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Invertir en las personas es la estrategia más segura para garantizar mejor calidad de vida, si le brindáramos la importancia que tiene a la Educación como un derecho inquebrantable seguro no estaríamos viendo niños desperdiciando su infancia en las calles.

13 Enero de 2023 15.47

Los Días Internacionales brindan la oportunidad de sensibilizar a las personas sobre temas de interés, como, por ejemplo: los derechos humanos, educación, el desarrollo sostenible o la salud. Y también, son un motivo para resaltar aspectos que requieren de interés y soluciones por parte de los Gobiernos.

En este contexto el próximo 24 de enero se conmemorará el día Internacional de la Educación, bajo el lema Invertir en las personas, priorizar la educación. El objetivo de este año es motivar una fuerte movilización política entorno a la Educación y trazar el camino para traducir los compromisos y las iniciativas mundiales en acciones. Cuando se adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la comunidad internacional reconoció que la educación es esencial para el éxito de sus 17 objetivos. El Objetivo número 4 tiene, puntualmente, como meta “garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos” para el año 2030.

La educación ofrece una oportunidad de salir de la pobreza y un camino para alcanzar un futuro mejor. Sin embargo, según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) 244 millones de niños y jóvenes están sin escolarizar, 617 millones de niños y adolescentes no pueden leer ni tienen los conocimientos básicos de matemáticas; y unos 4 millones de niños y jóvenes refugiados no pueden asistir a la escuela. El derecho a la educación de estas personas se ve afectado y eso es inaceptable. Estos datos reflejan que no todos poseen la misma oportunidad de acceder a este derecho que está plasmado en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos “la Educación es un derecho humano, un bien público y una responsabilidad colectiva (ONU, 2023).

No es difícil palpar de manera cercana que lamentablemente este derecho no vive todos los niños y niñas que, a diario deambulan con sus padres en las calles, comerciando algún producto o pidiendo caridad. Son situaciones que a muchos nos cuestionan sobre el futuro de aquellos pequeños que, se alejan de las aulas y conocen una realidad que está muy lejos de los conocimientos, el desarrollo social y afectivo que proporciona la escuela.

La deserción escolar en niños y niñas extranjeros durante este año se incrementó, según el Ministerio de Educación el sistema registro 87.262 alumnos de distintas nacionalidades en el periodo 2021-20222, mientras que para el año lectivo 2022-2023 hubo un registro de 41.132, mostrando una reducción del 52.8%.

Las razones por las que existe la deserción según explica el Ministerio es la pobreza y que, las familias no cuentan con los suficientes recursos económicos para solventar los gastos del hogar, arriendo y pago de servicios básicos, y tampoco pueden acceder a la compra de útiles escolares, en definitiva, la educación pasa a un segundo plano o al último en el peor de los casos cuando no hay nada que comer. De acuerdo con testimonios de padres de niños y niñas que han abandonado la escuela, otra razón es que, deciden regresar a sus países o están de paso en el Ecuador y por ello deciden no matricular a sus hijos en la escuela.

Sea por estos motivos u otros lo cierto es que, la deserción escolar no hace más que profundizar la brecha de aprendizaje y deshumaniza a los niños y niñas impidiéndoles que accedan al derecho del cual se ha tratado esta columna.

Invertir en las personas es la estrategia más segura para garantizar mejor calidad de vida, si le brindáramos la importancia que tiene a la Educación como un derecho inquebrantable seguro no estaríamos viendo niños desperdiciando su infancia en las calles.

Es responsabilidad de todos, pero sobre todo es un deber de los Gobiernos garantizar que este derecho se cumpla, pero también es responsabilidad de todos quienes asumimos o elegimos el camino de la educación. Por ello, este 24 de febrero es una oportunidad de que, quienes estamos en el campo educativo en aulas o en temas de gestión o liderazgo educativo, evaluemos nuestra misión y veamos si aquello que impartimos o promovemos, está generando el impacto esperado o si estamos aportando a la transformación que la educación promueve, si no es el caso, sería necesario repensar si estamos en el lugar correcto. (O)

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