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Por un 2023 donde nuestras metas pensadas con la cabeza se queden cortas a las que pensamos con el alma.

28 Diciembre de 2022 16.07

Tengo una nueva palabra en inglés que me encanta. La palabra es “glimpse”. La traducción más cercana es “una visión parcial”. La forma en la que a mí me gusta describir la palabra es: “la intuición de lo que es posible”. Tener un glimpse es tener mucho más que un sueño, es una visión, como si tu yo del futuro viniera a decirte algo a lo que estás destinado. Incluso, como si tu yo del futuro, cuando estás atravesando la más obscura de las circunstancias viniera a abrazarte y decirte que ya pasó y que la vida se pintó de nuevos colores. Si te llevas una sola cosa de este artículo que sea esta: Un glimpse no es algo que ves. Es algo que sientes. 

Es esa sensación que tienes cuando de repente estás viendo una película donde el actor principal tiene un rol muy exitoso en su trabajo y tú por un segundo sabes que tienes la capacidad de estar en esa misma situación.

Es esa sensación que tienes cuando hay una idea en tu cabeza que no te deja en paz y que todo el mundo te dice que no tiene potencial, pero tú no dejas de verte a ti mismo trayéndola a la vida.

Es esa sensación que tienes cuando escuchas una canción y sea cual sea su ritmo, hace que te imagines a ti mismo conectado con algo que sabes que te puede traer mucho gozo.

Es esa voz que te dice que si renuncias a tu trabajo, tus manos van a estar libres para recibir más de lo que piensas que estás dejando.

Es esa voz que te dice que hagas todo lo contrario a lo que piensas que es lo lógico porque por alguna razón, lo lógico se siente extremadamente pesado.

Es la valentía de rechazar el que alguna vez pensaste que era el trabajo y el sueldo de tus sueños.

Es la valentía de serle fiel a tu voz y aquello que enciende tu alma.

Llega diciembre e inevitablemente comienzan las definiciones de metas. Hubo, muchos años atrás, un momento en mi vida donde escribir metas se sentía demasiado pesado y demasiado aburrido y es que a veces sí que lo es, porque las metas suelen estar tan basadas en lo que nos han enseñado a querer. “Quiero hacer más ejercicio, quiero comer mejor, quiero comprarme una casa, quiero irme de viaje, quiero conseguir otro trabajo, quiero leer más, etc.” Nadie nos enseñó a preguntarnos cada diciembre, ¿cómo nos queremos sentir? O ¿en qué intención nos queremos enfocar?

Si el próximo año quiero hacer más ejercicio, ¿es porque quiero conectarme más con el amor propio o porque si  tengo un mejor cuerpo me van a amar más?

Si el próximo año quiero otro trabajo, ¿es porque quiero conectarme más con mi llamado o porque no me llevo bien con mi jefe?

Nuestras intenciones marcan nuestras acciones. No es lo mismo querer algo desde el ego que querer algo desde el amor. Es el amor y las intenciones sinceras las que nos conectan con los glimpses, porque dejamos de escuchar lo que se ve bonito para los demás y comenzamos a escuchar lo que se siente bonito para nuestra alma, presintiendo que es posible.

“Presentimiento” es una de las palabras más obvias del diccionario. Pre-sentir: “Sentir algo antes de que suceda”. Eso es un glimpse. 

Al iniciar el 2022 me conecté más con el “sentir” que con el “hacer” y ese sentir me llevó a tomar muchos saltos de fe. Cuando piensas en un salto de fe sientes que te debes lanzar a ciegas y entonces te aterras porque la incertidumbre da mucho miedo. Creo que Dios creó los glimpses como un GPS, para que aún cuando no sepas como llegar, sepas que ese lugar existe. 

Y va a haber momentos donde un glimpse te diga algo que no quieres escuchar, en el que le vas a decir “es imposible que yo quiera eso en el futuro para mí.” Préstale atención a esa resistencia porque es ahí donde más energía hay y probablemente donde más felicidad encuentres aunque en ese momento no lo entiendas o quieras. 

Por un 2023 donde nuestras metas pensadas con la cabeza se queden cortas a las que pensamos con el alma.

Donde nuestro visión board de hace 4 años se quede corto.

Donde miremos atrás y agradezcamos profundamente las veces que nos dijeron que no.

Donde aceptemos la incomodidad como un redireccionamiento.

Donde prioricemos nuestra intuición por sobre las opiniones de los demás 

Donde tomemos las decisiones que se sientan livianas y llenas de gozo. 

Donde dejemos de pensar que necesitamos ser mejores para merecernos cosas buenas y solo nos permitamos recibir.

Donde corramos como el viento en dirección a nuestros glimpses y todo lo que nos susurran mediante la emoción, diciéndonos así, que mucho más es posible. (O)

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