"Mi nombre es Jannina Cabal, soy arquitecta y mi estudio es Jannina Cabal Arquitectos", inicia la entrevista. Nacida en Guayaquil en 1975, su trayecto personal está marcado desde temprano por el vínculo con el arte. "Desde muy pequeña no era la típica niña que jugaba mucho con muñecas, sino que a mí me encantaba que me regalen crayones, marcadores (...) siempre tuve afinidad con el dibujo". Ilustraba retratos, paisajes, letras. Tenía cuadernos enteros de tipografía. Tiempo después, ya en la universidad, se dio cuenta de que no sabía hacer maquetas ni conocía referentes arquitectónicos, pero eso no la detuvo.
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"Empecé a estudiar arquitectura sin querer ser arquitecta". Quiso seguir diseño gráfico, pero una psicóloga vocacional la orientó hacia esta vocación que, al combinar lo gráfico con lo técnico, abría más caminos. Fue una sugerencia a la que obedeció con docilidad, pero que transformó su destino.
En su infancia estudió en un colegio católico y luego en uno mixto. Es la mayor de cuatro hermanos y, como recuerda, "fui una niña educada, buena alumna", pero sobre todo dibujante. "No soy tan deportista, pero tuve clases de tenis también. Mi campo fue lo gráfico y lo visual".
Durante su etapa universitaria en la Católica de Guayaquil, descubrió su pasión. "Valoro mucho lo que causó la historia a través de los tiempos, tanto en lo que somos ahora nosotros, en nuestros estilos de vida, en cómo este arte evolucionó". Entiende esta rama como reflejo de una época: "Así como varía la música, la moda, la política, todo influye luego en donde vivimos".
Comenzó a trabajar a los 19. "Constantemente estoy en esa búsqueda de querer saber más, por eso comencé a trabajar desde muy joven porque era una profesión que no tenía planeado estudiar". Pronto empezó a labrar su propio camino. "Me independicé dos años después de graduarme (...) empecé con un pequeño equipo de dos jóvenes arquitectos y fuimos creciendo juntos".
Hoy, su estudio tiene 12 personas. "Tengo las arquitectas que son las que me ayudan a terminar de desarrollar los diseños. Una hace las residencias, la otra el hotel y el otro grupo realiza el interiorismo". Además, afirma que promueve una cultura de aprendizaje cruzado: "Todos podemos hacer todo. La verdad es que trato de que el equipo se involucre permanentemente, que aprendamos de forma integral".
Uno de sus hitos fue Parque Magno, que recibió un premio de mérito urbanístico en Samborondón. "Desarrollé todo tipo de domicilios, desde 150 metros cuadrados hasta 1.000 a 2.000 metros cuadrados. (...) Pueden costar US$ 400.000 o US$ 500.000, hasta US$ 1 millón o US$ 2 millones". A lo largo de su trayectoria, estima que diseñó más de 600 proyectos, dentro y fuera del Ecuador.
Además, desarrolló complejos urbanísticos que alcanzaron inversiones de US$ 15 millones a US$ 25 millones, diseñados para albergar entre 25 y 40 familias. También trabajó en edificios de oficinas y usos mixtos con presupuestos que rondan los US$ 3 millones a US$ 4 millones, y en locales comerciales o restaurantes con inversiones más contenidas, a partir de los US$ 100.000. Esta amplitud le permite abordar distintas escalas, con un enfoque riguroso y emocional.
Sus obras se desarrollaron en Guayaquil, Quito, Cuenca, Manta, Colombia, Perú, Panamá, Brasil, Chile y Estados Unidos. "Hay veces que el mundo es chiquito, ¿no? Que realmente uno puede, que no hay límites".
Sobre su estilo, declara: "puedo ser vanguardista, no soy clásica ni barroca. Me encanta lo clásico, pero me gusta todo un poco más limpio". Siente un compromiso con la atemporalidad y los materiales nobles: "trato de que siempre estén presentes materiales naturales: hormigón visto, madera, piedras, mármoles (...) y también jugar con la iluminación".
También desarrolló escenarios emblemáticos sin fines de lucro, como la Casa Ronald McDonald, para niños en tratamiento contra el cáncer. "Lo más lindo es que los niños no sientan que están enfermos. Ellos no se quieren ir". Para Cabal, ese tipo de impacto emocional es tan importante como cualquier premio o reconocimiento.
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Otra iniciativa destacada es Casa 6M. "Habla mucho de mí y de mi personalidad". Sobre su propia vivienda, comparte: "Es una vivienda donde el paisaje está involucrado, es parte de ella. Puedes entrar por donde sea, no está lleno de estereotipos o prototipos. Está abierta en todo". Enfatiza que diseña ambientes donde todos puedan vivir plenamente. "Yo soy pro de la unión, de que todos puedan compartir experiencias en familia".
Ese mismo principio lo aplica a oficinas y sectores comerciales. Cree firmemente que un buen enfoque puede mejorar la productividad: "Tú le das a tus empleados un mejor lugar y la producción de trabajo aumenta". También sostiene que una inversión arquitectónica acertada eleva el valor comercial.
Cabal comenzó a diversificar su práctica y construir formas de recopilar su legado. "Quiero hacer un libro". Ella define al concepto luxury como algo personal: "el lujo no necesariamente tiene que estar definido por la parte económica, puedes encontrarlo en un lugar donde guardar las antigüedades de mi abuela, también en conseguir la casa de mis sueños con un bajo presupuesto".
A quienes quieren construir su primer hogar, su consejo es simple y directo: "que se arriesguen a cumplir sus sueños". Después de una carrera laboral que, al inicio, no parecía del todo suya, Cabal demostró que la vocación también puede descubrirse en el camino. Hoy, su obra habla de arquitectura, vínculos y emociones tangibles.
Para los estudiantes y jóvenes, deja un mensaje final: "no se olviden de sentir. Hoy todo va tan rápido, pero la arquitectura es mucho más que renders y tendencias. Se trata de observar, habitar y conectar. No tengan miedo de equivocarse ni de ser auténticos. Ser diferente es justamente lo que te hace especial y lo que te permitirá trascender en lo que haces". (I)