Se conocieron mientras trabajaban juntos en una empresa de productos químicos de limpieza. Diana Sánchez tiene 35 años y es graduada de Contadora pública en la Universidad Israel mientras que Daniel Escobar, de 32 años, es Ingeniero químico de la Universidad San Francisco de Quito.
Los dos se quedaron sin trabajo porque la empresa quebró y sintieron que el cielo y la tierra se unieron. En lugar de rendirse decidieron desafiar las probabilidades. “Mi esposo me insistía en que emprendiera. Un poco recelosa le llamé a Daniel y sin dudarlo me dijo 'dale', pero busquemos algo innovador e impactante”, cuenta Sánchez.
A inicios de 2018 se sentaron a buscar el valor agregado que los convertiría en exitosos. “En la empresa donde trabajábamos los productos se elaboraban a base de petróleo, gasolina, diésel y plásticos. Entonces me dije, hagamos algo que contaminé menos, más ecológico. Pasé muchas horas investigando, de prueba y error, probando fórmulas y buscando proveedores. Diana fue mi conejo Teddy. Para noviembre teníamos el ingrediente diferenciador: las plantas”, comenta Escobar
En octubre de ese año nació Ecoterra, una empresa dedicada a la fabricación y comercialización de productos de limpieza biodegradables. El primer producto fue un detergente elaborado con extractos naturales, especialmente cítricos, derivados del aceite de coco y un producto biológico (hongo) para las manchas. Los socios arrendaron por US$ 100 un local de 20 metros cuadrados en Calderón, en el norte de Quito. Escobar elaboraba el producto de manera manual, mientras Sánchez se esforzaba por cuadrar los números. Entre risas estos socios cuentan que el primer balance lo cerraron con ingresos de US$ 600.
Desde entonces han atravesando experiencias, aprendizajes, momentos altos como bajos, como en una montaña rusa, codo a codo. En 2019 se enfocaron en posicionar la marca. Estos emprendedores tenían claro que las ideas y oportunidades no se crean de la nada y que hay que trabajar duro para conseguirlo. Perseveraron hasta que empezaron a ver una luz al final del túnel. Se expandieron a cinco productos y nuevos aromas.
Los primeros años fueron desafiantes. Elaborar productos de limpieza ecológicos no era sencillo y tampoco tenían experiencia como empresarios, solo el impulso de haber encontrado una oportunidad y muchas ganas. La pandemia en 2020 fue el golpe de suerte que necesitaban para crecer. “Nuestro negocio es ecológico, pero en ese momento a nadie le importaba eso. En realidad, nos compraban porque era barato y teníamos disponibilidad. Logramos vender a empresas, industrias y en los GADs. La facturación en 2019 superó los US$ 100.000”.
Este empujón les permitió adquirir maquinaria nueva, una camioneta y experimentar con nuevas ofertas. Su portafolio incluye ahora más de 20 productos entre los que se destacan detergentes, lava vajillas, desinfectantes, jabones, champús, cremas corporales entre otros. Todos elaborados con ingredientes degradables como minerales, enzimas, glicerina vegetal, aloe vera, extractos naturales y cítricos.
El sueño detrás de este negocio es aportar con un granito para evitar que al menos 4.500 millones de botellas pet acaben en el océano afirman los fundadores de Ecoterra. Con este objetivo en 2022 invirtieron US$ 20.000 para abrir su primera tienda en el sector de Monteserrín, ofreciendo posibilidad de rellenar el producto. El cliente lleva el envase y solo se cobra el valor del líquido. Los productos se biodegradan en 30 días y ese es el mensaje que estos emprendedores buscan transmitir.
El fuerte de la marca es el mercado local que se consolidó cuando lograron posicionar sus productos en Corporación Favorita, a principios de 2023. Ecoterra también se oferta en 12 tiendas especializadas en el país, incluida las islas Galápagos.
El crecimiento sigue: a finales de ese año, tras una inversión de US$25.000, abrieron su segunda tienda en el valle de Cumbayá y la facturación llegó a los US$ 500.000.
La meta de este año es mantener altos estándares medioambientales y sus niveles de sostenibilidad y calidad por lo que consiguieron una alianza con Okeanos, una empresa de tecnología sostenible con sede en EE.UU. que elabora envases con carbonato de calcio, un derivado de piedra, que permite reducir el uso de plástico. “Estamos inmersos en un proceso continuo de mejora y transformación hacía. Una economía más circular. Queremos cerrar el ciclo aprovechando al máximo los recursos”. La verdadera prueba para este negocio es mantenerse a la vanguardia, frente a decenas de empresas ofreciendo opciones ecológicas
Para dar nuevos pasos Escobar estudia una maestría en dermatología cosmética en la Universidad de Piamonte, Italia. Y su objetivo, de cara al 2025, es desarrollar una nueva línea de negocio de este sueño verde. (I)