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17 meses de gobierno. Un suspiro. Transición que demanda prioridades y consensos

18 Octubre de 2023 12.50

Daniel Noboa es el nuevo Presidente del Ecuador. Un 52% de la ciudadanía así lo decidió el domingo 15.  Resultados inapelables. Sin sombras de fraude… Pasado el vértigo eleccionario, corresponde re-mirar el paisito, que de todas maneras queda lastimado y con más interrogantes que certezas.

Conviene reiterar que se trata de una situación extraordinaria. Atípica. Una situación originada en la “muerte cruzada” que suspendió la Asamblea, escenario principal de pugnas irracionales. El gobierno de 17 meses de Noboa, forma parte de la emergencia. 

Transición es lo que se viene. El concepto es clave en esos momentos. Significa paso o cambio de un estado, situación o condición (la que deja Lasso) hacia una nueva, (prefigurable entre brumas). Una situación intermedia, sin demasiado sentido en sí misma. Un idea de cambio, mudanza, metamorfosis, preparación para... Todo menos repetición. Y eso es relevante. 

Noboa precisa dimensionar la herencia que recibe. El gobierno de Lasso termina con pocas ejecutorias: pandemia, desnutrición infantil, orden de las  finanzas. Y abrumado de críticas: débil sintonía con la ciudadanía, falta de “sistema” en sus políticas, deudas pendientes, vacíos de comunicación, ausencia de equipo sólido. A esto hay que añadir Riesgo-país elevado y debilitamiento institucional en la esfera judicial y de control… Una herencia nada luminosa.

Una transición, por definición corta y limitada, obliga a definir prioridades. Contadas prioridades. La sociedad ya se ha pronunciado: seguridad y empleo son las aspiraciones mejor posicionadas. Es preciso ahora, aterrizar los planes ampulosos de campaña. Volverlos proceso visible inmediato y de mediano alcance, porque no habrá soluciones definitivas en 17 meses. Sentar bases para estrategias más atrevidas. Lo contrario suena a ingenuidad, demagogia, distracción. 

Y algo más. Se precisan resultados. Hitos nítidos que muestren realizaciones parciales y periódicas. Para ello, una buena medida -que se usa en planificación - es fijar clara y públicamente el punto de partida, la línea de base como dicen. Y luego, los puntos de acercamiento y llegada. Para que todos sepan a qué atenerse. Para acompañar y vigilar. Sin espejismos. 

PELIGROS Y CONDICIONES

El camino está minado. Varios peligros acechan. Según los analistas, al menos tres tienen sus garras afiladas. El primero, los embates a la dolarización, que sostiene en gran medida el aparato económico. Si bien persisten declaraciones para su fortalecimiento, se vislumbran medidas (utilización de reservas) que pueden afectarlo.

El segundo tiene que ver con la corrupción. La incrustada y presente en todos las instancias. Y la que goza o busca impunidad por todos los medios.  Es preciso, aplastar esta peste. Al menos en sus peores manifestaciones. Sin ello no habrá confianza. Es necesario dar celeridad a tantos procesos pendientes. Algunos vergonzosos y otros que implican no solo recursos sino vidas.

El tercer peligro refiere a la gobernabilidad. Su gran sustento es la estrechez de mira y amplitud de intereses particulares. Una tendencia de bloqueo a todo lo que no sea de la propia tienda. Una incapacidad de construcción de caminos colectivos. Un predominio de revancha y ataque sin sentido de país. 

Había que aumentar, el peligro del fenómeno de El Niño. Que llega con sus exigencias de recursos y de maniobras creativas y oportunas para evitar colapsos en comunicaciones, transporte, servicios, pérdida de vidas humanas.

Resta mencionar un par de condiciones que parecen imprescindibles. Una refiere a la necesidad de depuración de instituciones del estado. Si no se limpian las entidades públicas, el enemigo seguirá operando desde dentro. Fagocitando las iniciativas desde sus entrañas. La tarea está pendiente desde hace varios años. Cumplirla favorecerá a todos, no importa el color político.

Una segunda y principal condición, se relaciona con el consenso o los consensos. El gran consenso nacional en torno a las prioridades de país. Un acuerdo que trace un camino y un destino común. Que restituya la confianza de un pueblo enervado con la clase política. Una idea que ilusione, que motive, que sacuda. Y un conjunto de pequeños consensos en torno a las acciones concretas… Vale destacar que todos los partidos se han pronunciado -ojalá sin demagogia- por la unidad. El país de los arranches ha llegado a su límite.

Transición es el sentido de la fase que se abre con el nuevo Presidente. Creación de atmósferas constructivas y convergentes. Actividad febril con sentido de sistema y soporte participativo. Ojalá las marcas que ha mostrado Noboa -sencillez, serenidad, no confrontación, diálogo, capacidad de propuesta, optimismo- se mantengan y potencien. Ojalá un país distinto esté dispuesto a acompañar los procesos, crítica y constructivamente. (O)

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