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El país necesita crecer más rápido para mejorar el empleo y lograr mayor progreso, sin embargo, para ello deben confluir algunos factores siendo uno de ellos la presencia de un sector financiero dinámico, ágil y moderno, que no sea reprimido con una supervisión poco eficiente o un sistema de precios, dígase tasas de interés, alejado de la realidad.

13 Octubre de 2023 14.37

Poco se habla del sector financiero y los candidatos no han opinado mayormente sobre este sector. La verdad es que sin un sector financiero sano, ágil y dinámico, las opciones de recuperación económica se tornan distantes y difíciles de alcanzar. Ninguna economía puede funcionar eficientemente si no existe la capacidad de canalizar recursos del ahorro a la inversión y si este proceso no es creciente y libre de obstáculos.

El Ecuador mantiene una economía dolarizada donde la liquidez proviene de sus relaciones internacionales, vale decir, las fuentes de fondos son las exportaciones, las remesas de los emigrantes, la inversión extranjera directa y el crédito externo, tanto al sector público como al privado. Si se imponen restricciones al libre flujo de capitales, la eficiencia con la que opera la dolarización es menor, tal es el caso del impuesto a la salida de divisas que ya registra un porcentaje menor al que mostró meses atrás con el 5%. Esa limitación para remesar o transferir fondos al exterior se convirtió de forma automática en una restricción al ingreso de dólares, pues esa tasa además de desalentar las inversiones externas, en muchos casos era equivalente a la rentabilidad de la inversión en el país. De forma adecuada este impuesto se lo está gradualmente eliminando, pues no se puede desconocer que llegó a constituir el tercero de mayor recaudación, luego del IVA y el impuesto a la renta.

Otro elemento que ha influido negativamente en este sector es el problema de supervisión, fundamentalmente por la ausencia de la persona que lidere la Superintendencia de Bancos. Esta ausencia ha afectado la capacidad de gestión de esta Institución y con ello no ha emprendido en una serie de acciones de supervisión que de forma proactiva debe actuar en el sistema financiero. Esta situación, unido al hecho de haberse aprobado dos juntas de regulación en lugar de una sola, la Junta de Regulación Monetaria y la Junta de Regulación Financiera, ha producido una falta de definición de roles y competencias en cada una de ellas así como conflictos entre ambas entidades. Tal como en su momento se lo anticipó, los problemas no tardaron en llegar, entre otros, el no adoptar acciones que mejoren la forma de determinación de las tasas de interés en el Ecuador. En este punto se tiene una gran debilidad que incide en el financiamiento a la economía, en especial a sectores tradicionalmente postergados del sistema financiero regulado y formal.

Una economía abierta al mundo, dolarizada, basada conceptualmente en el libre flujo de capitales, donde el grueso de la política monetaria viene fijado por el Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos, no puede abstraerse de esa realidad y fijar tasas de interés distantes del entorno interno y externo.

Las tasas de interés deben responder a realidades y coyunturas a lo largo del tiempo. No pueden ser los mismos porcentajes de tasas de interés con más riesgo que con menos riesgo, con altos precios del petróleo que con bajos precios del hidrocarburo, con abundante liquidez versus baja liquidez. Deben expresar las realidades del momento, pues caso contrario, generan contracción de recursos o excluyen sectores del financiamiento interno. No hay crédito más oneroso que el que no existe. Si el riesgo país crece por distintas razones, no se puede pretender que las tasas de interés se reduzcan. Sin embargo, puede suceder que comportamientos favorables para la economía como alzas en los precios del petróleo no reduzcan el riesgo país porque, por ejemplo, se ha acentuado la inseguridad o la situación de las finanzas públicas se ha debilitado. Las tasas de interés deben incorporar todos esos factores y reflejar esas realidades, pues caso contrario se genera el cierre de operaciones o la exclusión de sectores, empresas o personas del sistema financiero formal y regulado. Existe una multiplicidad de trabajos e investigaciones que demuestran claramente que fijar tasas de interés alejadas de la realidad del mercado produce exclusión financiera, en especial en sectores que se ven forzados a regresar a la informalidad o al agiotismo.

Si la mayor responsabilidad de los administradores de los bancos y de las cooperativas es cuidar los dineros de los depositantes, no se les puede obligar a prestar o invertir recursos en condiciones alejadas de la realidad interna o externa.

Si las tasas de interés se alejan de su objetivo natural de captar recursos de forma adecuada y de dirigir fondos a sectores que lo necesitan, producen incentivos a que el negocio bancario empiece a operar con ganancias provenientes del costo de determinados servicios, cobros por asistencias varias y otras formas de ingresos.

Esto es igualmente aplicable al sistema financiero público, pues el uso excesivo de objetivos políticos por sobre la rigurosidad técnica, hace que se pierdan recursos de la sociedad como lamentablemente ha ocurrido con el ex Banco Nacional de Fomento hoy Banecuador y entidades como la Corporación Financiera Nacional, CFN.  Las repetidas condonaciones de deudas en la banca pública son decisiones políticas que no resuelven prácticamente nada, pues no construyen la necesaria responsabilidad que deben mantener los deudores, no producen más actividad económica pero sí destruyen la sanidad financiera de esas instituciones financieras públicas. Como el propietario de la banca pública es el Estado, éste termina pasando la factura a toda la sociedad, sea con mayores impuestos, con menor gasto de inversión o con más deuda pública que hipoteca el futuro económico de todos. En poco plazo se transforma en un freno al progreso y al desarrollo económico.

El ritmo de captaciones del sistema financiero se ha reducido y con ello su capacidad de prestar. Con un sistema más moderno y adecuado en la determinación de tasas de interés, este proceso no se restringiría y habría más respaldo para la recuperación económica. El país necesita crecer más rápido para mejorar el empleo y lograr mayor progreso, sin embargo, para ello deben confluir algunos factores siendo uno de ellos la presencia de un sector financiero dinámico, ágil y moderno, que no sea reprimido con una supervisión poco eficiente o un sistema de precios, dígase tasas de interés, alejado de la realidad. Esperemos que el nuevo gobernante le ponga atención a esta situación. (O)

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