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Debemos hacer conciencia de la obligación de todos, al identificar un cuadro de accidente cerebro-vascular de llevar, sin pérdida de tiempo, al afectado al centro médico especializado más cercano, dentro del lapso en que haya probabilidades de obtener el éxito, que se espera con estos nuevos procedimientos, para brindar al paciente la oportunidad de sobrevivir,  en las mejores condiciones vitales, sin los desastrosos efectos que se presentan al faltar el tratamiento oportuno.

29 Marzo de 2023 15.22

El progreso de la Medicina, en las últimas seis décadas, con el advenimiento de la tecnología informática, ha superado a todo el desarrollo que esta ciencia había alcanzado desde cuando el ser humano llegó a la tierra. Es admirable el alto nivel de la Imagenología, que tuvo su inicio, en 1895, con el descubrimiento de los rayos X. El incansable trabajo de investigadores biomédicos, ingenieros y científicos desarrolló máquinas de rayos X, que permitían ver la intimidad de todos los órganos del cuerpo humano y enriqueció las posibilidades diagnósticas de innumerables enfermedades. A partir de la década de los sesenta se incorporó la computación y con ella la Tomografía Axial Computada, el Ultrasonido, la Resonancia Magnética Nuclear, la Angiografía Digital y muchos equipos e insumos que permitieron complementar la Radiología Diagnóstica, con la Radiología Curativa o Terapéutica. 

Entre los peores azotes que atormentan a la humanidad, está la enfermedad cerebro-vascular que tiene dos presentaciones: la hemorrágica, por rotura de una arteria o vena (15% a 20%) y la de oclusión arterial o venosa, infarto o ictus (80% a 85%). La hemorragia se produce cuando se rompe un aneurisma, un vaso malformado o una arteria intracerebral y el infarto se origina por la oclusión de una arteria o vena con un coágulo o un trombo que detiene la circulación sanguínea.

Las hemorragias cerebrales, menos frecuentes que los infartos, eran tratadas mediante intervenciones quirúrgicas que tenían un alto porcentaje de complicaciones; a partir de la década de los 60, se fabricaron microcatéteres que pueden ser introducidos por el interior de venas y arterias para llevar espirales de platino (coils), para taponar a los aneurismas, o los materiales adherentes que fusionan a los vasos malformados y los aíslan de la circulación. Las complicaciones se redujeron notablemente.

 Los infartos cerebrales (ictus, stroke), que son más frecuentes, destinaban a los afectados únicamente a cuidados de enfermería; pues si la sangre (portadora de oxígeno) no llega a las células cerebrales (neuronas), éstas se mueren; (se calcula que un promedio de 1.9 millones de neuronas se mueren por minuto, en el área infartada).  “El cerebro es tiempo” y “el cerebro es volumen”. Hay que tratar de inmediato el infarto y restituir el flujo sanguíneo en el menor tiempo posible y en la más amplia área cerebral para evitar las alteraciones del habla, del movimiento y del estado de alerta. Los infartos son los primeros causantes de incapacidad y los quintos, de mortalidad.

Felizmente desde 1995 se cuenta con un medicamento “tPA” (activador del plasminógeno) que produce la lisis (licuefacción) del coágulo o trombo y desde el 2015 se efectúa la absorción mecánica de los trombos, a través de microcatéteres y bombas de absorción. Estos dos mecanismos constituyeron el mayor avance en la terapia de esta afección. Por ello el mundo médico se halla empeñado en combatir estos accidentes, en el menor tiempo posible (4, 6 horas), desde el inicio de los síntomas que se evidencian  si el paciente presenta parálisis facial, dificultad para hablar, para caminar y moverse. Debemos hacer conciencia de la obligación de todos, al identificar un cuadro de accidente cerebro-vascular de llevar, sin pérdida de tiempo, al afectado al centro médico especializado más cercano, dentro del lapso en que haya probabilidades de obtener el éxito, que se espera con estos nuevos procedimientos, para brindar al paciente la oportunidad de sobrevivir,  en las mejores condiciones vitales, sin los desastrosos efectos que se presentan al faltar el tratamiento oportuno .  (O)

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