (médicos que tienen una capacitación especial en el desarrollo de los niños y en los niños con necesidades especiales)
  • Neurólogos pediatras (médicos que tratan el cerebro, la columna vertebral y los nervios)

Con el fin de que los TEA alcancen su máximo potencial, es importante obtener ayuda lo más pronto posible. Las investigaciones muestran que los servicios de intervención temprana pueden mejorar considerablemente el desarrollo del niño. (O)

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