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nihilismo
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Negar lo que la razón y la lógica repudian es tan moral como generar una propia graduación de valores en el marco de nuestra concepción de la valía del hombre como ser autónomo.

2 Julio de 2025 08.56

Retomemos el tema de la semana pasada. Decíamos, citando la teorización nietzscheana, que en contexto filosófico el "nihilismo" es un proceso histórico de desvalorización de valores. El filósofo alemán Martin Heidegger (1889-1976), profesor de la Universidad de Friburgo y profundo estudioso de Friedrich Nietzsche (1844-1900), afirma que ese progreso de la historia es también la "introducción" de valores. Entendemos que describe a coacciones tendientes cargar sobre la humanidad -como auténticos- fustes que no lo son. Ello en forma alguna significa que el hombre esté llamado a subsistir sin valores, pero sí a desecharlos cuando encarnan imposiciones contradictorias de su conciencia y de su libertad. Libertad que es el valor supremo del ser humano.

Es así en tanto los "valores" son manifestaciones de poder, del cual solo el humano como ser pensante, quien reflexiona, es titular legítimo. No es que el anodino carezca de imperio, pero el poder tiene idéntica característica de quien lo invoca; así, la autoridad del pueril es fútil como él. "Poder", del latín possum-potui, es la capacidad o fuerza para ejecutar algo. Si a título de poder, evidente o camuflado, alguien aspira a acarrearnos hacia un pensar y actuar de suerte contraria a nuestro privativo yo, se da una tergiversación de bienes morales que confluye en la nada metafísica... en la expiración de valores válidos. Lo mismo sucede si terceros transmiten valores que reniegan de certidumbres. Es el caso de toda exteriorización de dominio con ambiciones propias reprochables, en las cuales el libre albedrío del hombre es secundario. En tales circunstancias, no queda otro camino que rebelarse nihilísticamente. Es decir, negar la validez de valores.

El estado anterior al nihilismo, según Nietzsche, es el "pesimismo". Entendido como el convencimiento a que arriba la persona respecto de que lo circundante es malo, y sin mayores o nulas posibilidades de mejora. Ante tal circunstancia o estructura metafísica, el ente se conmociona al grado que prefiere y opta por la negación nihilista. Los indicios y/o evidencias sobre la insustancialidad tanto de los valores "creados" arbitrariamente, cuanto de aquellos no sustentados en realidades demostrables, justifican reacciones de desilusión, desesperanza y frustración.

Lo expuesto da origen a dos tipos de nihilismo nietzscheano. El activo, cuyo agente es el superhombre, quien se coloca por encima de detrimentos sociales y desarrolla su propia escala de valores, sustentado en la "voluntad de poder" y en la certeza del "eterno retorno". La primera es disposición y capacidad de desobediencia a todo lo que significa el dominio de terceros sobre la originalidad. Este hombre superior forja un destino en función de despreciar los prejuicios y virtudes antojadizas... para convertirse en creador de "su" porvenir a través de vencer a la "nada". 

El eterno retorno, por su lado, envuelve la convicción de volver hacia ese algo del ayer. Ello exige concientizar penas y alegrías, triunfos y desventuras, bajo el convencimiento de que siempre regresarán. Pensar distinto es manifestación de "ingenuidad" que, a su vez, es torpeza. A esta Heidegger la califica de "inocencia psicológica". El superhombre la supera cuando engendra nuevos valores -los suyos- con base en los cuales trasciende. El mediocre, por el contrario, se somete a valores impuestos por la sociedad al margen de su individualidad.

Según Nietzsche, nihilista pasivo es el hombre que, partiendo del mundo como es, arbitra en lo que no debería ser. Asimismo, quien parte del mundo como debería ser para concluir en que no existe. Por tanto, no reconoce verdad alguna. En dichas circunstancias, no queda camino distinto a aprehender verdades propias. Siendo así, dice, "el universo se desvaloriza, pierde su sentido". Ante tal realidad, vuelve a hacer presencia la necesidad de la voluntad de poder del hombre, a efectos de consolidar su realización como superhombre. Cualquier pretensión de mostrar un cosmos etéreo, que diste de certidumbres, solo seduce al vulgar y al corriente que vive de fingimientos. Quien finge para sí o para satisfacer a los demás es perennemente despreciable.

En la doctrina nietzscheana, la moral es un sistema de "estimaciones de valor que lindan con las condiciones de vida de un ser". Esto es básico en el nihilismo, pues rechazar escalas de valores no significa dejar de lado la moral. Más bien demanda de aferrarnos a una que nos solidifique como entes de bien per-se, únicos. Va de la mano del principio de Protágoras (490 a. e. c.-410 a. e. c.), en virtud del cual la medida de todas las cosas es el hombre... de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son. 

Negar lo que la razón y la lógica repudian es tan moral como generar una propia graduación de valores en el marco de nuestra concepción de la valía del hombre como ser autónomo. Mayor será el crecimiento moral del ser mientras más poder tenga para autodeterminarse. (O)

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