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Vacaciones escolares: ¿descanso merecido o reto familiar?

Silvia Tapia

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¿cómo equilibramos la necesidad de descanso de los niños con las exigencias laborales de los adultos? ¿Cómo asegurar que el período vacacional sea verdaderamente enriquecedor para ellos y no una fuente de angustia para los padres?

11 Julio de 2025 11.50

Luego de diez meses de clases, las vacaciones escolares llegan como un suspiro necesario para los estudiantes. No se trata solo del rendimiento académico ni de las notas finales; hablamos de diez meses de madrugar, cumplir rutinas, respetar horarios, enfrentar evaluaciones y convivir con reglas estructuradas. Para los niños y adolescentes, las vacaciones representan un paréntesis vital: un momento para dormir hasta tarde, jugar, salir, viajar o simplemente no hacer nada sin culpa. Es la oportunidad de ser niños en toda la dimensión de la palabra.

Sin embargo, este tiempo de descanso estudiantil también trae consigo una serie de desafíos para las familias actuales. La dinámica familiar de hoy es, por naturaleza, dinámica: madres y padres trabajan, muchas veces en doble jornada o en horarios extensos, y durante el año escolar la rutina se sincroniza como un reloj suizo. Pero, ¿qué pasa cuando los niños dejan de ir a la escuela? ¿Quién los cuida? ¿Cómo se reorganiza la familia?

Para muchos padres, las vacaciones de los hijos no significan descanso, sino un nuevo reto logístico, lo he visto claramente en la oficina y en mi hogar. Algunos logran inscribir a sus hijos en cursos vacacionales, campamentos vacacionales, talleres de arte o deporte. Otros, los más afortunados, logran que sus hijos viajen con abuelos o tíos a otras ciudades. Pero también están quienes deben llevar a sus hijos al trabajo, si el entorno laboral lo permite, y quienes, por falta de opciones, dejan a sus hijos en casa, con instrucciones claras: no abras la puerta a extraños, no cocines, no salgas, no veas tanta TV. Un descanso que, para muchos padres, se transforma en preocupación constante.

Entonces, ¿cómo equilibramos la necesidad de descanso de los niños con las exigencias laborales de los adultos? ¿Cómo asegurar que el período vacacional sea verdaderamente enriquecedor para ellos y no una fuente de angustia para los padres?

Aquí algunas propuestas para considerar, como diría un compañero de la oficina, me puse creativa - otra habilidad materna que desarrollamos para no morir en el intento-, buscando estrategias:

1. Vacacionales comunitarios: Impulsar (nosotros como integrantes de la comunidad) programas locales, desde barrios, parroquias o municipios, donde se organicen actividades recreativas, educativas y culturales de bajo costo. Esto permite que más familias accedan a opciones de calidad sin afectar su presupuesto.

2. Red de apoyo familiar: Si existe la posibilidad, establecer acuerdos con familiares para rotarse el cuidado de los niños, de modo que puedan pasar tiempo en entornos seguros y con afecto.

3. Espacios laborales familiares: Algunas empresas pueden habilitar espacios seguros para que, en determinados días, los hijos de los empleados puedan acompañarlos. Aunque no es viable en todos los sectores, vale la pena conversar esta posibilidad con empleadores, ganar ganar.

4. Tiempos compartidos de calidad: Aun con poco tiempo libre, lo importante es la calidad del tiempo. Planificar salidas al parque, noches de películas, juegos de mesa o pequeños paseos los fines de semana puede marcar una gran diferencia emocional para los niños y las vacaciones también se trata de eso, crear recuerdos significativos en los niños y adolescentes.

5. Promover la autonomía con límites: Enseñar a los niños rutinas básicas durante el tiempo en casa solos, siempre adaptadas a su edad y madurez. Esto fortalece su autoestima y responsabilidad, pero debe ir acompañado de seguimiento y comunicación constante.

Las vacaciones son necesarias. Son salud emocional, física y mental para los niños. Pero también deben ser pensadas desde la realidad de las familias actuales. No todos los hogares tienen las mismas condiciones, y por eso es clave pensar en estrategias solidarias, comunitarias y creativas para que todos los niños puedan disfrutar de este merecido tiempo de descanso, y los padres puedan sentirse tranquilos mientras cumplen sus responsabilidades.

Recordemos que descansar no es perder el tiempo, sino recuperar energía, renovar el entusiasmo y crecer desde otro lugar: el juego, el ocio y la libertad, después de todo el próximo año escolar inicia en dos meses y vuelve la misma rutina. (O)

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