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Para evitar que se vuelva realidad “la profecía autocumplida: las niñas NO somos buenas para matemáticas” se necesita promover una cultura libre de etiquetas, donde los estudiantes crean en el valor del esfuerzo por encima del talento a la hora de alcanzar las metas escolares.

30 Marzo de 2022 13.16

El pasado 8 de marzo fue usual mirar más noticias relacionadas a los logros de mujeres en las ciencias, esto parecería fuera de lo común y lo cierto, es que sí lo es, ya que a pesar de los esfuerzos en la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas; las llamadas disciplinas STEM por sus siglas en inglés, todavía persisten las desigualdades de género, que en este caso se reflejan en una menor participación y rendimiento académico en estas disciplinas.

Pongamos atención a los siguientes datos: 

Solo 17 mujeres han ganado el Premio Nobel de física, química o medicina desde que Marie Curie lo obtuvo en 1903, en comparación con 572 hombres.

Únicamente, el 28% de todos los investigadores en el mundo son mujeres.

En América Latina, los datos no reflejan mucha diferencia, en Perú solo 3 de cada 10 investigadores son mujeres y en Ecuador el porcentaje de investigadoras llega solo a un 41.1% 

Al llegar a la educación superior, las mujeres representan solo el 35% de los estudiantes matriculados en los estudios de las áreas relacionadas con STEM y sus niveles de deserción son muy elevados (UNESCO, 2019).

Estas marcadas diferencias llevan a que, las disciplinas STEM sean la base que sustenta la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la educación en estas asignaturas, trace un camino hacia una sociedad inclusiva y sostenible. “Dejar fuera a niñas y mujeres de la educación en STEM y en las carreras de estas áreas constituye una pérdida para todos” (UNESCO).

Aquí cabe, entender cuál es la raíz de todo esto, no basta con levantar la voz y estar en contra de estas desigualdades, es necesario comprender y reflexionar sobre los factores que dificultan la participación de las niñas y mujeres en la educación STEM, con el fin de erradicar estas creencias desde sus inicios, desde todos los entornos posibles en especial el familiar y educativo.

Primero, es importante entender que todo surge a partir de estereotipos sociales, un conjunto de características que la sociedad atribuye irracionalmente a un determinado grupo de personas por el mero hecho de compartir un rasgo, como el género o la nacionalidad.  Son creencias presentes en nuestro imaginario social y cultural, que traen consecuencias psicológicas relevantes.

En educación, un estereotipo sería el que sugiere que los niños son mejores para las matemáticas que las niñas. A pesar de que las evidencias afirman que las capacidades para las matemáticas de las niñas son iguales a las de los niños, pareciera que a medida que crecen, las niñas pierden el interés en las materias STEM. Esto se explica porque su sentido de autoeficacia (el yo puedo) disminuye progresivamente y esto se inicia a temprana edad, a los seis años concretamente, edad en la que las niñas empiezan a asumir los estereotipos de género relacionados a la capacidad intelectual.  Entonces a partir de esa edad, las niñas tienen menos probabilidad que los niños de creer que los miembros de su género pueden ser “muy inteligentes” generando un efecto nocivo sobre su motivación lo que les lleva a esforzarse menos, y a evitar aquellas actividades, que se les dice, son para “muy inteligentes” (Hector Ruiz).

Para evitar que se vuelva realidad “la profecía autocumplida: las niñas NO somos buenas para matemáticas” se necesita promover una cultura libre de etiquetas, donde los estudiantes crean en el valor del esfuerzo por encima del talento a la hora de alcanzar las metas escolares.

Pensemos que una niña, que cree que no puede aprender las matemáticas de la escuela, es una niña que puede acabar teniendo razón solo por no intentarlo o no perseverar. No dejemos que esta “profecía se cumpla” eliminemos las etiquetas y estereotipos de nuestra mente, de nuestro vocabulario, de nuestra vida.

Tú puedes ser generador de cambios, el poder está en lo que crees. (O)

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