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muerte y herencia
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¿Quieres paz después de tu muerte? Aunque ya no estés para verlo, probablemente lo último que querrías es que tus hijos se enfrenten durante años, con juicios y resentimientos, por no haber dejado las cosas claras. Planificar en vida no es solo una decisión legal. Es una forma de cuidar a tu familia.

25 Julio de 2025 15.51

¿Y si lo que más te costó construir termina siendo lo que más separa a tu familia? Cada año, miles de familias en Ecuador se enfrentan a conflictos legales, peleas interminables y la ruptura total de vínculos tras la muerte de un ser querido. ¿La razón? No hubo planificación patrimonial. El testamento nunca se hizo. O peor aún, se asumió que "ellos se van a entender". La herencia, sin orden ni claridad, se convierte en el campo de batalla más duro e interminable.

Un caso real que ilustra esta realidad: María falleció sin dejar testamento. Tenía tres hijos: uno vivía con ella, otro en el extranjero y el tercero no tenía contacto con la familia. Hoy, los tres están enfrentados en un juicio que lleva más de cuatro años. El recuerdo de su madre quedó atrapado en trámites, insultos y abogados.

En Ecuador, la llamada "herencia en vida" no existe como figura legal; sin embargo, sí es posible realizar donaciones. Donar bienes en vida es una alternativa válida que permite a padres o abuelos distribuir su patrimonio con claridad, mantener el control sobre sus decisiones y asegurarse de que se respeten sus voluntades.

Cuando se trata de bienes inmuebles, la donación debe formalizarse mediante escritura pública, con la aceptación expresa del donatario y su correspondiente inscripción en el Registro de la Propiedad. Además, es fundamental respetar la porción legítima de los herederos forzosos (generalmente los hijos), ya que la ley protege su derecho, incluso frente a donaciones.

Es importante manifestar que la donación puede ser reversible. ¿Y si donaste una casa a un hijo y luego él te abandona o te maltrata? El Código Civil contempla causales de revocación por ingratitud, desde violencia hasta actos de deshonra. Si bien es un proceso judicial, existe. Porque el derecho también protege al donante cuando el amor se quiebra. Esto nos recuerda que repartir bienes en vida no es solo generosidad, también es responsabilidad.

El testamento sigue siendo una herramienta valiosa, especialmente cuando se hace por escritura pública. Es seguro, flexible y garantiza que la voluntad del testador sea respetada. La donación en vida, en cambio, puede evitar conflictos si se hace de forma proporcional y con asesoría legal. Hay que agregar que las donaciones pagan impuesto (el donatario lo asume), y los montos y tarifas varían según el valor y parentesco, al igual que las herencias. De ahí la importancia de planificar con cabeza fría y con buena asesoría.

Hay mitos que destruyen familias tras una herencia y que debemos desterrar. Por ejemplo, "ellos sabrán entenderse": la mayoría de disputas familiares viene de suposiciones no conversadas; no se debe confiar solo en la buena voluntad. También está el mito "no tengo tantos bienes, no hace falta planificar", cuando en realidad incluso una casa puede desatar conflictos si no hay claridad. Y el clásico "ya les dije a mis hijos lo que quiero": lo hablado no siempre se respeta; lo escrito, sí.

Planificar una herencia no es morboso ni pesimista, es un acto de madurez. Y sobre todo, es un acto de amor. Si no quieres que tus hijos peleen por una casa, una finca o una cuenta bancaria, empieza a ordenar tus papeles en vida. Consulta a un abogado, haz un testamento, o si prefieres, dona lo que puedas, pero hazlo bien. Porque nada destruye más rápido a una familia que una herencia sin orden.

¿No sabes por dónde empezar? Haz un inventario de tus bienes (inmuebles, cuentas, vehículos). Consulta con un abogado sobre testamentos o donaciones. Y, sobre todo, conversa con tus hijos: abrir el diálogo es el primer paso. La paz familiar no se hereda, se construye con decisiones claras.

¿Quieres paz después de tu muerte? Aunque ya no estés para verlo, probablemente lo último que querrías es que tus hijos se enfrenten durante años, con juicios, gritos y resentimientos, por no haber dejado las cosas claras. Planificar en vida no es solo una decisión legal. Es una forma de cuidar a tu familia, incluso cuando ya no estés. De evitar que el dolor de tu partida se convierta en una guerra entre ellos.

Porque cuando no se decide a tiempo, lo que queda no es un legado... es un conflicto. (O)

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