“A través de otros llegamos a ser nosotros mismos”  

(Lev Vygotsky)

Vygotsky psicólogo ruso (1898-1934) fue quien dio la fundamentación de gran parte de las aplicaciones prácticas de la psicología cognitiva en el salón de clases, afirmaba que los individuos aprendemos a través de las interacciones sociales, es decir, que estamos hechos para aprender los unos de los otros. Esto indica que, aprender por medio de la interacción social es inherente a nuestra especie.

El aprendizaje social tiene casi siempre una vertiente cognitiva y emocional, esto demuestra que, la forma como nos relacionamos con nuestros compañeros de clase, nuestros colegas de trabajo, con nuestros maestros y, en general con nuestro entorno social, influye de manera radical en nuestros estados emocionales y, sobre todo, en nuestra motivación. 

Situándonos en dos entornos, el laboral y el académico, podemos reconocer a dos agentes importantes: el líder de un equipo y el maestro de una clase, ambos con el poder de impactar en sus colaboradores y alumnos sobre su motivación y su rendimiento.

De esta manera, los líderes ya sea en un entorno laboral o académico que facilitan un clima emocional positivo y expresan entusiasmo por su labor brindan un ambiente en el que sus colaboradores y alumnos están más prestos para cooperar y participar en las actividades propuestas, además a esto se suma otros ingredientes como: el valor que le otorgan los individuos a la tarea laboral o de aprendizaje, sus expectativas para completarla con éxito y finalmente, el grado en el que percibe que su entorno lo apoya.

De acuerdo con el modelo de Hansen (1989) y Ford (1992), Ambrose y colaboradores un alumno cuya expectativa de éxito es baja y no percibe el apoyo de su entorno, mostrará conductas apáticas y de frustración, por otro lado, si tiene una expectativa alta de éxito, pero tampoco percibe apoyo de su entorno se mostrará evasivo y desafiante, según el grado de valor que le otorgue a la tarea.

Lo anterior fácilmente lo podemos trasladar al ámbito laboral, cuando un colaborador, aunque crea que puede lograr la tarea que se le encomienda, pero percibe que no recibe apoyo de su líder o de su entorno también se muestra evasivo y desafiante o, en el peor de los casos piensa que no podrá lograr lo que se le ha encomendado y, además, no recibe apoyo de su entorno, responde con apatía y desmotivación. Entonces, actuar de manera punitiva solo agravaría las conductas antes mencionadas.

Las expectativas que depositamos en nuestros alumnos o colegas hacen que inconscientemente nos comportemos con ellos de tal manera que apoyemos a que se cumplan, esto es a lo que los psicólogos educativos conocen como el efecto Pigmalión (Rosenthal y Jacobson, 1968) este efecto podría repercutir con mayor peso en quienes sufren las consecuencias de los estereotipos, los alumnos o subordinados pueden percibir que desconfían de su capacidad para lograr algo o realizar con éxito una actividad o tarea. 

¿Qué hacer? según lo mencionado anteriormente lo ideal sería que el líder incida en el valor que tanto alumnos como colaboradores le dan a una tarea y trabajar en el sentido de la autoeficacia (sus expectativas de éxito). 

Fomentar un clima donde prime el apoyo, la confianza y un ambiente positivo de trabajo y estudio (Ruiz, 2020) podrá beneficiar el rendimiento y el logro de objetivos académicos y profesionales.

Si en un equipo de trabajo o clase, existen conductas como: apatía, frustración, evasión o se muestran desafiantes, es bueno preguntarse si se está brindando el suficiente apoyo al grupo, si no es el caso se deberán tomar medidas que regulen dicha situación. (O)